El concepto de felicidad en el transhumanismo y en la bioética realista


El concepto de felicidad en el transhumanismo y en la bioética realista
LCH Becerra - Apuntes de Bioética, 2023

Es imprescindible retomar una antropología realista, que nos enseña quién es el ser humano en verdad, en su esencia, no en sus apariencias. Si logramos comprender y profundizar en el concepto de felicidad desde la bioética realista, que a su vez parte de una antropología realista, podremos conocer las limitaciones del transhumanismo y sus implicaciones, así como descubrir sus errores y confusiones. 

Si perdemos de vista estos conceptos base: felicidad, plenitud, verdadero perfeccionamiento; o los desvirtualizamos, entonces, es cuando caemos en reduccionismos tecnologistas que quieren arreglar al ser humano como si fuera una máquina, cambiando una resistencia u otra pieza. 

En definitiva, el transhumanismo nos lleva hacia un callejón sin salida o hacia el precipicio, mientras que la bioética realista nos encamina a un perfeccionamiento integral, es decir, hacia el fin último del ser humano. 

Para los transhumanistas, explica Fukuyama (2009) que ser feliz es dejar atrás todo lo limitante, lo mortal, lo natural, en favor de algo mejor, pero ¿en verdad ellos han comprendido cuáles son los bienes humanos últimos?; y es que, precisamente, confunden felicidad con bienestar, ciencia con tecnología, capacidades biofísicas con cualidades morales o metamateriales de la persona, asegura Postigo (2010), y el bien moral o natural con el bien material, entre otras confusiones. 

El perfeccionamiento del que hablan los transhumanistas corresponde a lo eficaz: “El perfeccionamiento eficaz es intramundano, secular, incapaz de alcanzar lo eterno, inmanente al tiempo. No pretende otorgar la felicidad, sino proporcionar al hombre el bienestar que se mide ‘de tejas para abajo’” (García, 2007, p. 17).

 Este bienestar es, por tanto, temporal y por su naturaleza nunca podrá satisfacer el fin último del hombre. En cambio, continúa la autora, “el perfeccionamiento moral se esculpe en la tierra y se perpetúa en la eternidad” (p. 16). Este último nos lleva entonces a lo perdurable, a lo que no se acaba. Es por esto que la antropología filosófica afirma que el hombre posee cuerpo corruptible y alma inmortal. 

De aquí que la felicidad esté íntimamente interrelacionada con el perfeccionamiento moral, con la práctica de las virtudes y con el fin último, pues, en tanto en cuanto las acciones del ser humano estén encaminadas al propio perfeccionamiento (ser la mejor versión de sí mismo), en esa medida saciará su tendencia natural a la felicidad, que es su fin último. 

Si hablamos de perfección humana se puede decir, entonces, que es todo el cúmulo de virtudes que la persona humana va adquiriendo, en su plena libertad no solo haciendo el bien, y buscando lo bueno, sino escogiendo lo mejor, el bien mayor. De esto ya hablaba Aristóteles (trad.en 1998) en su “Ética Nicomaquea”. Postigo (2016b) lo explica: “Además, por mejoramiento humano entendemos no sólo la mejora de sus capacidades físicas sino un perfeccionamiento integral de la persona, llegar a la plenitud personal en sentido global, a la vida lograda” (p. 234). 

En conclusión, debemos poner todos los esfuerzos en educar, enseñar y formar al hombre en el perfeccionamiento de sí mismo, entendiendo bien lo que esto significa ya que es fácil que, principalmente por ignorancia, escoja un bien aparente confundiéndolo con un bien verdadero, y buscando la felicidad consiga frustración o vacío existencial, como vemos principalmente en la juventud. Educadores, investigadores, científicos e intelectuales no debemos cansarnos, hoy especialmente, de seguir transmitiendo y formando en la verdad. 









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