El giro saludable: sacrificio, sanación, bienestar y su relación con con la espiritualidad contemporánea.

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Cornejo Valle, Mónica; Martín-Andino Martín, Borja; Esteso Rubio, Carolina &  Blázquez Rodríguez, Maribel
(2019). El giro saludable: sacrificio, sanación, bienestar y su relación con con la espiritualidad contemporánea.
Athenea Digital, 19(2), e2125. https://doi.org/10.5565/rev/athenea.2125

 Estas son las conclusiones del artículo:


"El giro de la espiritualidad tradicional (basada en el valor del sufrimiento) hacia una espiritualidad integrada en prácticas terapéuticas es una de las transformaciones más
relevantes de la cultura religiosa contemporánea.

 A pesar de las discusiones sobre el significado y el origen del concepto «espiritualidad», resulta generalmente aceptado que en la actualidad la atención a la dimensión espiritual humana se considera una conducta saludable, no ya solo desde el punto de vista religioso, sino también desde el punto de vista de la literatura médica y desde la psicología. 

Entre los factores que han hecho posible este giro semántico e ideológico subrayamos tres, en cuanto que parecen haber contribuido de especial forma a la convergencia de salud y espiritualidad.

El giro saludable: sacrificio, sanación, bienestar y su relación con la espiritualidad

Por una parte, una cierta evolución en la actitud del cristianismo hacia la espiritualidad individual y, especialmente, un desplazamiento en la actitud hacia las expresiones corporales de lo religioso, lo que representa un principio posibilitante que, si bien no es de carácter universal, es determinante en Europa y América. 
En este sentido, el cuerpo espiritado ha dejado de considerarse exclusivamente un síntoma de posesión demoníaca para reinterpretarse como expresión posible de la encarnación del Espíritu entre los fieles. 

Con ello se ha desbloqueado el rechazo tradicional a la espiritualidad corporal de los laicos, abriendo la posibilidad a una religiosidad vivida como proceso de desarrollo personal. 

Por otra parte, la espiritualidad se ha abierto paso como dimensión clínica en la literatura médica. 

A pesar de las pugnas entre los partidarios de las medicinas alternativas y complementarias y los partidarios de la biomedicina convencional, la aparición de estudios en los que la espiritualidad individual muestra contribuir a los procesos de cuidado y salud también ha ejercido un rol posibilitante en la apertura de la medicina hacia la emergencia de un sentido terapéutico de la espiritualidad.

Por último, la psicología humanista y algunas de sus corrientes derivadas facilitaron la conjunción de espiritualidad y salud/bienestar a partir de un desarrollo ideológico propio basado en el principio del desarrollo personal.

 En esta línea, la espiritualidad quedaba incorporada a las dimensiones reconocidas en la pirámide de las necesidades humanas, tal y como hoy es reivindicada en los enfoques holísticos de la salud.

Si bien consideramos que estos tres factores han tenido un carácter condicional en el reconocimiento actual de la dimensión terapéutica de la espiritualidad, ni la discusión ni el proceso de conformación ideológica de este fenómeno parecen haber terminado aquí. 

Una de las características más prominentes de la transición de la espiritualidad desde los tormentos corporales a la ética del bienestar es el desplazamiento que la vincula a la economía política del neoliberalismo, a través de su fusión con el pensamiento positivo y la autoayuda.

Como se ha dejado ver durante la discusión anterior (especialmente en los apartados sobre cristianismo y psicología humanista), la dimensión política de la espiritualidad contemporánea se encuentra fundamentalmente asociada al énfasis en la autonomía del individuo religioso. 

Dicha dimensión política se encuentra, por tanto, en las propias formas organizativas que los individuos, grupos y redes del ambiente holístico reproducen, y que nos remiten a relaciones de poder herederas de las relaciones de género y hegemonía propias del resto de esferas de la vida del individuo contemporáneo (Cornejo, 2012; Fedele y Knibe, 2013). 

Pero, además, como ha señalado Illouz (2010), la espiritualidad terapéutica contemporánea se ha constituido como el reservorio ideológico y de sentidos del capitalismo, penetrando con fluidez en las políticas empresariales,para las cuales la meditación (especialmente en la forma del mindfulness) resulta una propuesta eficaz (esto es, rentable) frente a los problemas de estrés y los síndromes de burnout de los trabajadores (en detrimento de las mejoras en las condiciones laborales). 

En una dirección similar apunta Vanina Papalini (2013) al afirmar que:

En términos de la acción social, de la movilización colectiva o de los reclamos sindicales, este tipo de discurso tiene un efecto desarticulador. Los años 90 son un momento de consolidación de la retórica de la autoayuda y de generalización de una cultura terapéutica que resulta condición necesaria para un modelo sociopolítico neoprudencialista, que delega la obligación de autocontroles y autosostenerse en el propio sujeto. (Papalini, 2013, p. 171)

En esta línea, Barbara Ehrenreich ha criticado el impacto que este subjetivismo puede tener sobre la percepción de la salud y los pacientes, especialmente cuando el individualismo ejerce una tiranía social sobre el individuo (Ehrenreich, 2009). 

En su obra (una dura crítica contra el pensamiento positivo), relata su experiencia con un
cáncer. 
Durante su proceso de enfermedad debió enfrentarse a un duro y fustigador optimismo totalitario por parte de la comunidad terapéutica. Este optimismo se expresaba en la lógica de la espiritualidad terapéutica resignificando la enfermedad como una oportunidad para el crecimiento personal y la elevación espiritual, con la consecuencia de culpabilizar al enfermo de su padecimiento.

Asimismo, Jeremy Carrette y Richard King (2005) muestran cómo el pensamiento new age característico de la espiritualidad contemporánea encaja especialmente bien en los círculos empresariales porque es ecléctico y flexible, porque su énfasis sobre el desarrollo personal concuerda con el auge de las softskills como el liderazgo, la intuicióno la visión, y además, la idea del desarrollo personal (que es central en la espiritualidad actual) se adecúa también a las necesidades empresariales de adaptar la fuerza de trabajo a las demandas cambiantes del mercado. 

De ahí que estos autores lleguen a afirmar que «la espiritualidad se ha convertido en una Religión Genéticamente Modificada, el aditivo alimentario que hace el neoliberalismo más agradable al paladar»




y King, 2005, p. 132).
A la vista de estas críticas cabe pensar que, tras el énfasis en la felicidad, el bienestar
y el desarrollo personal, el giro terapéutico de la espiritualidad también trae consigo
sus propias formas de malestar. No obstante, resulta significativo que la emergencia
de la espiritualidad contemporánea haya tenido como condiciones de posibilidad la
aproximación recíproca de las dos formas principales de abordar el sufrimiento en Occidente:
cristianismo y medicina. Ambos han sido reformulados y reintegrados a la luz
del desarrollo personal, una idea por sí misma transformadora de nuestra forma de entender
al ser humano y sus posibilidades, y en cuya complejidad y consecuencias todavía

quedan aspectos por explorar.

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