Moral cristiana

 El fin del hombre es alcanzar la felicidad

Para el cristiano esa felicidad está en Dios.

El hombre es libre, por lo tanto, que las acciones para llegar a Dios deben ser libres.

¿Cómo aparece la obligación moral? No se está en el kantiano deber por el deber, sino más bien en el deber por el querer, como algunos actos son necesarios para alcanzar el fin, de esa forma surge la obligación moral.

Los actos que se opongan a la realidad del hombre, son negaciones del propio hombre, y por tanto malas. aquellas que le hagan avanzar serán buenas. Pero el hombre subjetivamente puede engañarse y equivocar su elección.

Se llama pecado mortal cuando se opone a Dios y a sus designios.Según la doctrina de la Iglesia, el pecado mortal que se opone a Dios no consiste en la sola resistencia formal y directa al precepto de la caridad; se da también en aquella oposición al amor auténtico que está incluida en toda transgresión deliberada, en materia grave, de cualquiera de las leyes morales» (Doc. 27,37-38).

Los instintos, pasiones, son actos comunes con los animales, deben estar sometidas a la razón, y en sí mismas no son malas.

Un elemento fundamental para entender la moral es el hábito, entendido como cualidad, estables de por sí, y mediante las cuales se enriquece la vida del hombre. hay hábitos referidos a las potencias, es decir, entendimiento, voluntad y orden sensitivo. se dividen en hábitos entitativos (cuando se modifica la esencia de algo) o operativos. 

la virtud es un hábito operativo bueno y por tanto, referido a las potencias de entendimiento de voluntad y de orden sensitivo.La virtud por tanto no consiste en eliminar las pasiones o los apetitos, sino en darles el orden correcto hacia el fin.

Las virtudes capacitan al hombre para hacer el bien y hacerse buenos.

tampoco se puede olvidar la ley, como uno de los principios más importantes del obrar humanoLa ley natural contiene el depósito de los juicios espontáneos y casi inmediatos de la razón humana en materia de conducta, y corresponden a las diversas inclinaciones naturales en sus diversos niveles, que, además, se diversifican en las variadas situaciones. Los diez mandamientos son una expresión muy lograda de la ley natural.

Con Cristo, por tanto, llegó la plenitud de la Ley que nos permite vivir de modo nuevo según el Espíritu Santo.

Respecto a las grandes obligaciones contenidas en la ley, que se derivan del fin al que el hombre ha sido llamado, la Iglesia ha ido recordando a lo largo de los siglos su contenido; en nuestra época ha debido insistir en el respeto a la vida, desde su concepción hasta su muerte natural, y en que la actividad sexual adquiere su sentido, y por ello su moralidad, en el matrimonio único e indisoluble del varón y la mujer.

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