Filosofía de la espiritualidad Kant 8

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El Búho No 17
Revista Electrónica de la 
Asociación Andaluza de Filosofía.


Publicado en 
www.elbuho.aafi.es2019

FILOSOFÍA DE LA ESPIRITUALIDAD
Antonio Sánchez Millán ansamillan@gmail.com 61-78



8. Kant despertó de su “sueño dogmático” tras la lectura de la obra de David Hume.

Comprendió que conocer este mundo en que vivimos necesita de la experiencia sensible para no caer en ficciones racionales que sitúen a la mente fuera de la realidad; pero, a la vez, comprendió que la experiencia sensible no es capaz, por sí misma, de garantizar un conocimiento fiable, universal y necesario, que se cumpla siempre y para siempre, como él aspiraba. 

La consecuencia era la caída humeana en un escepticismo... teórico. Pues en nada afectaba esta crítica escéptica del conocimiento posible, a través de la experiencia sensorial, a las conviccionesmorales, a la racionalidad práctica. 

Si bien es cierto que Hume nunca calificaría de“racionales” a las decisiones y juicios morales.

 Esto es cosa de Kant, como hemos señalado antes. Kant necesitaba más. Necesitaba que la acción moral pudiera ser justificada racionalmente, aunque fuera de una manera puramente formal, sin contenido empírico, pero que aún así orientase a la persona en su vida y pudiera dar razón de ella. 

Sin embargo, a pesar del subjetivismo -visto desde la óptica kantiana-, Hume no deja de apelar a una instancia interior, en la que sucede la intuición o sentimiento de agrado o desagrado, identificados moralmente - culturalmente- como bien o mal


Una sensibilidad que se halla en todo ser humano y que le impide mostrarse indiferente ante el daño y la injusticia, propios o ajenos.





Ciertos actos nos producen repugnancia y están mal, y otros nos producenaprobación y están bien. Este sentimiento nos viene “de fábrica” a todos los sereshumanos. 

De acuerdo, no permite elaborar una teoría muy desarrolladaracionalmente, muy “científica”, como querría Kant, de nuestras acciones pero no dejan de constatarse certezas nuestras. 


El hecho sentido -una seguridad- que surge con claridad desde el fondo de nosotros frente a un objeto, frente a una acciónnuestra o de los demás: “Mientras dirijas tu atención al objeto, el vicio no aparecerá por ninguna parte. No lo encontrarás nunca hasta que dirijas tu atención hacia tu propio corazón y encuentres un sentimiento de reprobación, que brota en ti mismo, respecto de tal acción. He aquí un hecho, pero un hecho que es objetodel sentimiento, no de la razón. Está en ti mismo, no en el objeto”. 

Entonces, ¿por qué no llamar “espiritual” a esa fuente profunda de la que emana nuestra inteligencia o capacidad de entender, nuestro querer, nuestra motivación y nuestras ganas, así como nuestra emotividad, nuestra sensibilidad y la sensaciónprofunda de paz y felicidad? 

Sin duda, se trata de un lenguaje muy cargado de “mal significado”. Pero esto no ha impedido filosofar sobre ello y situarlo en la base deuna manera de pensar y de vivir, por muy empirista que uno sea.

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