Mitos creencias y filosofía







Boceto de las relaciones entre Filosofía y Teología

Mitos, creencia y filosofía

Si se analiza la Historia de la Filosofía se observa la discrepancia respecto al origen, bien porque algunos aseguran que nace cuando se superan los mitos, o bien otros, afirmando la simultaneidad con esos mismos mitos. La filosofía comienza en Grecia alrededor del siglo VII a. C., cuando el logos logra liberarse del mythos, o bien, otros autores como Burckhardt, admitiendo la existencia de la filosofía dentro del mito. Es cierto que se simultaneó la creencia de algunos, quizás de la mayoría de los ciudadanos, para los que el orden del mundo venía determinado por fuerzas del destino o por la actividad arbitraria de los dioses, con otros, los menos, que explicaban este orden, no por fuerzas externas, sino observándolo y buscando una explicación distinta a esas fuerzas. Fueron los denominados físicos, bien monistas, dualistas o pluralistas, si entendían que los cuerpos estaban formados por uno, dos o cuatro elementos, los que buscaron explicaciones cada vez más racionales.
En la expresión del lenguaje religioso, usado para comunicarse con el misterio, y para expresar la experiencia religiosa de su mundo interior, se utilizaron una serie de recursos como los mitos, los ritos, los símbolos, los lugares sagrados y el calendario sagrado.
Los griegos elaboraron cosmogonías de carácter mitológico, no racionales, aceptadas como creencias, sin autor conocido, presentes en la tradición que se legaban de padres a hijos. Eran trasmitidos de forma oral y formaban parte del conjunto de creencias de la sociedad. Estos mitos, se recreaban de generación en generación, se asociaban a ritos, a acciones que expresaban la actitud religiosa mediante la palabra, el gesto o el canto, y perduraban a través de su propia recreación.
¿Por qué se separó la filosofía y la religión? La filosofía entendida como camino de liberación y transformación, esa que buscaba la verdad y era útil para la vida de los hombres, fue perdiendo su función liberadora para convertirse en una ciencia especulativa, sin aplicación en la vida. Toda ciencia describe los hechos pero no explica esos hechos, pero a la vez, toda descripción busca explicación y ahí es precisamente donde se da la diferencia entre la filosofía especulativa y la filosofía sapiencial, porque la ciencia describe, la filosofía especulativa explica y la filosofía que busca la sabiduría, transforma. Tanto la filosofía sapiencial como la religión buscan la verdad, pero la religión no remite a ninguna autoridad que no radique en lo más íntimo del espíritu humano. En un principio la sabiduría y la religiosidad estaban íntimamente unidas, porque las dos buscaban lo mismo, pero después cuando la filosofía sapiencial pierde su capacidad de transformación para convertirse en filosofía especulativa, ambas se separan.
Tempranamente la filosofía griega tuvo que reivindicar su independencia separándose del mito. Se da una ruptura, se libera o se supera. Los primeros detractores de los mitos de Homero y Hesíodo fueron Pitágoras, Jenófanes y Heráclito, que les acusaron de la invención de las historias narradas. Frente a este rechazo racionalista de los mitos surgieron los defensores de una interpretación simbólica como Antístenes, Diógenes, Platón, Dionisio de Halicarnaso, Teón de Alejandría, Dion Crisóstomo y Plutarco, entre otros.
Alberto Bernabé, estudioso del orfismo, con los avances de la moderna filología, presenta las referencias de Platón a Orfeo y a los seguidores de Orfeo, mostrando los mitos cosmogónicos y teogónicos, las alusiones a hombres sabios, sacerdotes y sacerdotisas, conceptos como la inmortalidad del alma… La gran labor de Bernabé es mostrar el auténtico diálogo entre la religión y la filosofía de la antigüedad.
Estos últimos, los filósofos, fueron los escritores paganos que interpretaron los mitos de forma exhaustiva. La filosofía en la antigüedad era entendida como sabiduría de vida, conocimiento indisociable de la experiencia cotidiana, y la transformaba de raíz, era un camino de liberación interior. Esta sabiduría de vida es conocida como la filosofía perenne o filosofía sapiencial, la que aspira a tener un influjo directo en la vida individual, la que investiga las claves de la existencia, porque el ser humano tiene una profunda exigencia de sentido.
La pregunta que se plantearon todos estos autores fue: ¿Homero y Hesíodo cuentan amores, adulterios, asesinatos de los dioses, ¿cómo es posible que los dioses fueran tan depravados? A esta pregunta surgieron posibles soluciones:

Mitología como error Mitología como alegorismo Mitología como depositario de verdad superior

Homero y Hesíodo como autores paganos y maliciosas invenciones (VI a C)


Diógenes Laercio (condenados al Infierno)


Jenofonte

Heráclito no pone la cuestión en el orden moral sino físico

Intento de salvar la tradición frente a los racionalistas

Formulación de la alegoría como método de interpretación del mito.


Favorables a la interpretación simbólica: cínicos

Favorable a una crítica muy negativa: Platón y los epicúreos.


Crítica positiva Aristóteles y los estoicos.

Autores que ven la mitología como simbolismo: Teágenes de Regio (alegoría física). Demócrito

Exégesis ética: Anaxágoras
(Todos son potencialidades del alma). Cínicos y estoicos Dionisio de Halicarso piensa que los mitos son útiles e interpretan alegóricamente para extraer verdades de orden psíquico.

Teón de Alejandría los define como un discurso falaz que fuerza la verdad mediante imágenes

Dion de Crisóstomo

Plutarco realiza la interpretación filosófica del mito. Considera a Homero como trasmisor de verdades ocultas a través del lenguaje mitológico



Los mitos se reinterpretaron según diferentes posturas.
En el presente cuadro se expone la interpretación racionalista y sus críticos, así como la interpretación alegórica

Interpretación racionalista Interpretación exegética

Como forma deficiente de conocer la realidad.
Acepta la mitología como un hecho objetivo.
El ser humano busca explicaciones de la naturaleza.
Intenta comprender lo desconocido por analogías.
Degeneración de un monoteísmo inicial.
Representantes de esta interpretación: Fustel de Coulnages (de las creencias proceden todas las instituciones; adoración a los muertos y creencias asociadas a ello); Fontenelle con una interpretación naturalista, atribuyendo a las fuerzas de la naturaleza un carácter mágico y antropomórfico; Voltaire que participa con Fustel de Coulnages en que la mitología es una degradación del monoteísmo.
Padres de la iglesia que usan la alegoría: San Justino, Orígenes. San Agustín.
Crítica a esta interpretación: Padre Feijo; la Ilustración que considera a los mitos como rudimentos de épocas anteriores y supersticiosas, que intentan explicar lo desconocido por analogías; lo consideran precientífico y contrario a la razón.
Los mitos representan una verdad indirecta y debe ser interpretada.
Le dan un valor intrínseco, habría una verdadera filosofía dentro de la mitología.
Representaciones oníricas de la realidad.
Representantes de esta interpretación: Schelling (primer alegorista moderno, hay que entender la alegoría en el contexto, no sería una degradación de un dios único, no es una imperfección de la lengua, no es una creación poética porque los mitos no son individuales y proceden de Homero y Hesíodo); Freud ( utiliza el mito como marco conceptual que explica los descubrimientos terapéuticos) Jung (defendía que se podían extraer profundas intuiciones acerca de las dinámicas de la psique a partir de los mitos, presenta los arquetipos); Jaspers afirma que la mitología ofrece una especie de código para interpretar la realidad; el simbolismo sería inseparable de la trascendencia. Hay que interpretarlo.
Cuadro de realización propia.

El cristianismo, en contacto con la civilización griega, utiliza la alegoría e interpreta los mitos en clave cristiana. El uso de la alegoría como método de entender la Biblia, fue usado sobre todo en la Escuela de Alejandría y su filial de Cesarea, fundada por Panteno, maestro siciliano que se estableció en esa ciudad. En esta escuela se compuso la versión de la Biblia llamada de los Setenta, y allí vivía también Filón, el maestro judío que intentó realizar una síntesis entre la Escritura revelada y la filosofía griega. Este maestro abrió el camino de la exégesis alegórica a los cristianos. Hugo Rahner escribió en el siglo XX un libro que se inscribe en el espíritu de las Jornadas Eranos organizadas en Ascona, y fruto de sus aportaciones entre 1940 y 1945 a aquellas célebres tertulias, altamente influyentes, de pensadores eruditos comprometidos con el ansia de fomentar la dimensión espiritual del ser humano en el mundo moderno.
En la obra de Hugo Rahner queda plasmada la original cosmovisión simbólica de este autor, la cual llegó a caracterizarse como un "universalismo culminando en Cristo": una visión en la que el mundo y todas sus manifestaciones son ideados como símbolos del espíritu.
Las verdades universales que el ideario de la antigüedad griega con toda su riqueza en símbolos e imágenes revistió a sus mitos imperecederos, revelan su auténtico significado tan sólo al ser contemplados a la luz de las claves del cristianismo. En él se dedica al misterio, distinguiendo entre Misterio cristiano y los misterios cristianos, se ocupa del Misterio de la cruz, bien como Misterio cósmico o bíblico, y del misterio del bautismo, de la pascua y la navidad, de la sanación del alma, etc.
En toda la obra de Hugo Rahner se ve el distanciamiento del autor de las corrientes de la primera mitad del siglo XX en teología y se convierte en el redescubridor de la compresión del símbolo. Son múltiples las figuras mitológica que el jesuita traspone e interpreta con términos cristianos. Afirma que los Padres de la Iglesia mediante un trabajo exegético y hermenéutico leían y diseccionaban los textos fundacionales de la cultura griega y la cultura cristiana. Ranher presenta el gran misterio del cristianismo a través de los mitos griegos, viéndolos con los ojos de los primeros cristianos que convivieron en esta cultura y se socializaron en ella.
Los sabios griegos expresaron los hitos de su conducción de almas únicamente por medio de mitos que para las masas surtía el efecto de un velo encubridor que le fue arrebatado por los griegos cristianos. El mito se transformó en misterio. La interpretación cristiana de los mitos se convierte en un verdadero humanismo.
¿Cómo comprendieron y explicaron los primeros cristianos lo trasmitido por los Apóstoles?
Hugo Rahner explica el Misterio de la Cruz ¿Qué significaba para un cristiano de la antigüedad el Misterio de la Cruz? La decisión de salvación oculta en Dios que se manifiesta en Cristo crucificado, aparece como Misterio, Misterio cósmico a la vez que bíblico, como centro de la historia de la salvación, como centro del mundo, como madero de desgracia y salvación, como árbol de la vida, árbol del paraíso, como prototipo en el Antiguo Testamento, etc. La forma de la cruz es para los primeros cristianos el esquema básico que ha sido impreso en el cosmos por Dios, y aunque los símbolos del pez y de la cruz no son exclusivos de los cristianos porque aparecen en diversas culturas, se convierten en signos de identidad del cristianismo.
Esta idea estaba ya en Platón cuando afirma que en la intersección de las dos grandes circunferencias se manifiesta la sabiduría del mundo. Los Santos Padres insisten en cristianizar estos símbolos, y así, San Agustín afirmó que la religión verdadera existió desde el comienzo de la razón humana, y en todos los lugares y épocas hubo personas que vivieron de acuerdo con las leyes de la Jerusalén celeste y que esa verdad eterna revelada sólo empezó a llamarse cristiana, cuando Cristo vino en un cuerpo, pero ya existía. Todas las cosmogonías antiguas eran prefiguraciones proféticas del advenimiento de Cristo en Jesús, y por tanto, cristianizan el Misterio de la Cruz. En el signo visible de la Cruz está el Logos de Dios, que abarca el universo entero. Es el paradigma, la recapitulación de la obra de salvación de Dios. El Gólgota se convierte en el centro del cosmos, y todas las cosas y medidas del mundo visible reflejan el misterio de la cruz, es decir, su símbolo místico puede ser visto en todo el cosmos, en el cuerpo humano con los brazos abiertos, en el arado, en la barca con la vela, como el mástil del barco de Ulises. También esta idea está representada en el arte paleocristiano. El Misterio de la Cruz significa para los antiguos cristianos el triunfo de los misterios cristianos. Se contrapone la Cruz a Helios, el dios supremo de todos los misterios, es el verdadero Orfeo, que salió de las profundidades del Hades, es decir, los antiguos cristianos, educados en las mismas escuelas que los paganos, conocen la mitología y utilizándola, dan nuevos símbolos al Misterio de la Cruz.
Pero la Cruz es también un misterio bíblico. Una de las premisas de la Teología del símbolo es que todo lo reveló Dios en el Antiguo Testamento, ya que la Antigua Alianza contiene todo el misterio del Logos. Así vemos como interpreta el velo del templo rasgado, cuando se revela el misterio de Dios, cerrándose de nuevo hasta el final de los tiempos. Todo madero del AT es símbolo de la Cruz, el Arca de Noé, la vara de Moisés, el madero del árbol de la vida en el paraíso. Este árbol del paraíso representa la sabiduría de Dios, y entre la creación y la salvación final, está la cruz.
El cristianismo, dentro de su evolución en la cuenca mediterránea, tomó posición frente a la piedad del sol de los pueblos a los que se sentía enviado. Se produjeron distintas actitudes frente a esa piedad, en primer lugar de rechazo, para después absorberla, modificarla y transformarla. En la teología primitiva cristiana se consideró los ritos de culto al sol como una preparación evangélica de culto a Cristo.
El primer encuentro fue de destronamiento de Helios, significando devolver la mística y el simbolismo al hombre concreto e históricamente visible, Jesucristo. Jesús de Nazaret es el sol de justicia, la salida desde lo alto.
La teología no consideró desestimar el espíritu precristiano existente en esos ritos paganos, ya que considera que Dios esparció semillas de verdad y en todo está parte de esa verdad.
Hay que diferenciar entre las convicciones dogmáticas siempre iguales, que el cristianismo aporta al mundo helénico, de las palabras, las imágenes y los símbolos que el cristiano adopta del legado griego para expresar estas verdades.
Para enfrentarse a estos ritos heliocéntricos, los primeros cristianos no encuentran mejor imagen de Cristo con su Iglesia que la relación de sol y de la luna; Helios es Cristo y Selene es la Iglesia.
La fe de los cristianos se basa en la resurrección de Cristo, siendo la eucaristía el modo de celebrar hasta el fin de los tiempos la muerte y la resurrección. Cristo murió un viernes y resucitó el primer día después del sabbat, que se convirtió en el día del Señor, día de Helios. La primitiva iglesia confirió a este día de Helios un significado nuevo con su misterio de resurrección. De esta manera se produjo el encuentro entre cristianismo y culto solar en la antigüedad. El domingo es el día del Señor.
De este rito dominical, la iglesia primitiva se planteó celebrar el día de la resurrección todos los años, en un día especial. Deducido del Evangelio, se obtuvo que Cristo murió el día 14 del mes de Nisan, el primer mes del año para los judíos. Al trasladarlo a la cronología helenística significa que murió el día de Venus, que yació en sepultura el día de Saturno y que resucitó el día de Helios. En la tradición romana la resurrección se celebró en los días de plenilunio de primavera, coincidiendo con el día de Helios. Helios es el paradigma y símbolo de la vida y muere al caer la tarde, es decir, la muerte de Jesús es el verdadero ocaso. Por eso en la antigüedad se conmemora la muerte y el viaje de Jesús al Hades el viernes y sábado, los dos días previos al domingo de Pascua. El sábado de gloria es el día silencioso pues Cristo se halla en su viaje nocturno.
La celebración de la vigilia Pascual es la más grandiosa de las celebraciones nocturnas de la antigüedad. Cuando Cristo resucita en un Helios triunfante que recorre el cielo en su carro, es el triunfo sobre la muerte de Helio Apolo, es el triunfo sobre el diablo. Es la luz del mundo. El Bautismo es sumergirse en el Hades para resucitar con Helios a la nueva vida porque Cristo es el sol de la resurrección, el que ilumina, el que con su luz convierte el agua bautismal en agua de fuego, para surgir el verdadero cristiano.
También en el encuentro entre el culto cristiano y la antigua heliolatría está el origen de dos celebraciones de Jesús: La Epifanía y la Navidad.
La teología del Nuevo Testamento considera la resurrección y el nacimiento de Cristo como una sola cosa, el vencedor de la mañana de Pascua es el primogénito de entre los muertos, y el nacimiento coincide con la salida del sol, por lo que Pascua y Navidad están íntimamente relacionadas.
La Pascua no es otra cosa que la eternidad de esa nueva vida que surgió en Navidad y la Navidad no es otra cosa que el nacimiento del Sol, la celebración anticipada de la Pascua. La fiesta de la Epifanía descubre la necesidad de la iglesia de dar forma a su propio ritual sobre el misterio solar con naturaleza superior.
En el siglo II en Alejandría y en el resto de oriente, se introdujo la fiesta cristiana en protesta por las fiestas solares paganas que se celebraban el 6 de enero. En un principio lo que se celebraba era el nacimiento de Cristo cuando aún no estaba la fecha de navidad para contraponerla a la de los gnósticos. La fiesta de navidad se fue consolidando en Roma durante el s. III y se perfila el día 25 de diciembre a través de un simbolismo numérico.
La iglesia se da cuenta que las iglesias orientales la celebraba el 6 de enero, coetánea con los ritos paganos, y decide crear la fiesta de la Epifanía.
También el autor cristianiza a Homero el Santo y explica el pasaje de Ulises atado al mástil. En él se presenta a Ulises o Odiseo con nostalgia de su tierra, preparándose para el regreso definitivo. Rahner ve aquí un símbolo evidente de los cristianos cuando piensan en la travesía de la vida y la nostalgia por la patria del cielo.
En el viaje de Ulises, entre la oscuridad del Hades y la luz de la patria, se sitúa la isla de las sirenas. Quien la cruza consigue ponerse a salvo y no caerá y se perderá. Ulises, el hombre eterno, se enfrenta a las sirenas, seres de muerte, para superar la prueba atado al mástil. Sirviéndose de la hiponoia o alegoría, se creyó demostrar que Homero era el sabio por antonomasia, el profeta de los misterios secretos, el místico iluminado por Dios, no un mentiroso que inventaba vidas de dioses con todos los actos crueles y malvados, sino ese sabio que transmitía los misterios para ser interpretados.
La exégesis de Homero hecha por los Padres de la Iglesia enlaza directamente con las interpretaciones dadas en la época helenística de los griegos. En el siglo II, los Padres toman las ideas neoplatónica de Homero, como modelo y prototipo de la sabiduría.
Homero cuenta que Ulises sale al encuentro de la muerte amarrado con libertad al mástil para llegar al puerto de la paz eterna. En el hombre antiguo había miedo a navegar, porque era una cercanía al Hades y lo único que lo salva son los tablones de su nave. Pero a la vez navegar representa la alegría de vivir, que a unos salva y a otros les lleva a perecer. Para superar la travesía debe pasar la prueba definitiva de las sirenas.
Los Padres conocen este mito y lo transforman: la nave es la Iglesia, el mar es el mundo y la salvación está en esa nave.
El simbolismo de la Iglesia es también simbolismo del alma. La Iglesia y el alma son navegantes que se dirigen al cielo dejando atrás la tierra firme, pero en esa travesía encuentran el peligro. El esquema es el mismo del mito de Ulises que va hacía su anhelada tierra, pero aparecen los peligros de las sirenas. El cristiano es un Ulises, que sabe que estando atado al mástil, a la cruz de Cristo libremente, se enfrenta a las sirenas, a los placeres de mundo, para llegar a la ansiada tierra, al reino celestial.
En los Padres, las sirenas presentan una naturaleza dual, representan a la vez el placer y el conocimiento. En la interpretación de las sirenas por los cristianos se dio una evolución, en principio eran animales misteriosos, hembras de avestruz, y por error de los traductores alejandrinos del texto de los Setenta, para ser después seres misteriosos que habitaban en el desierto, olvidando la relación con el mito homérico. Es en los Santos Padres donde se une la doble figura demoníaca de las sirenas, sapientes y tentadoras. Estas sirenas omnisapientes representan ante todo el peligro que amenaza al cristiano.
También se amplia el simbolismo de las sirenas, identificándolas con la doctrina de los heréticos. El que es fuerte y sabio puede escuchar la voz de los heréticos. Siempre se vio a la sirena como imagen que atrae el placer, es decir, no se rechaza el mundo como tal, ni la cultura, sino el abuso, el entregarse al mundo.
Otro símbolo importante es el mástil. El mástil y la antena forman una cruz. Aquí aparece la certeza de salvación a bordo del barco de la Iglesia y la salvación es tal, gracias al mástil de la cruz. Esta imagen es enriquecida en el medievo con infinidad de versiones. Los compañeros de Ulises representan a los débiles y Ulises vence a las sirenas por estar atado al mástil, a Cristo.
Se logró la incardinación de los mitos clásicos, el saber de la época de los antiguos cristianos, en esa religión que buscaba tener su teología, sus ritos, sus fechas de celebración; esa cultura, en los que ellos se insertaban, la cristianizan, buscan el sentido oculto y después de una reflexión sobre ella, sobre sus mitos, sus creencias, sus cosmovisiones, descubren la simbiosis total entre los mitos y el cristianismo.





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