“Aportes a la comprensión de la increencia en Colombia”

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Beltrán, William Mauricio. “Aportes a la comprensión de la
increencia en Colombia”.Theologica Xaveriana 188 (2019):
1-24. https://doi.org/10.11144/javeriana.tx69-

188.acic

Resumen: Este artículo intenta una revisión bibliográfica sobre el crecimiento y las características de la población que se identifica como atea, agnóstica o no afiliada a ninguna religión en Colombia.
Con base en la revisión de investigaciones sobre el tema, artículos de prensa e información disponible en blogs y páginas electrónicas, caracteriza a esta población en aspectos como sus posiciones frente
a la espiritualidad, la ética, la ciencia y la política.
Propone, además, algunas hipótesis sobre las causas del crecimiento de este sector de la población y sobre la relación de dicho crecimiento con la secularización de la sociedad colombiana.


En términos generales, en Colombia, quienes se identifican como ateos o agnósticos lo hacen en ruptura con la tradición religiosa familiar. 
En 2010, 86 % de ellos afirmaba haber abandonado la fe católica, y 13 % haber desertado de alguno de los nuevos movimientos religiosos. El porcentaje de ateos, agnósticos y personas sin religión es superior entre los hombres (aproximadamente por cada tres hombres
ateos o agnósticos solo se registra una mujer). Entre las mujeres se observa con mayor frecuencia la práctica de una vida religiosa activa y la membrecía a una comunidad 




Dado los escasos estudios sobre el tema,
reiteramos que las conclusiones que se presentan
a continuación deben ser leídas como hipótesis de trabajo.
Según los escasos datos disponibles, en Colombia, en las dos últimas décadas, viene creciendo la población que se identifica como atea, agnóstica o no afiliada a ninguna religión. 
Tales datos indican que el ateísmo y el agnosticismo son acogidos con mayor frecuencia por las poblaciones urbanas, las nuevas generaciones, los sectores que gozan de mayores niveles de escolaridad y los estratos socioeconómicos superiores.

Las causas del aumento reciente de ateos, agnósticos y personas sin religión parecen relacionarse con el acceso de los sectores urbanos a mejores niveles de educación formal (universitaria y posgraduada), y al mayor acceso de la población a nuevas fuentes de información, gracias a la globalización de las comunicaciones, y de manera particular, a la masificación de la internet.
 Como en otras regiones del planeta, las posibilidades de la internet y de las hoy llamadas redes sociales ha facilitado el intercambio de ideas minoritarias y disidentes.
Al parecer, las nuevas generaciones de colombianos (más conectadas en estos circuitos de comunicación globales) se sienten menos vinculadas a la tradición católica, y consideran cada vez más legítimo escoger su propia identidad religiosa en una amplia gama de posibilidades, entre las que se incluye la de no creer. 
Sin embargo, debe reiterarse que la sociedad colombiana sigue siendo predominantemente religiosa y cristiana.

Un importante sector de la Colombia creyente mira con desconfianza a ateos y agnósticos, los perciben como poco confiables, portadores de una ética inferior e inclinados a la inmoralidad; pero no existen estudios que confirmen o descarten estas percepciones. 

La información revisada indica que ser ateo, agostico o no afiliado a ninguna religión no implica necesariamente renunciar a los valores y códigos morales del Occidente cristiano.

No obstante, ateos y agnósticos se distancian de la mayoría de cristianos en la medida en que apoyan con mayor frecuencia el reconocimiento de los derechos de la población LGBTI, la completa despenalización del aborto y la legalización de la
eutanasia voluntaria. 

Por otro lado, es fácil encontrar ejemplos de ateos y agnósticos comprometidos con causas que se pueden considerar altruistas y humanitarias desde
la perspectiva cristiana.
Las personas que se identifican como ateos, agnósticos, no creyentes, o no afiliados a ninguna religión constituyen una población diversa, lo que dificulta cualquier esfuerzo de caracterización o tipificación. 

Sin embargo, algunas tendencias podrían ayudar en este propósito. 
Por ejemplo, un sector de quienes se identifican como ateos o agnósticos se identifica también como espiritual; algunos incluso practican ritos
que se pueden tipificar como religiosos, aunque no implican la creencia en un dios o dioses (lo más conocidos son la meditación y el yoga). 
Parece claro que, por esta vía, ateos y agnósticos logran tomar distancia de la doctrina y la institucionalidad cristiana.
También es posible tipificar un sector del ateísmo como militante. Este tipo de ateos se siente en el deber de promover sus ideas como superiores a cualquier creencia religiosa, asumen la creencia en un dios como acto irracional y consideran la ciencia la única forma de conocimiento verdadero. Su líder más destacado a nivel internacional
es Richard Dawkins.
En Colombia, este último grupo ha empezado a organizarse en la forma de asociaciones locales de ateos y agnósticos que, sin embargo, gracias a las nuevas tecnologías de la información, participan también de una red global. 
Estas asociaciones defienden un proyecto moderno de Estado laico, con una clara separación entre los poderes religiosos y políticos. Observan como
ilegal que el Estado ofrezca beneficios económicos o legales a cualquier institución religiosa, por ejemplo, exenciones de impuestos, o que permita la enseñanza de una doctrina religiosa en el sistema escolar financiado con recursos públicos. Esta posición los ubica en confrontación con sectores creyentes que los perciben como amenaza a su estatus y legitimidad.
Por último, los datos analizados indican que un sector de quienes se declaran ateos y agnósticos sufre situaciones de discriminación. 
Estas se agudizan en contextos determinados: por ejemplo, en el ambiente escolar. Debe recordarse que la enseñanza de doctrinas religiosas en la educación básica, en especial de la doctrina católica, goza de respaldo legal y de la legitimidad que proviene del carácter mayoritario que sigue teniendo el catolicismo en Colombia. 
Ya algunos estudios indican que los niños que se declaran ateos o agnósticos sufren con frecuencia situaciones de discriminación e intolerancia por parte de profesores y compañeros. Esta denuncia debe considerarse preocupante, en un Estado que se define como pluralista y multicultural.

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