La muerte en el sufismo
Morir es el último tabú para cualquier religiónUn Gran Quizás espera después de la desaparición del Yo
La idea de la muerte cruza por todas las religiones y se manifiesta de diferentes formas pero con un denominador común en todas ellas: hay una realidad más allá de la vida, un Gran Quizás que mejor dejamos en puntos suspensivos. Por Juan A. Martínez de la Fe.
Una interesante obra de Toni Sánchez Bernal tiene la pretensión de abordar el hecho de la muerte desde diferentes perspectivas (Morir, el último tabú, Kolima Books, Madrid, 2019). Entrevistas sobre la muerte a representantes de las principales religiones y corrientes espirituales, reza el subtítulo para darnos clara idea del contenido.
Sánchez Bernal ofrece seguidamente las entrevistas a personalidades destacadas de diferentes religiones o corrientes espirituales.
Tales entrevistas contienen una importante serie de preguntas cuyas respuestas perfilan el planteamiento de cada entrevistado.
Más allá en el sufismo
Para hablar del tránsito de esta vida en el sufismo, el autor entrevista a Shojaelddin Shahnavaz. Aquí hay que tener presente que, según afirma el entrevistado, el sufismo es una forma de vida, no una religión, aunque tenga su base en el islam. La religión es fe ciega y leyes, qué hacer o qué no hacer; pero el sufismo es sentimiento, misticismo.
Dicho esto, explica que la muerte no existe para el sufí, se trata solo de convertirse. No nos gusta hablar de la muerte porque se la considera el fin, por culpa del ego: el hombre no puede aceptar la muerte por no poder digerir el no estar; pero el sufí ha de pensar con frecuencia en la muerte, ya que es obligatorio morir voluntariamente, dejando de lado los deseos, desapegarse y vivir en paz.
El sufismo piensa en la existencia del alma, un alma que ya estaba y que es solo una, solo hay un alma; y el morir es desprenderse del carnet de identidad de esta vida y convertirse en la gran alma que somos.
Piensan que la vida es una sola, pero con varias existencias, por lo que al morir nos encarnamos en otra persona, según lo que necesitamos aprender. Al final, el paraíso es no tener que volver a nuevas encarnaciones, aunque no se precisa mucho en qué consiste ese no-retorno, solo que es algo mejor que el sufrimiento de aquí. Por eso, no se ha de temer a la muerte, únicamente se ha de intentar mejorar desde ya para no tener que “repetir
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