La pretensión de verdad del cristianismo

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El cristianismo siempre se ha comprendido como  portador de una verdad revelada y confiada por Dios a los hombres. Hoy hay tres palabras que necesitan reflexión: Verdad, Secularidad y Pluralismo.

En principio donde hay secularidad y pluralismo la única verdad es la de la ciencia y la legitimidad solo se acepta en las decisiones democrática y por tanto el cristianismo es percibido como  una arrogancia intolerable, porque este deriva de la obediencia a Cristo de su verdad, mensaje, misión, muerte y resurrección.

A lo largo de los siglos ha recibido aceptación y rechazo porque la pre-compresión de la realidad de cada generación lo tamiza, y por este motivo el teólogo debe conocer bien estos presupuestos que determinan las adhesiones o rechazos.

En la posmodernidad se impone el nihilismo con la desaparición de Dios, de la conciencia humana y de todo lo abierto, lo luminoso, lo liberador. Solo hay un mundo que es el inmediato. 

Nietzche muestra “la verdad”, “el sentido”, y “la unidad” como  palabras claves desaparecidas y sin verdad se cae en el relativismo, sin sentido en escepticismo y sin unidad en pluralismo. En este contexto se rechaza el cristianismo porque se considera un dogmatismo inaceptable porque defiende la verdad, el sentido y la unidad.

¿Qué aporta el cristianismo a la vida? El dialogo sobre los problemas fundamentales y una orientación de vida.

Respecto a la secularidad el Concilio Vaticano II ha afirmado la autonomía del orden temporal creado por Dios, y este orden goza de leyes y valores que el hombre debe descubrir, emplear, ordenar.

Entre todo los significados de la secularidad, Don Olegario se ocupa de la secularización de la conciencia. Antes de analizarla es necesario recordad que el cristianismo se comprende a sí mismo como  una religión que remite a una historia, cuyo centro es Cristo y cuenta con un futuro absoluto como  anhelo y promesa.