GAUDIUM ET SPES: UNA NUEVA MIRADA SOBRE EL MUNDO

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  • JOSE LUIS SEGOVIA, Miembro de la Universidad Pontificia de Salamanca

GAUDIUM ET SPES: UNA NUEVA MIRADA SOBRE EL MUNDO


Resumen del texto hecho por academia.org:

Section 1

Ad intra se trataba de formular "la noción o, si se prefiere, la conciencia de la Iglesia"  . Así, trabajando el Misterio de la Iglesia desde la novedosa perspectiva de "Pueblo de Dios", "Cuerpo místico de Cristo" y "Sacramento universal de salvación", se entiende mejor el enfoque ad extra de Gaudium et spes, que considera a la Iglesia desde la perspectiva del diálogo con el mundo y desde una actitud servicial hacia la humanidad, en especial hacia los más pobres. No menos importante es su impronta cristocentrista, superadora de continuas tentaciones eclesiocéntricas; propiamente hablando: ¡La luz de las gentes es Cristo no la Iglesia!


Un Nuevo Método Teológico: Gs Hace Teología Pastoral

CONGAR y PEUCHMAURD (eds. ), La Iglesia en el mundo de hoy vol. I y II, la monografía L. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Los signos de los tiempos.


Una Nueva Eclesiología

Se pasa de una Iglesia señora y dominadora, madre y maestra universal, a una Iglesia servidora de todos y en especial de los pobres. De una Iglesia comprometida con el poder, a una Iglesia solidaria con los empobrecidos. De una Iglesia arca de salvación, a una Iglesia sacramento de salvación en diálogo con las otras Iglesias y las otras religiones de la humanidad, con pleno reconocimiento de la libertad religiosa (DH) y superando aquello de "el error no tiene derechos" o "fuera de la Iglesia no hay salvación".


Superando Maniqueísmos: La Historia Salutis En La Intrahistoria.

La historia es también el lugar en donde el creyente vive en concreto la propia determinación de seguir a Cristo y proseguir su causa. Escrutar y discernir los signos de los tiempos (probablemente la categoría más original de la GS, introducida en el borrador de Zurich en 1964 a instancias de los obispos canadienses) se convierten en el objetivo peculiar de una teología de la historia que debe hacer críticamente inteligible la aportación a la transformación de la realidad mundana y social por parte de los creyentes (cfr. GS 4.11.44).


La Autonomía De Las Realidades Terrenales

La autonomía de la realidad implica que el mundo es valioso en sí mismo y no en cuanto objeto de conversión. ¡Dios estaba en el mundo antes de que apareciese la Iglesia! El mundo está habitado por Dios desde el momento cero, incluso antes de que el primer homo sapiens tuviera conciencia de ello y, desde luego, antes de que se tomara consciencia del desafío evangelizador.


Una Antropología Esperanzada

GS hace una aproximación personalista, no juridicista y hasta afectiva (aparecen términos como "ternura"), superando la dicotomía entre los llamados fines primario y secundario del matrimonio (la procreación y el amor conyugal). Igualmente, la Constitución pastoral apuesta por el respeto a la vida desde el primer instante hasta el último y por la paternidad responsable aunque, más allá de una apelación a criterios objetivos, extraídos de la propia naturaleza y de sus actos, no resuelve el discernimiento de los medios por habérselo reservado el Papa (quedará para la encíclica Humanae vitae de 1968). La nueva elaboración muestra hasta que punto concurrieron en la elaboración de estos textos hombres y mujeres casados.


El Dialogo Como Seña De Identidad

GS 44 recoge lo que había pedido Mons. Schmitt: "La Iglesia no ignora lo mucho que ha recibido de la historia y del género humano", para concluir: "Más aún, la Iglesia reconoce que ha obtenido gran provecho y puede obtenerlo todavía, incluso de la oposición de aquellos que la combaten y persiguen". Antes de hablar, escuchar.


7.-Una Mirada Amable Y Realista Sobre El Mundo

En ese sentido, señala un testigo directo: "Los Padres Conciliares tenemos que aprender mucho antes de poder enseñar.... Precisamos, además, otra cosa que ya no es posible aprender en los libros [...]. Una asignatura nueva: la Iglesia […]. No nos interesan tanto los solemnes enunciados dogmáticos que ya conocemos, cuanto el aprender de la vida misma de la Iglesia, de su historia, de su variadísimo presente, lo que ella es y lo que quiere ser en este momento.


Vii.-Concluyendo

GS dejó asombrado al mundo. Sin embargo, a juicio de algunos, "la Iglesia ya no asombra a nadie; la Iglesia es un hecho más" . Quizá el desafío sea no tanto asombrar el mundo como reilusionarlo y ayudar a que se embarque en un proyecto planetario de fraternidad universal.

Palabras textuales del autor:


CONCLUYENDO

 

Malagón pensaba que el Vaticano II “es un Concilio de transición que representa el salto valeroso de una era antigua a una era nueva”[1].


Naturalmente, es legítimo preguntarse cómo habrían quedado algunas cuestiones como el celibato sacerdotal, la planificación familiar, la organización de la curia y algunas otras que se reservó personalmente el Papa Pablo VI, si no hubieran sido extraídas del debate en el Aula Conciliar no sin conflictos.[2]. 

Sin embargo, probablemente esa pregunta tiene un recorrido corto y sea más interesante cuestionarse acerca de aquellos aspectos que han quedado insuficientemente desarrollados por el Concilio como la corresponsabilidad laical, la colegialidad, la sinodalidad o el papel de la mujer en la Iglesia. Sin duda, muchas de estas cuestiones están siendo tratadas de forma más sistemática en múltiples publicaciones con motivo del 50º aniversario de la convocatoria del Concilio[3].

 

Aunque el Concilio tocó el tema de la pobreza, el mayor desarrollo se centró en el voto de pobreza como nota de la vida religiosa, (LG 42-44), el espíritu de las bienaventuranzas (GS 72), o el tomar como dato de realidad el sufrimiento de los pobres (GS 1, 8, 15, 27, 63, 69, 82, 86, 88, 90 citan la palabra “pobre”). Sin embargo, su consideración sistemática, a pesar del empuje de un grupo de Padres con el cardenal Lercaro al frente[4], y su apuesta por “una Iglesia de los pobres” no tuvieron el protagonismo que merecían y la visión del mundo se resiente todavía de ser eurocéntrica en exceso. 

Populorum progressio trataría de cubrir ese flanco desde la perspectiva del desarrollo integral y la conflictividad Norte-Sur. De manera geográficamente contextualizada, la Asamblea Latinoamericana de Obispos en sucesivos encuentros en Medellín, Puebla, etc. constituye el aterrizaje de las pretensiones apuntadas en G.S. Sin duda, algunas teologías contextuales, como la teología política y las teologías de la liberación van a  otorgarles el protagonismo que merecían y superarán la seria advertencia de Metz: “el que habla de Dios y en su hablar no escucha el eco del sufrimiento del mundo, ése no hace teología sino mitología”.

Para hacer frente a los nuevos desafíos necesitamos volver a los textos conciliares. La letra del Vaticano II necesita ser interpretada a la luz del espíritu y del contexto histórico en que se produjo, teniendo siempre presente cuál fue la voluntad de los Padres conciliares al aprobar los documentos. Esta voluntad aparece mediatizada por varias “incursiones” papales a través de documentos de primera índoleEn 1961, Juan XXIII publicó Mater et Magistra, consagrando el método del “ver, juzgar y actuar” (MM 136) y señalando ya en su tono y contenido una forma de estar presente en el mundo. Dos años después, en 1963, se publicó, fallecido el Papa Bueno, Pacem in terris autentico canto a la paz y a la reconciliación definitiva de la Iglesia con los derechos humanos. En 1962, Pablo VI publica la Ecclesiam suam, elegía del diálogo intra y extra-eclesial. Solo en la recta final, presionado y dubitativo, Pablo VI publica Mysterium fidei, sobre la adoración y culto de la Sagrada Eucaristía. En ella, algunos autores han visto concesiones a la Curia y a los sectores más anticonciliares: marcaría el inició de una reinterpretación restrictiva y literalista de los documentos conciliares.


 

GS dejó asombrado al mundo. Sin embargo, a juicio de algunos, “la Iglesia ya no asombra a nadie; la Iglesia es un hecho más”[5]. 

Quizá el desafío sea no tanto asombrar el mundo como reilusionarlo y ayudar a que se embarque en un proyecto planetario de fraternidad universal. La Iglesia ha de situarse como buena noticia para el mundo,  presentar a Jesucristo y su mensaje como contemporáneos de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, contagiar la ilusión por su seguimiento y el proseguimiento de su causa. Debe mostrar que la vida según el Evangelio es alternativa pero que no tiene por qué ser anacrónica –en lo cultural- y que los cristianos estamos llamados a ser diferentes pero no raros –en el estilo de vida y la psicología-, tal y como reflejaba la carta a Diogneto a finales del siglo II”[6].

 

Frente a ello, “la restauración es la “gran tentación de suscitar desconfianza respecto al concilio, de volver tras sus logros; de cegar fuentes de vitalidad que él había abierto, de concluir un proceso de diálogo con la historia y con los hombres de buena voluntad que siempre deben quedar abiertos”.[7]. Para algunos, el Concilio Vaticano II pertenecería a la historia de la Iglesia y, apegados a su letra, apuestan por una fidelidad conciliar que se reduce a convertir dicho acontecimiento en una simple cantera de citas. 

 

Sin duda, será precisa una  fidelidad creativa al Concilio[8],  retomando la letra y, sobre todo, el espíritu desde el que está escrito, reinterpretándolo históricamente desde GS, haciendo avanzar sus intuiciones y, en particular, contemplando el mundo con una mirada amable y crítica a la vez.Post Concilium, ergo propter Concilium” parece ser la máxima de algunos empeñados en achacar a este acontecimiento todos los males. Sin negar fallos y excesos en su aplicación,constituye un suceso luminoso pendiente de aplicación en muchos campos. “En la tradición es decisiva la capacidad de de reconocer la importancia de mi “ahora” para el “mañana” de las generaciones venideras y de transmitir a su mañana los logros del hoy…. El descubrimiento del futuro y del pasado se condiciona mutuamente y cabalmente al desvelarse que esa indivisibilidad temporal constituye realmente la tradición. Se pueden cargar distintamente los acentos, pero la tradición se da únicamente donde aparezca la totalidad del tiempo”[9]

 

Como conclusión, en palabras de Madrigal[10], el Concilio y, en particular GS, es “una sinfonía inacabada, pues una y otra vez nos encontramos ante la tarea de determinar cuál es el lugar del cristiano en el mundo en que vive”. En cualquier caso, como hemos tratado de presentar, desde este pentecostés eclesial la mirada sobre ese mundo será siempre muy otra y constituirá una continua invitación a transformarlo audaz y creativamente según el sueño de Dios.



[1] T. MALAGÓN “La Iglesia ante los signos de los tiempos” en VV.AA., Esquema XIII. Comentarios, Ed. Salvador, Madrid, 1967, 9. 

[2] En la llamada “Semana negra”, del 14 al 21 de noviembre de 1964, el debate subió de tono a raíz de varios sucesos concatenados: la “nota previa sobre la colegialidad” proveniente del mismo Papa; la posición de los obispos norteamericanos, que exigían que se aprobase el decreto sobre la libertad religiosa, cosa que finalmente aconteció; las 40 observaciones hechas por Pablo VI al documento sobre ecumenismo (se recogieron solo 19 en el texto); o la proclamación unilateral por el papa de Maria como Madre de la Iglesia, con los consiguientes conflictos para el diálogo con otras confesiones cristianas .

[3] Por todas, cfr. INSTITUTO SUPERIOR DE PASTORAL, Recibir el Concilio 50 años después, EVD, Navarra-Estella, 2012. Sobre todo,  J. MARTÍN VELASCO, “Perspectivas de futuro del Vaticano II”.

[4] Formularon el famoso “pacto de las catacumbas”. Todo un desafío profético, suscrito por cerca de cuarenta obispos encabezados por Helder Cámara, para llevar una “vida de pobreza” y  ser la Iglesia “servidora y pobre” que quería Juan XXIII.

[5] J.M. ESTEPA, “Perspectivas pastorales que abre el Concilio”, en J.M. CIRARDA et al., El Concilio visto por los peritos españoles, Euroamérica, S.A., Madrid, 1965,123-124.

[6] P.J. GÓMEZ SERRANO, “Comentario a la carta a Diogneto en un mundo laico”, en Misión Joven  401 (2010) 19-30.

[7] O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, “Teología en España (1965-1987)”, en J.M LABOA (ed.) El posconcilio en España, Encuentro, Madrid, 1988, 120.

[8] Cfr. J. PEREA, “Qué dice el Espíritu a las iglesias (Ap 2) Fidelidad creativa al Concilio”, en Iglesia Viva  250 (2012) 31-65.

[9] J. RATZINGER, “Tradición y progreso”, en Iglesia Viva 55 (1975) 29-30.

[10] S. MADRIGAL, Lecciones…, o.c., 384.

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