LA UVA DE ALMERÍA. LA PRIMERA AGRICULTURA



LA UVA DE ALMERÍA. LA PRIMERA AGRICULTURA 

COMERCIAL

Este artículo está copiado de la Voz de Almería

Durante la primera mitad de este siglo, la producción de uva fresca y su exportación hacia los mercados exteriores han sido las principales actividades económicas de la provincia. Los orígenes del sector ya fueron tratados en el volumen anterior de esta obra, por lo que cuando amanezca el siglo XX, nos encontramos ya en pleno apogeo de la plantación de nuevas parras en diferentes comarcas de la provincia, una vez superado el episodio de la filoxera que había ralentizado el crecimiento de la producción en la última década del siglo XIX.

La historia de la uva de Almería a lo largo del siglo XX está separada en dos por el profundo colapso de los años 1936-1945. Antes, las dificultades en los mercados exteriores, adonde se dirigía la práctica totalidad de la producción uvera habían sido notorias en los años de la Primera Guerra Mundial que cortarán un ciclo ascendente que se remontaba a los años del combate contra la filoxera (la década de 1890). 

La caída del consumo y el encarecimiento del transporte marítimo ya había puesto contra las cuerdas a la producción almeriense durante el conflicto europeo. Tras la recuperación de postguerra, las dificultades no desparecerán por completo. Por un lado, el mercado alemán, sumido en las profundas perturbaciones del inmediato periodo postbélico, se mantuvo muy deprimido en los años veinte. Por otro, y esto fue más importante, entre 1924 y 1936 se mantuvo cerrado a la uva de Almería el mercado norteamericano, tras la acusación de que el fruto almeriense estaba infectado de "mosca mediterránea”.

Los intereses de los productores de uva fresca californiana pesaron en una férrea medida que, por lo pronto, clausuraba el acceso a unas plazas que recibían más de la cuarta parte de la producción uvera almeriense. Todo esto eran los prolegómenos de una oleada proteccionista que se agudizaría en los años 1930 y que restringiría el comercio internacional. En 1932 los acuerdos de preferencia a las producciones del Imperio británico, creaban dificultades en el principal cliente de la uva de embarque: Gran Bretaña. 

Además, el desarrollo a una escala cada vez mayor de medios de transporte marítimo a larga distancia dotados de sistemas de refrigeración, permitió la presencia creciente de uvas de otras latitudes en los mercados consumidores y la prolongación de la situación de saturación que se arrastraba desde años antes. 

Las ventajas que habían permitido la presencia hegemónica de la uva del barco de Almería en las mesas británicas (dureza y aguante) comenzaban a ser cada vez menos importantes e incluso poco competitivas ante las nuevas variedades de uvas (belgas, italianas, chilenas, argentinas) que se presentaban en los mercados. Pero aparte de las modificaciones negativas de las condiciones de la demanda internacional —sin alternativa en un cortísimo crecimiento del consumo nacional—, desde los años anteriores a la guerra de 1914, y particularmente desde el año 1907, el problema uvero ya se había convertido en uno de los temas estrella de la prensa y de la opinión de la época. A las dificultades de mercado ya referidas, habría que añadir determinadas circunstancias de oferta como su enorme subdivisión, atomizada en miles de productores incapaces de concentrar la producción para acceder en mejores condiciones al transporte marítimo o a los propios mercados y de asegurar, asimismo, unos estándares de calidad. 

La escasez o carestía de los créditos, así como el encarecimiento de los costes productivos (tratamientos contra las plagas, mano de obra) estrangulaban la rentabilidad del sector. Con la guerra civil española y el inmediato cierre de los mercados con ocasión de la Segunda Guerra Mundial, el sector uvero se verá abocado a un durísimo ajuste del que sólo podrá salir cuando ya haya avanzado más de la mitad de la década de 1940.

A partir de los años cincuenta la recuperación de las exportaciones de uva, lejos no obstante de las cifras de los primeros años de siglo, nos pone sobre la pista de la relativa reestructuración acaecida en el sector. Los canales de comercialización, controlados por los exportadores de origen levantino en su mayor parte, que compran la producción a pie de parcela; la presentación del fruto, con la paulatina desaparición de los barriles de 22 kg., sustituidos por cajas de 10 kg., el incremento constante del transporte por carretera, hasta el punto de ser mayoritario ya en la década de 1960, relegan al pasado algunas de las escenas más características de las campañas uveras de primeros de siglo. 

No obstante se mantienen los problemas de dispersión y desorganización de la oferta que agravan la pérdida de competitividad de la antigua "uva del barco" almeriense. En los años 1980 y 1990 se acentúa un declive imparable y las hectáreas en cultivo descienden desde 6.000 a menos de 2.000 hectáreas. 

Mientras que los antiguos parrales de Berja y Dalías son ocupados por invernaderos, agoniza la que fue otrora la primera producción comercial de la provinc


LAS TRANSFORMACIONES AGRARIAS

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