La mujer en la Universidad en 1888

 En 1882, una Real Orden acabó con el vacío legal y suspendió la admisión de las mujeres a la Enseñanza Superior, prohibiendo que pudieran matricularse en cualquier establecimiento docente.

Seis años después, en 1888, acordaron que las mujeres sean admitidas como alumnas de "enseñanza privada". Si alguna solicitaba una matrícula oficial, era la “superioridad” la que resolvía cada caso según las circunstancias de la interesada.

En esa época, la mujer que quería estudiar tenía que pedir permiso a sus padres, maridos, incluso al Consejo de Ministros para poder acceder a una universidad.

Las mujeres, aún así, no podían moverse libremente por las facultades. Tenían que ir acompañadas en todo momento por sus profesores y no se podían sentar con los chicos. 

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