La Inquisición y los alumbrados

 



La Inquisición sospechó que había elementos heréticos en la doctrina de los alumbrados e inició una investigación que llevó a la detención de sus principales cabecillas –la beata Isabel de la Cruz y Pedro Ruiz de Alcaraz, del grupo de Guadalajara, fueron encarcelados en abril de 1524 y sentenciados en un auto de fe de julio de 1529- y a la promulgación por el inquisidor general, el erasmista Alonso Manrique, de un "edicto sobre alumbrados" en septiembre de 1525, que incluía una lista de 48 proposiciones consideradas heréticas. 

En 1529 fue detenida la beata Francisca Fernández, líder del grupo de alumbrados de Valladolid, y poco después uno de sus principales seguidores, el predicador franciscano Francisco de Ortiz. 

La beata incriminó a partidarios suyos acusándolos de "luteranos". Este fue el caso de Bernardino Tovar, hermano del erasmista Juan de Vergara, y de María de Cazalla, quien fue torturada bajo la acusación de luteranismo y de iluminismo. Otro de los denunciados por la beata Francisca Hernández por "luteranismo" fue el impresor de la Universidad de Alcalá, Miguel de Eguía, pero fue absuelto en 1533 tras pasar más de dos años en la cárcel de la Inquisición en Valladolid,6​ y Juan del Castillo.​ 

En su defensa, María de Cazalla alegó que en Guadalajara alumbrada se aplicaba a toda persona recogida y devota.

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