El ateísmo sagrado.

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El ateísmo sagrado. Hacia una espiritualidad laica
Feliciano Mayorga, Barcelona 2017 

Hace la reseña_ Juan Antonio Martínez de la Fe, 11/02/2017


Título: El ateísmo sagrado. Hacia una espiritualidad laica 
Autor: Feliciano Mayorga 
Edita: Editorial Kairós, Barcelona, 2017 


En el ánimo de encontrar una vía que dé cobijo a las diferentes posturas situadas entre los extremos del materialismo acérrimo y la espiritualidad más desbocada, se puede insertar este interesante libro que señala una senda, razonablemente argumentada, para alcanzar tan difícil meta. 

La propia Introducción del texto nos aporta los datos de su objetivo y de las personas a quienes va dirigido. 

¿Cuál es el objetivo de las reflexiones que nos propone Feliciano Mayorga? Pues poner “el acento en la praxis existencial, en la convicción de que prácticas como la meditación, el respeto compasivo o los rituales aún conservan intacta su capacidad para ponernos en comunicación con lo divino, agudizan nuestro oído para aquello que, en el seno mismo del mundo, confiere valor y significado a la vida”. 

En efecto, en un ambiente de declive de la religiosidad e, incluso, de la espiritualidad, como consecuencia de un cientificismo arrogante y exclusivista, ha de surgir el respeto por otras formas de conocimiento y de sabiduría no sujetas a sus reglas. El autor nos propone, pues, una nueva forma de vincularse a la trascendencia, de abrirse a lo Absolutamente Otro; eso sí, mediante la relativización y depuración de los elementos místicos y dogmáticos que contienen las diferentes religiones. Su propuesta es que se abre una opción de espiritualidad laica y universal. 

¿Cómo conseguirlo? Parte del supuesto de que hay tres ámbitos bien diferenciados y que, sin embargo, se confunden y entremezclan: lo sagrado, lo divino y Dios. El espacio de lo divino cuenta con tres direcciones: una hacia dentro, o vía de la interiorización, de la que pone como ejemplo a la India; una segunda vía hacia fuera, o vía de la naturalización, cuyo ejemplo sería Grecia; y una tercera vía hacia arriba, la vía de la elevación, con Israel como modelo. 

Más aún: ¿qué divinidad es la que radicalmente impugnan el racionalismo y el empirismo? Pues, justamente, aquella de las representaciones, necesariamente parciales, que los hombres hacemos de lo divino; una representación que se diversifica en una multitud de credos, iglesias y confesiones. A aquella creencia incuestionable en Dios, propia de la Edad Media, le ha seguido la realidad de un teísmo que no pasa de ser una opción, no precisamente destacada, entre otras muchas, como el propio ateísmo. Algo que no es negativo en sí mismo, pues permite “el paso de una relación ingenua e inmediata con las instancias que administraban lo divino (normalmente en su provecho), a otra más problemática y reflexiva”. La Modernidad liquidadora de todos los dispositivos de sentido ha dejado al individuo abandonado a su suerte, sin otra estrategia que la distracción compulsiva para superar el horror al vacío. Una situación que exige nuevas vías para que existir no sea un sinsentido. 

Y ¿para quién escribe el autor sus reflexiones? Lo deja bien claro en la Introducción: “El presente libro está dirigido a todos aquellos que siguen formulándose, en circunstancias nuevas, las viejas preguntas sobre la condición humana y el sentido de la vida y, de manera especial, a quienes opinan que existe una alternativa entre el ateísmo materialista y la religión tradicional, entre la concepción científico-técnica del mundo y una visión mística preilustrada”.

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