Petición de perdón por la iglesia católica
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Reconocimiento de
errores y arrepentimiento
La Iglesia, como institución humana, ha cometido errores
durante su existencia, errores que en ocasiones han causado dolor y muerte, y
como historia no se puede olvidar.
Juan Pablo II en su viaje 101, ante los tres presidentes de Bosnia, el serbio,
el croata y el musulmán, repitió
el mensaje que hizo en el Año Santo 2000: “es necesario no olvidar la historia,
pero es necesario purificar la memoria y, sobre todo, es necesario otorgarse el
perdón recíprocamente. “La reconciliación no nace del olvido, de la
trivililización o demonización del pasado”.
Para la verdadera paz es necesario
purificar la memoria y para ellos es necesario reconocer sus propia culpas y pedir perdón[1].
La Iglesia católica comenzó este proceso de confesión de los
propios pecados y petición de perdón con Pablo VI, cuando comentó la ruptura
entre la Iglesia de Oriente y de Occidente[2].
Este fue un hecho importante para
el camino de unidad de las iglesias[3].
El Papa Juan Pablo II, en la Bula de Convocación del Gran
Jubileo del año 2000, Incarnationis
mysterium escribió las siguiente
palabras: “Como Sucesor de Pedro, pido que en este año de
misericordia la Iglesia, persuadida de la santidad que recibe de su Señor, se
postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus
hijos. Todos han pecado y nadie puede considerarse justo ante Dios (cf. 1 Re
8, 46). Que se repita sin temor: « Hemos pecado » (Jr 3, 25), pero
manteniendo firme la certeza de que «donde abundó el pecado sobreabundó la
gracia » (Rm 5, 20)”.
En esta celebración litúrgica, sin
precedente en la historia de la Iglesia, en la Basílica de San Pedro, siete cardenales
de la curia romana leyeron las
siete imputaciones que el Papa quiso reconocer ante todo el mundo, con el
objetivo de la reconciliación:
1.
Los pecados cometidos al servicio de la verdad: la
intolerancia y la violencia en contra de los disidentes, guerras de religión,
violencias y abusos en las Cruzadas, y métodos coactivos en la Inquisición.
2.
Las faltas que han afectado la unidad del Cuerpo de
Cristo: excomuniones, persecuciones, divisiones.
3.
Los pecados cometidos en el ámbito de las relaciones
con "el pueblo de la primera Alianza", Israel: desprecio, actos de
hostilidad, silencios.
4.
Pecados en contra del amor, la paz, los derechos de los
pueblos, el respeto de las culturas y de otras religiones, en concomitancia con
la evangelización.
5.
Faltas en contra de la dignidad humana y la unidad del
género humano: hacia las mujeres, las razas, las etnias.
6.
Pecados en el campo de los derechos fundamentales de
las personas y en contra de la justicia social: los últimos, los pobres, los
que están por nacer, injusticias económicas y sociales, marginación.
[2] Ibimen
[3] El 4 y el 5 de enero de 1964, Pablo VI peregrinaba a
Tierra Santa, y su oración en la
basílica del Santo Sepulcro, con humildad, el papa Pablo VI pedía perdón por los errores del pasado, y
nos exhortaba a "tomar conciencia de nuestros pecados, de los pecados de
nuestros padres, de los pecados de la historia pasada, de los pecados de
nuestra época". Muy importante fue el encuentro ecuménico del papa con
el patriarca armenio y el patriarca ecuménico de Jerusalén. Pero sobre todo, el
hecho más significativo fue el encuentro con el patriarca ecuménico de
Constantinopla, Atenágoras I. De hecho, el abrazo de Pablo VI y Atenágoras
abrió un camino de reconciliación entre la Iglesia Católica y la Iglesia
Ortodoxa, después de más de 500 años del Cisma de Oriente, originado por la
excomunión mutua del papa León IX y el patriarca Miguel I. Un año después de
este encuentro, se revocaron los decretos de excomunión mutua de 1054, que
habían ocasionado el cisma. Así, el 7 de diciembre de 1965, en una declaración
solemne de Pablo VI y de Atenágoras, se anularon mutuamente las excomuniones
recíprocas de 1054. Ambos lamentaron las palabras ofensiva, los reproches y los
gestos condenables.
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