Vida resumida de san Francisco de Asís
IGLESIA CATÓLICA
¿Qué santos se celebran hoy? Santoral del 4 de octubre de 2022
Este es el santoral de la Iglesia Católica

El santoral de este 4 de octubre recuerda a San Francisco de Asís. En la imagen, la Basílica en su honor en Asís (Italia)123RF
JAVIER ECHEVERRÍA
El santoral de la Iglesia Católica recuerda este martes 4 de octubre, entre otros santos, a San Francisco de Asís.
Francisco de Asís (en italiano Francesco d’Assisi, nacido Giovanni di Pietro Bernardone; Asís, 1181/1185-Asís, 3 de octubre de 1226) fue un religioso y místico italiano, fundador de la orden franciscana. Casi sin proponérselo, lideró un movimiento de renovación cristiana que, centrado en el amor a Dios, la pobreza y la alegre fraternidad, tuvo un inmenso eco entre las clases populares e hizo de él una veneradísima personalidad en la Edad Media. Su sencillez y humildad acabó trascendiendo su época para erigirse en un modelo atemporal, y su figura es valorada, más allá incluso de las propias creencias, como una de las más altas manifestaciones de la espiritualidad cristiana.
Hijo de un rico mercader llamado Pietro di Bernardone, Francisco de Asís era un joven mundano de cierto renombre en su ciudad. Había ayudado desde joven a su padre en el comercio de paños y puso de manifiesto sus dotes sustanciales de inteligencia y su afición por la caballería. En 1202 fue encarcelado a causa de su participación en un altercado entre las ciudades de Asís y Perugia. Tras este lance, en la soledad del cautiverio y después durante la convalecencia de la enfermedad que sufrió una vez regresó a su tierra, sintió la insatisfacción respecto al tipo de vida que llevaba y se inició su maduración espiritual.
En la primavera de 1206, tuvo San Francisco su primera visión. En el pequeño templo de San Damián, medio abandonado y destruido, oyó ante una imagen románica de Jesucristo una voz que le hablaba: "Ve, Francisco, repara mi iglesia. Ya lo ves: está hecha una ruina". El joven Francisco no vaciló: corrió a su casa paterna, tomó unos cuantos rollos de paño del almacén y fue a venderlos a Foligno; luego entregó el dinero obtenido al sacerdote de San Damián para la restauración del templo.
Esta acción desató la ira de su padre, que lo llevó ante el obispo de Asís para que renunciara formalmente a cualquier herencia. La respuesta de Francisco fue despojarse de sus propias vestiduras y devolverlas a su progenitor, renunciando por amor a Dios a cualquier bien terrenal.
A los veinticinco años, sin más bienes que su pobreza, abandonó su ciudad natal y se dirigió a Gubbio, donde trabajó en un hospital de leprosos; luego regresó a Asís y se dedicó a restaurar con sus propios brazos las iglesias de San Damián, San Pietro In Merullo y Santa María de los Ángeles en la Porciúncula.
El 24 de febrero de 1209, en la pequeña iglesia de la Porciúncula y mientras escuchaba la lectura del Evangelio, Francisco escuchó una llamada que le indicaba que saliera al mundo a hacer el bien. El eremita se convirtió en apóstol y, descalzo y solo con una túnica ceñida con una cuerda, atrajo a su alrededor a una multitud de almas activas y devotas.
San Francisco de Asís predicaba la pobreza como un valor y proponía un modo de vida sencillo basado en los ideales de los Evangelios. Hay que recordar que, en aquella época, otros grupos que propugnaban una vuelta al cristianismo primitivo habían sido declarados heréticos, razón por la que Francisco quiso contar con la autorización pontificia. Hacia 1210, tras recibir a Francisco y a un grupo de once compañeros suyos, el papa Inocencio III aprobó su modelo de vida religiosa, le concedió permiso para predicar y lo ordenó diácono.
Con el tiempo, el número de sus adeptos fue aumentando y Francisco comenzó a formar una orden religiosa, llamada actualmente franciscana o de los franciscanos, en la que pronto se integraría San Antonio de Padua. Además, con la colaboración de Santa Clara, fundó la rama femenina de la orden, las Damas Pobres, más conocidas como las clarisas. Años después, en 1221, se crearía la orden tercera con el fin de acoger a quienes no podían abandonar sus obligaciones familiares. Hacia 1215, la congregación franciscana se había ya extendido por Italia, Francia y España; ese mismo año el Concilio de Letrán reconoció canónicamente la orden, llamada entonces de los Hermanos Menores.
Por esos años, San Francisco trató de llevar la evangelización más allá de las tierras cristianas, pero diversas circunstancias frustraron sus viajes a Siria y Marruecos; finalmente, entre 1219 y 1220, posiblemente tras un encuentro con Santo Domingo de Guzmán, predicó en Siria y Egipto. Aunque no logró su conversión, el sultán Al-Kamil quedó tan impresionado que le permitió visitar los Santos Lugares.
A su regreso, a petición del papa Honorio III, compiló por escrito la regla franciscana, de la que redactó dos versiones (una en 1221 y otra más esquemática en 1223, aprobada ese mismo año por el papa) y entregó la dirección de la comunidad a Pedro Cattani. La dirección de la orden franciscana no tardó en pasar a los miembros más prácticos, como el cardenal Ugolino (el futuro papa Gregorio IX) y el hermano Elías, y San Francisco pudo dedicarse por entero a la vida contemplativa.
Durante este retiro, San Francisco de Asís recibió los estigmas (las heridas de Cristo en su propio cuerpo) en un peñasco junto a los ríos Tíber y Arno. Aquejado de ceguera y fuertes padecimientos, pasó sus dos últimos años en Asís, rodeado del fervor de sus seguidores. Falleció en 1226 y dos años después fue canonizado por el papa Gregorio IX, que colocó la primera piedra de la iglesia de Asís dedicada al santo.
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