¿Quién es Santa Casilda?

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Casilda: poesía para Dios».

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a lejanía en el tiempo (estamos hablando de los años centrales del Siglo XI, aproximadamente) y la poca importancia que, en la antigüedad  se prestaba a ciertas crónicas y a la historia de las mujeres, hace que los datos de que disponemos sobre la vida de la virgen Casilda sean bastante escasos.

No obstante, aquellos que se conservan por la piedad popular desde antaño inciden en que Casilda (que en árabe significa “poesía”) era una de las numerosas hijas de un emir toledano musulmán de nombre Al-Mamún. Casilda, seguramente influencia por su madre, abrazó la religión cristiana desde edad temprana y acometió su vida palaciega siguiendo las enseñanzas de Cristo, constituyendo un ejemplo de fidelidad y entrega a las enseñanzas del Señor en un ambiente contrario y hostil a ellas.

En este sentido, la joven Casilda auxiliaba con su socorro a los cautivos cristianos que eran sometidos a crueles tormentos en las mazmorras de Toledo debido a su condición religiosa, en una España medieval que no pocas veces se caracterizó por la intolerancia y las persecuciones. En este contexto Casilda ayudaba como podía a los cautivos ofreciéndoles a escondidas consuelo material y confortándoles con la esperanza y la palabra de Dios.

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Algunos cortesanos, ante esto, acudieron al Emir solicitándole que reprendiera a su hija por su desvelo hacia los cristianos presos. El Emir entonces quiso comprobar si aquellas acusaciones eran ciertas y persiguió disimuladamente a su hija hasta sorprenderla portando en su regazo algo que despertaba sospechas. Al preguntarle qué ocultaba, Casilda afirmó “llevo flores” y, milagrosamente, lo que en realidad eran alimentos para los cautivos, se convirtió en un puñado de flores. Ante esto, el emir dejó de espiar a Casilda y así la virgen pudo seguir dedicándose a sus loables ayudas.

Tiempo después, Casilda cayó enferma. Los cautivos le hablaron de unos pozos en las tierras de Castilla, cuyas aguas decían ser milagrosas para quienes se bañaban en ellos. Casilda comunicó esta noticia a su padre, quien gestionó con el rey castellano Fernando I que su hija pudiese ir a aquellos pozos para curar los males físicos que la aquejaban. Esos pozos, eran los célebres pozos de San Vicente, situados en las inmediaciones del actual santuario.

Casilda viajó hasta allí, curándose de su enfermedad. Pero ya no regresó al palacio de Toledo ni a la vida cortesana, sino que decidió quedarse en esos parajes haciendo vida eremítica alabando continuamente a Dios, bautizándose y formando comunidad con otros piadosos monjes del lugar, hasta el final de sus días en santa paz. Tanto marcó el ejemplo de Casilda a sus contemporáneos que su feliz memoria pasó de generación en generación, con tal veneración, que terminó por erigirse en la Patrona de la Bureba y el Santuario, dedicado en su origen al mártir San Vicente, tomó el nombre de la Santa cuya vida nunca dejó de ser “poesía” para Dios.

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