Actualidad del discernimiento de los signos de los tiempos de Marie-Dominique Chenu”



Espinosa, Dumar. “Actualidad del discernimiento de los signos de los tiempos de Marie-Dominique Chenu” en  Theologica Xaveriana vol. 73 (2023): 1-31. https://doi.org/10.11144/ javeriana.tx73.adstmdc



Resumen: La lectura de los “signos de los tiempos”, concepto determinante en la teología de la segunda mitad del siglo XX, orientó el camino renovador del Concilio Vaticano II bajo el impulso del magisterio de Juan XXIII, pero es formalmente mencionada solo una vez en el documento final debido a las objeciones bíblicas y cristológicas de teólogos católicos y protestantes. 

En el posconcilio, dicho concepto permitió la renovación de la teología latinoamericana y mundial porque creó las bases de una teología inductiva. A pesar de su aportación teológica, el concepto se ha estereotipado, malinterpretado y banalizado.

El objetivo de la investigación es identificar el sentido y el alcance del término en Marie-Dominique Chenu, influyente teólogo del Concilio Vaticano II que abanderó el pretendido aggiornamento desde la lectura de los signos de los tiempos. 

Antes del Concilio, este método le permitió desarrollar teologías de las realidades terrestres como la teología del trabajo. A partir del análisis de diversos escritos del autor, se identifica la naturaleza de los signos de los tiempos como criterio para su discernimiento en teologías atentas tanto al dato revelado como al devenir de la historia, se mencionan las objeciones a su uso en el ambiente conciliar y se analiza la pertinencia del uso del término signos de los tiempos por parte de algunos autores al referirse a todo tipo de situaciones cambiantes de la actualidad.

Ahora que la expresión “lectura de los signos de los tiempos” es leitmotiv de teólogos y pastores cercanos al pueblo, impulsados por la novedad del papa Francisco y en la línea de la Gaudium et spes, conviene revisar la historia del concepto, precisar su alcance y evitar su uso indiscriminado. Chenu continúa siendo maestro probado para tal operación; su atención a la historia enseña la función concienciadora que toda teología encarnada debiera promover. 





Los “signos de los tiempos” son –para Marie Dominique Chenu– tomas de conciencia comunitarias desencadenadas por acontecimientos que cambian la historia hacia una más perfecta humanización y socialización. Equipara los signos de los tiempos a la potencia obediencial natural a la recepción de la gracia inscrita en toda persona humana, de modo que también la historia anhela la encarnación del espíritu en la materia. 

El concepto de los “signos de los tiempos” desarrollado por Marie-Dominique Chenu desde 1937 marcó la hoja de ruta en la renovación o aggiornamento que emprendió el Concilio Vaticano II bajo la guía del papa Juan XXIII; no obstante, la influencia directa de Chenu en el “Papa Bueno” es motivo de discusión teológica. 

Discernir los signos de los tiempos, aunque es una función especial de la teología como ciencia, es también tarea de todo cristiano que en la propia vida busca la voz de Dios en medio de los avatares de la historia personal. 

A nivel teológico, el discernimiento de los signos de los tiempos exige, aparte de la simpatía por el mundo y la historia, el rigor científico y una disponibilidad especial para escuchar a la sociedad y a los hombres de hoy sin pretensiones de adoctrinamiento o de moralización. A diferencia de la teología deductiva que parte de principios y dogmas, la “teología de los signos de los tiempos” es inductiva porque parte de los acontecimientos contemporáneos; esto no quiere decir que se coloque aparte la Escritura, la tradición y el magisterio, sino que la historia entra también como lugar teológico importante. 

Los acontecimientos históricos son ambivalentes y ambiguos, por la presencia del pecado y del mal en el mundo. Por esa razón, Chenu discierne como signos de los tiempos únicamente acontecimientos que representen crecimiento en socialización y humanización. Rechaza la ideología porque esta es ya una interpretación reductiva del acontecimiento, no el acontecimiento mismo. El ateísmo contemporáneo no puede considerarse como signo de los tiempos porque es negación intencional de la relación del evento novedoso con la creación y con la encarnación. 

Dos son los criterios fundamentales para poder catalogar un acontecimiento de la época como signo de los tiempos: el reconocimiento de la novedad del evento en un inventario atento a la realidad contemporánea, y la relación de dicho evento con la creación y la encarnación. 

La encarnación es en Chenu el movimiento fundamental fundamental de todo el plan de salvación. La creación, con la cooperación de la comunidad humana, es la encarnación continua del espíritu en la materia. La historia es la encarnación continua en el tiempo. La encarnación del Hijo de Dios aportó la clave interpretativa de toda la historia de salvación, también para la interpretación de los signos de los tiempos. 

En el contexto latinoamericano, la teología de los signos de los tiempos ha permitido a la teología elaborada en esta parte del mundo tener una voz original a partir de la toma de conciencia del lugar del pobre, del descartado. En todo el mundo, teologías atentas a los eventos de la historia continúan con el discernimiento de los signos de los tiempos como espacio y tiempo dispuesto para el crecimiento en socialización y para la evangelización. 

La valoración de la mujer en su dignidad e igualdad respecto al varón, la conciencia de la autoridad como servicio en la Iglesia contra todo tipo de abuso de poder, el pluralismo y el respeto por la libertad de expresión retan a la teología a la interpretación y al discernimiento desde la enseñanza social del Evangelio.

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