Francisco penitente

SAN FRANCISCO DE ASÍS, «PENITENTE»

por Casiano Carpaneto de Langasco, o.f.m.cap.

[Selecciones de Franciscanismo, vol. X, n. 30 (1981) 463-471]

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"Para Tomás de Celano, toda la misión de san Francisco debe entenderse a la luz de la relación pecado/conversión a través de la penitencia. «Fue, pues, la mano del Señor la que se posó sobre él y la diestra del Altísimo la que lo transformó, para que, por su medio, los pecadores pudieran tener la confianza de rehacerse en gracia y sirviese para todos de ejemplo de conversión a Dios» (1 Cel 2). Y el Santo habló a sus compañeros en los siguientes términos: «Consideremos, hermanos queridos, nuestra vocación, a la cual por su misericordia nos ha llamado el Señor, no tanto por nuestra salvación cuanto por la salvación de muchos otros, a fin de que vayamos por el mundo exhortando a los hombres más con el ejemplo que con las palabras, para moverlos a hacer penitencia de sus pecados y para que recuerden los mandamientos de Dios» (TC 36).

Y los discípulos, con fidelidad a lo mandado, requeridos para que manifestaran un nombre, una seña personal, encontraron una expresión emblemática. Al verles vestidos de modo tan ridículo y vivir de forma tan distinta de la de los demás, la gente les preguntaba: «¿De dónde sois?» Ellos respondían llanamente: «Somos penitentes, oriundos de la ciudad de Asís» (AP 19; cf. TC 37).

La apelación a la penitencia reaparece también, con insistencia machacona, en las primeras páginas legislativas. Podría afirmarse que dicho reclamo representa un directorio ascético-espiritual en la Regla no bulada. Quince veces, por lo menos, son exhortados y solicitados los hermanos a hacer y predicar la penitencia.

La referencia desaparece, inesperadamente, en la Regla bulada. El carácter «oficial» de la Regla, redactada bajo el control del cardenal Hugolino, definía y especificaba la fisonomía jurídica de la nueva Orden. Pero he aquí que el Santo reafirma con energía en el Testamento su primitiva aspiración: «El Señor me dio de esta manera, a mí el hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia...» (Test 1), e inculca en los hermanos que se mantengan fieles a esta autenticidad. Si los hermanos no fuesen recibidos en algún lugar, «márchense a otra tierra a hacer penitencia con la bendición de Dios» (Test 26).

Los primeros biógrafos, como ya se ha indicado, estuvieron expuestos a sugestiones de diverso tipo; les apremiaba, sobre todo, ofrecer en sus relatos una imagen del Santo tal como lo requería su popularidad y podía exigirlo la particular sensibilidad espiritual de los autores. Con todo, no podía eliminarse totalmente la reminiscencia de un determinado clima. El Doctor Seráfico asigna a Francisco la misión de «llamar a los hombres al llanto y luto, a raparse y ceñirse de saco y a grabar en la frente de los que gimen y se duelen el signo tau» (LM Pról 2). Celano, por su parte, añade: «¿No buscó refugiarse en la cruz al escoger el hábito de penitencia, que reproduce la forma de la cruz?» (3 Cel 2).

La misión debía pasar naturalmente del Padre a los hijos".

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