¿Dónde surge el arameo? Un poco de historia

Milena Ortiz es autora de este artículo: 


Malula, el último pueblo que habla el arameo, la lengua que habló Jesús



Malula y su misión de preservar el arameo

En el mundo se han extinguido cientos de lenguas con el transcurrir de los siglos y el arameo está cerca a ser una de ellas. 

Este idioma surgió alrededor del 1.200 a.C. con la civilización aramea, proveniente de los pueblos semitas, a los cuales los historiadores llamaron de esta manera por hacer referencia a los descendientes de Sem, hijo de Noé, según la tradición bíblica. 

Estas poblaciones se esparcieron a lo largo de Mesopotamia, que comprendía los territorios de Irak, Jordania, Palestina, Siria y parte de Irán.

En el siglo VIII a.C., el arameo se convirtió en la lengua franca de Medio Oriente, gracias a que era la segunda lengua de los asirios, mientras que los babilonios lo empleaban para el comercio. 

Posteriormente, fue el idioma oficial de la dinastía Aqueménida que dominó el Imperio persa. Por supuesto, el pueblo de Israel no fue ajeno al gran impacto del arameo; en el año 586, tras el exilio a Babilonia, los judíos se apropiaron de este idioma en su cotidianidad, desplazando el hebreo, su lengua originaria, la cual pasó a ser utilizada únicamente por la clase culta o para tratar asuntos teológicos. 
Se evidencia también su influencia en los capítulos del profeta Daniel y de Esdras que fueron escritos en arameo y no en hebreo antiguo, como en el resto del Antiguo Testamento.La huida de los prisioneros (1896) de James Tissot representa el exilio de los judíos de Canaán a Babilonia.

Esta dinámica perduró por siglos, aun hasta la llegada de Jesús, quien dio sus enseñanzas y sermones en arameo, el idioma común de la época, a fin de que todo el que lo escuchase pudiera entenderle.

 “Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?” Esta frase, lanzada por él mientras en agonía colgaba del madero, que traduce “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, es una de las pocas que encontramos escritas en arameo en los Evangelios.

Si bien fue la lengua predominante desde el siglo VIII a.C., superando al griego, persa y latín, el panorama del arameo como lingua franca fue cambiado cuando el emperador Alejandro Magno logró sus conquistas que propiciaron la expansión del griego a lo largo y ancho del Medio Oriente.

 Con la llegada del Imperio romano, el helenismo ya estaba permeando definitivamente la cultura del territorio, conllevando a que el griego fuese el idioma más comúnmente utilizado. 

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Por esto, luego de la resurrección de Cristo y el inicio de la propagación del evangelio, los autores del Nuevo Testamento no escribieron en el arameo que originalmente escucharon de Jesús, sino en griego, para que tanto judíos como gentiles de la época pudieran comprender el mensaje.

Mosaico de Alejandro Magno en Pompeya

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