Artículo en Libertad digital sobre el feminismo




Menos Amaral, más Clara Campoamor
Amaral banaliza el feminismo reduciéndolo al circo de enseñar las tetas, algo que no escandaliza hoy en España ni a las monjas carmelitas.
14/8/2023 - 23:39


Amaral se ha desnudado en un concierto y la izquierda pudibunda se ha rendido a sus castos y progresistas pechos. Lo que me ha recordado lo que escribía Clara Campoamor en El voto femenino y yo: mi pecado mortal:


Qué cuesta hacer algo en serio cuando de la mujer se trata.

Se refería Campoamor a un acto de homenaje a "la Mujer" que quería hacer la izquierda con titiriteros y bailaoras en el 36, después de la victoria del Frente Popular. Casi un siglo después, tal cual. Amaral banaliza el feminismo reduciéndolo al circo de enseñar las tetas, algo que no escandaliza hoy en España ni a las monjas carmelitas, si acaso a algún imán fundamentalista y sus acólitas en burka. Contra los que, por cierto, el feminismo progre no dice ni palabra.


La izquierda había demonizado a Clara Campoamor porque las mujeres habían "votado mal" en el 33, cuando ganó el centro-derecha. En el 36, con la victoria del Frente Popular (el primer Frente Frankenstein), las mujeres de repente habían aprendido a "votar bien". Hoy, la izquierda pretende tapar el cuerpo de las mujeres porque desnudar el cuerpo femenino significa, dicen, "sexualizarlo". Y eso está mal. Salvo que se desnuden las propias mujeres de izquierda, que es "empoderarlo". Entonces está bien. Siguen las cortesanas de Irene Montero y las secuaces de Carmen Calvo el ejemplo de la sufragista puritana que en 1914 la emprendió a cuchilladas con la Venus de Velázquez en la National Gallery de Londres por enseñar el culo. Barbie antes era una muñeca fascista; ahora, sin embargo, descubren que es feminista gracias a una impagable propaganda cinematográfica de la empresa Mattel, que ha sabido ver por donde soplan los vientos feministamente correctos. Como dice Carmelo Jordá, si Chanel mueve el culo en Eurovisión es que es una zorra del heteropatriarcado; pero si es Rigoberta Bandini la que hace canción-protesta usando sus pezones como reclamo publicitario es que es una perra queer. Susana Estrada, la protagonista del destape en los 80, mal; Amaral, heroína del destape para onanistas hipster, ok.


Cuando Madonna comenzó a cantar cosas como Like a virgin, en la que fantasea con falos nivel Rocco Siffredi, el feminismo progre habitual, el de la segunda ola del feminismo que oscila entre la frigidez y la represión, se lanzó contra la cantante norteamericana porque se mostraba como un "objeto sexual". Las mujeres, según este feminismo de izquierdas, debían ocultar su sexualidad, negarla. Madonna comenzó el feminismo de las "malas feministas" para las que el sexo dionisiaco y sáfico, entre el glamour y la belleza, era una fuente de enseñoreamiento y gozo en la estela de la elegante y sofisticada Marlene Dietrich y la Mae West que cuando era mala, era mejor.

Pretendía Campoamor que su feminismo fuese un humanismo, nada que ver con un movimiento extravagante, estrambótico y grotesco. Con la abadesa Carmen Calvo, la monja Irene Montero y ahora la novicia Amaral, el convento del feminismo de izquierdas, entre lo hortera y lo cursi, está haciendo que el feminismo hegemónico sea precisamente extravagante, estrambótico y grotesco. En una palabra, "queer". Por supuesto, el liberalismo defiende el derecho de Amaral al postureo, a hacer el ridículo y a ganar dinero con todo ello. Pero el feminismo no tiene por qué ser vulgar, superficial y populista. Menos Beauvoir, Calvo, Montero y Amaral; más Madonna, Dietrich, West, Chanel y Campoamor.

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