Salvación del hombre



O. González de Cardedal, La entraña del cristianismo (Secretariado Trinitario, Salamanca 2001) 420.




La fe en Jesucristo ha crecido como pensamiento teológico ahondando en la convicción de que la salvación del hombre no puede ser verdaderamente divina si no es total, es decir, si el Hijo no ha asumido nuestra humanidad en todo el rango de su consistencia.

. Y es aquí donde reside el meollo teológico de la pregunta del hombre por su salvación: el hombre salvado por un hombre , el Verbo de Dios hecho carne. 

La revelación de Dios en Cristo abre la existencia del hombre a pensarse y proyectarse como posibilidad de ser sin límite, porque trata la búsqueda del ser humano como inquietud movilizada por el sentido de sí y no por el miedo a luchar, a padecer o a morir. En las figuras evangélicas del “reino escatológico” y la “relación entre el Padre y el Hijo” se puede apreciar cómo “las realidades humanas, constituidas portadoras de su gracia, por la condescendencia y humildad de Dios, se convierten en signos eficaces de ellas”


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