Formosa, situaciones graves

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Cuando el río suena

Cuando el río suena

El 24 de enero de este 2021 se conoció un documento firmado por quince sacerdotes que ejercen su ministerio en la provincia de Formosa. Su título: “Al Pueblo de Dios, con quienes compartimos la vida y la fe en Formosa”. Con sus contundentes expresiones, ese texto develó situaciones graves que sotto voce se venían difundiendo en las redes sociales y en algunos medios de comunicación.

¿Qué era “eso” que pasaba en Formosa y ahora denunciaban los curas? Personas, nombres, rostros, situaciones destacadas como violaciones a los derechos humanos y detenciones arbitrarias enmarcados en la emergencia sanitaria. Recorramos algunos tramos de la declaración: “Vemos con mucha preocupación que se está construyendo una comunidad provincial basada en el desprecio al otro diferente, a su cultura, a su pensamiento, a su persona, a su dignidad humana, al manoseo y ocultamiento de la verdad, a la instauración del miedo. (…)Se están construyendo muros de intolerancia y prepotencia”.
Desde que comenzó la cuarentena por COVID-19 —el 20 de marzo del 2020— en todo nuestro país entramos en Fase 1, ese lapso en el que con fuerte compromiso ciudadano en el cuidado de la salud elegimos salir lo indispensable a la calle, minimizar los contactos sociales para no exponernos y exponer a los demás al contagio en pandemia. En Formosa ocurrió exactamente lo mismo. Con el transcurrir de los meses y la evolución de la pandemia, cada provincia y municipio fueron adecuándose y avanzando en las siguientes fases de aperturas y permisos de las diversas actividades según las condiciones epidemiológicas particulares. Sin embargo, en Formosa hasta casi finalizado el mes de enero de este año se continuó en Fase 1 y con mano de hierro.

Los varados
La Dra. Gabriela Neme, edil por el Partido Justicialista, en las redes se define como “mamá, esposa, vecina, maestra de folklore, amiga, abogada, concejal, cristiana, cursillista, hincha de Boca y, a veces, cocino”. En diálogo con CRITERIO indicó que “en junio de 2020 tomé conciencia de las medidas arbitrarias, del abandono, olvido e indiferencia del Gobierno para con los formoseños que se encontraban varados del otro lado del Bermejo”. No importaba el frío y el hambre que estaban atravesando: “En ese momento reconocí que Formosa había decidido cerrar sus fronteras y dejar a más de 10 mil formoseños fuera de sus hogares, de sus familias, hijos que no pudieron entrar a despedir a sus padres. Sentí que los formoseños vivíamos en una isla y no gozábamos de los mismos derechos y garantías que el resto de los argentinos”.
Mientras tanto, el Gobierno provincial —cuyo gobernador es el veterano dirigente justicialista Gildo Insfrán, reelegido reiteradamente desde el año 1995— defendía a rajatabla su “sistema exitoso de prevención” fundamentado en que Formosa fue durante toda la cuarentena un lugar privilegiado por los poquísimos contagios. Es cierto, pero ¿a qué precio?

Centros “conocidos”* de aislamiento
“Quienes tuvieron que pasar por un centro de aislamiento se encontraban privados de su libertad. Estos centros funcionan en escuelas y clubes, donde las personas en algunos casos vivían en estado de hacinamiento; en otros, se compartían aulas que oficiaban como cuartos compartidos entre varias personas, incluso los baños… pero estaba prohibido salir al patio y muchos niños sufrieron esa situación. En algunas escuelas, como la 224, se establecían horarios para bañarse y estaba activo un grupo de WhatsApp al que se solicitaba permiso para ir al baño a resolver íntimas necesidades fisiológicas. Los centros eran exclusivamente custodiados por policías, quienes requisaban efectos personales con el estilo de un régimen carcelario. Los aislados en muchos casos permanecían allí más de 14 días, y hasta 21, 25 y 30 días también”, detalló Neme.
Los sacerdotes, en su carta, no optaron por eufemismos o ambages: “No es esta la Formosa que queremos. Mientras estamos combatiendo un virus mortal que es el COVID-19, corremos el riesgo de que se nos meta en el alma, cuerpo, mente y espíritu el peor de los virus, el del egoísmo que descarta al otro sin más. (…) Creemos que el Gobierno provincial, en su metodología, no está acertando, pues sólo ellos toman las decisiones que todos debemos acatar. No hubo hasta hoy un llamado a los distintos sectores para la búsqueda en conjunto de las mejores soluciones. Y las medidas que toman son llevadas adelante con un nivel de autoritarismo que nos recuerdan oscuras épocas de nuestra Patria que no queremos vuelvan a repetirse y por eso las repudiamos con fuerza. Apostamos a la plena vigencia de la Constitución Nacional y a los Tratados Internacionales incluidos en nuestra Carta Magna. Es posible otra metodología de cuidado entre nosotros”.
La actitud de los 15 sacerdotes denotó seriedad, respeto, ternura y preocupación de padres y, a la vez –como elegía decir el Papa Francisco cuando era cardenal Bergoglio–, “taconeando la verdad”. Así lo resalta Neme: “Fue un respaldo muy importante para quienes somos personas de fe. Me dolió mucho tiempo el silencio, era un momento donde Jesús nos llamó a ser profetas y poder llevar su palabra a los más vulnerables a través de nuestra acción. Mi detención violenta, injustificada y perversa** sirvió para hacer visible una situación dramática que sufrimos todos los formoseños: sólo hay que imaginar cómo actúan fuera de cámara, o en la soledad y oscuridad de un barrio”.
Ya es historia que, ante la presión de la opinión pública, hizo una corta visita a los centros de aislamiento localizados en Formosa el secretario de Derechos Humanos de Nación, Horacio Pietragalla. Ya es historia que fue el propio Presidente de la Nación quien en el año de la pandemia elogió al gobernador Insfrán y lo colocó en el sitio de sus preferidos. Ya es historia que Amnistía Internacional se expidió condenando los atropellos a la dignidad humana. Los que hicieron historia son estos 15 sacerdotes*** que se animaron a encender una luz de esperanza en medio de la oscuridad: “Como Pastores de nuestra Iglesia católica nos ponemos una vez más a disposición para acompañar las iniciativas de bien en favor de nuestro pueblo”.

Virginia Bonard es periodista, autora del libro «Nuestra fe es revolucionaria» (editorial Planeta»

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