Poesía épica. Divina Comedia

 Si en la parte oriental el siglo XIII significó la restauración del viejo Imperio bizantino tras de la crisis y la reconquista de su independencia respecto del Papado, el mundo occidental estaba sufriendo importantes transformaciones que señalaban el fin de una época.

 En el ínterin había constituido ya un importante legado para el futuro, que comprendía la arquitectura que había servido para cruzar el paso desde el arte tardorromano al propiamente medieval (incluyendo desde los monumentos carolingios hasta las singulares creaciones del mozárabe español) y, sobre todo, la arquitectura que alumbraba un primer estilo difundido por toda la geografía europea, el románico, un arte conventual representado singularmente por los grandes monasterios benedictinos y que ofrecía grandes novedades constructivas (arco de medio punto, bóveda de cañón) y decorativas (capiteles historiados, pórticos esculpidos).

 Registraba también en su haber la primera poesía épica de la Edad Media (la epopeya de los héroes solitarios protagonistas de la Chanson de Roland en Francia, del Poema de Mío Cid en Castilla, del Beowulf en Inglaterra o del Nibelungenlied en Alemania), las primeras narraciones de aventuras caballerescas, que serían el origen de una caudalosa tradición literaria (las novelas francesas de la «Materia de Bretaña», ilustrada por autores de primera fila como María de Francia con sus Lais o por Chrétien de Troyes y su Caballero de la Carreta y su Caballero del León o por los anónimos redactores de la Historia del GrialMerlínLanzarote del LagoLa demanda del Santo Grial La muerte del rey Arturo, verdadera suma de las aventuras del legendario soberano y sus paadines de la Mesa Redonda) y, finalmente, la poesía cortés destinada a las cortes feudales por los trovadores, trouvères Minnesinger, como Walter von der Vogelweide:

Under der linden
an der heide,
dâ unser zweier bette was,
dâ muget ir vinden
schône beide
gebrochen bluomen un de gras*.

Sin embargo, La Divina Comedia, escrita por Dante Alighieri es tal vez la obra que mejor puede representar el conjunto de las inquietudes de una época en el momento en que estaba tocando ya a su fin. Una obra situada en el gozne que separaba una Alta Edad Media impregnada de religiosidad crisiana y una Baja Edad Media que iba a conocer un primer proceso de secularización, de paulatino alejamiento de las actividades humanas respecto de las rigurosas directrices trazadas por la jerarquía eclesiástica en los tiempos precedentes, con el auge de las ciudades, las universidades, la economía de mercado, los viajes a territorios lejanos, la más libre difusión de ideas a través de la imprenta y un nuevo gusto por lo profano en la literatura y el ar- te, que iban a cambiar las coordenadas que habían definido la vida hasta entonces.

Dante Alighieri había participado en la vida pública de Florencia desde fines del siglo XIII, así como en las luchas entre el Papado y el Emperador, desde posiciones que variaron desde el güelfismo blanco o moderado al gibelinismo favorable a una autoridad imperial universal y a una Italia independiente del poder del Papa (como se desprende de su Monarchia). 

La Divina Comedia, elaborada desde el año 1304 hasta el de su muerte en Rávena (1321) es una síntesis de cristianismo y cultura clásica, una obra que une un realismo terrenal y una espiritualidad casi mística, una creación que combina la poesía con la filosofía, la teología y el pensamiento político.

Dividida en cien cantos (uno preliminar y treinta y tres para cada una de las partes: InfernoPurgatorioParadiso), en clara referencia simbólica a la Trinidad, el poeta, a la mitad del camino de su vida («Nel mezzo del cammin di nostra vita»), extraviado en una «selva oscura», va a encontrar la ayuda de Virgilio, símbolo de la sabiduría antigua, en su viaje al mundo de ultratumba (siguiendo las referencias clásicas de la Odisea y la Eneida), donde Dante puede sorprender los terribles sufrimientos de los pecadores en algunas de las escenas más dramáticas (e incluso más despiadadas) de la literatura universal, hasta llegar al Leteo, donde el escritor romano desaparece para dejar paso a Beatriz, el amor juvenil y platónico del autor que, después de asistir a los gozos de los bienaventurados, al final de su itinerario descansa la vista en Dios Uno y Trino y en el misterio de la doble naturaleza de Cristo. 

Un itinerario que, con sus hallazgos poéticos pero también con sus limitaciones ideológicas, le ha permitido hacer un balance de la historia, le ha permitido legarnos una suerte de precipitado de todas las tensiones de la civilización medieval. Pero ello en el último momento, como subraya el estilo elegido (el dolce sutil)nuovo), el empleo de la lengua italiana en lugar del latín y la propia cronología de la obra, escrita en el siglo XIV, cuando ya han ocurrido muchas de las transformaciones que permiten hablar de una Baja Edad Media.

http://www.bne.es/opencms/es/Micrositios/Exposiciones/EuropaPapel/documentos/estudios_02_medieval.pdf

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