La analogía de la Palabra de Dios

Francisco Conesa, Revelación en el Concilio Vaticano II 2015, en J. R. VILLAR, Diccionario teológico del Concilio Vaticano II, pp. 892-917.

 (Copiado literalmente)

 La analogía de la Palabra de Dios. 

“Palabra de Dios” es una expresión cargada de contenido y resonancias. Tiene un sentido amplio y rico, que debe mantenerse, evitando la frecuente identificación de “palabra de Dios” y Sagrada Escritura. El Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios (2008) reflexionó con acierto sobre esta analogía, tema que ha sido finalmente asumido por el magisterio de la Iglesia (cf. Enc. “Verbum Domini”, 7).

Lo que se quiere indicar al hablar de “analogía” está muy bien expresado en la proposición tercera del Sínodo mencionado: “La expresión Palabra de Dios es analógica. Se refiere sobre todo a la Palabra de Dios en Persona que es el hijo Unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Verbo del Padre hecho carne (cf. Juan 1, 14). La Palabra divina, ya presente en la creación del universo y en modo especial del hombre, se ha revelado a lo largo de la historia de la salvación y es atestiguada por escrito en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Esta Palabra de Dios trasciende la Sagrada Escritura, aunque esta la contiene en modo muy singular. Bajo la guía del Espíritu (cf. Juan 14, 26; 16, 12-15) la Iglesia la custodia y la conserva en su Tradición viva (cf. DV 10) y la ofrece a la humanidad a través de la predicación, los sacramentos y el testimonio de vida. Los Pastores, por lo tanto, deben educar al Pueblo de Dios a acoger los diversos significados de la expresión Palabra de Dios”. 

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