Filosofía de la espiritualidad Nietzsche 9

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El Búho No 17
Revista Electrónica de la 
Asociación Andaluza de Filosofía.


Publicado en 
www.elbuho.aafi.es2019

FILOSOFÍA DE LA ESPIRITUALIDAD
Antonio Sánchez Millán ansamillan@gmail.com 61-78

9. La actitud espiritual en Nietzsche es tan obvia que nos produce algo de rubor repasarla aquí, pero resulta necesario para aquellos que lo tengan por un pensador nihilista poco condescendiente con los grandes ideales de la humanidad. 

Y es así: con los ideales tenidos por grandes ideales, cuando en realidad son tan pequeños que debilitan el poder de vivir nuestra propia vida por nosotros mismos; nihilista activo sí, y no en un sentido pasivo, cuando los seres humanos viven para soportar las cargas de los modelos impuestos desde fuera, sin ser capaces de darse a sí mismos unos valores arraigados en la tierra, en lo que somos, nuestro origen. 

A poco que uno lea sus textos con apertura, desde él mismo, y sienta el suelo desde el que habla, capta la calidad espiritual de sus reflexiones críticas referidas a la cultura occidental.

 Nietzsche propone un criterio de verdad, un criterio moral, un criterio estético..., que es uno y el mismo: valioso será aquello que favorezca la vida y contribuya a su desarrollo, expansión, al despliegue de su poder, de su voluntad de poder. 

Voluntad de ser. Un querer que se quiere a sí mismo, y a través de sí mismo quiere y acepta lo que hay tal como lo hay, con todo lo que conlleva de dolor y de placer. 

Una actitud trágica más allá del optimismo y el pesimismo culturales. Más allá del bien y del mal tradicionales, fundados en un dios alienado.

Ni siquiera “dios” está contento en un mundo en que nadie es como es, ni puede realizarse como es. 

Ni su función puede ser panóptica para mejor “vigilar y castigar” (Michel Foucault), ni la nuestra reprimir nuestras fuerzas interiores, nuestra energía. 

Por eso Nietzsche amaba a los dioses paganos y odiaba al“monotonoteismo” judeocristiano. La pluralidad, el cambio, la actividad. Amar lo que es, aceptar lo que somos. 

Estar dispuestos a vivir afirmativamente, diciendo sí al ser, siendo conscientes de que todo esto en que vivimos es un juego cósmico, que podría haber sido de otra manera y que puede jugarse de infinidad de modos. 

Vivir auténticamente, que diría Heidegger. En todo ello -y podríamos seguir- se aprecia una determinada actitud. (La virtud consistiría la realización adecuada de la misma). 

Pero una actitud es una forma básica de enfrentar la vida, nuestra vida, una perspectiva desde la que vivir, un modo de vivir, un espíritu, una conciencia, una inspiración interior fundamental, desde la que se vive lo exterior. 

La actitud o conciencia es la forma básica, más sutil, que engendra luego otras formas más densas, más materiales de vivir. 

Basta descubrir el espíritu que anima todo un modo de vida, una cultura, un individuo, para saber mucho de ellos sabiendo poco. De hecho, según Nietzsche, el espíritu atraviesa tres metamorfosis, representadas en las figuras del camello, el león y el niño o el artista que juegan. 

El desarrollo espiritual de occidente ha dejado bastante que desear... De ahí que Nietzsche aspire a un “hombre nuevo” que no viva de acuerdo a esperanzas vanas, propias deese “hombre anterior” que ha de ser superado, pues su mente ya sólo inventailusiones -en realidad, “momias conceptuales”, alejadas de la vida-, que acaba creyéndose que son realidades.

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