IMAGEN Y MEMORIA DEL FRANCISCANISMO EN TORO. NOTAS Y CRÓNICAS PARA EL ESTUDIO DE UN CONVENTO OLVIDADO

IMAGEN Y MEMORIA DEL FRANCISCANISMO EN TORO. NOTAS Y CRÓNICAS PARA EL ESTUDIO DE UN CONVENTO OLVIDADO


LARA ARRIBAS RAMOS

SARMENTAL. Estudios de Historia del Arte y Patrimonio


ISSN 2952-1084 Universidad de Burgos Cátedra de Estudios del Patrimonio Alberto C. Ibáñez (CC BY-NC-ND 4.0) 

Resumen
A pesar de la estima con que las crónicas monásticas lo califican de “unus ex totius Provinciae paecipuis”, la memoria del desaparecido convento de San Francisco de Toro, llamado el Grande, rehúye el olvido solo gracias a disgregadas notas al margen de la historia mendicante peninsular. El estudio de sus influencias durante la primera modernidad y de los ecos posteriores a su pérdida permite, no obstante, reconstruir parte de la imagen de esta fundación bajomedieval y resituarla como hito monumental de la espiritualidad franciscana en el paisaje urbano de esta villa.






A modo de conclusión: Ruinas perdidas en campo / que lecho de mar fue antes de hombres


Como se planteaba al inicio, la cotidianeidad de urbe campesina y empobrecida que des- prende Toro en el siglo XIX no se corresponde con los parámetros de calma y la gloria atemporal que, durante décadas, alentaron el estudio de la ruina―Locus ubi Troya fuit!― y de la fortuna medieval de las villas castellanas. La visión pesimista de los literatos llega pronto a la historiografía artística y son fecundos los trabajos que, animados por los per-files medievales de su atalaya, posan en Toro su vista para escribir un relato de ausencias en el que participa, de forma marginal, el desaparecido convento de San Francisco El Grande. Es esta “una de las comunidades franciscanas de más lustre y esplendor” a pesar de que, en los incendios que sufriera a principios del siglo XV, “perecieron sus papeles y memorias” interceptando su historia e impidiendo “saber lo que fue antes, cuándo sufundación y cuáles sus principios y progresos” (Floranes 1781, 101).


La destrucción total de su fábrica ha obligado, para el estudio de sus orígenes medievales, a plantear en este trabajo, a fin de poder resituar la fortuna de la fundación mendicante en el paisaje urbano de la villa, un análisis contrastado de las fuentes y relatos que describen su imagen arquitectónica gótica; como lo hacen Jacobo de Castro, Cesáreo Fernández Duro, Rafael Floranes y Encinas, Antonio Gómez de Latorre, Francisco Gonzaga,Joaquim Pedro Oliveira Martins, Luis Salazar y Castro, Lucio Sículo Marineo o Luca Weddingo. De la mano de esos autores, siempre a través del recuerdo del patronato de los Portocarrero, los Sosas y los Acuñas de Requena −“con cuyos sepulcros, inscripciones y armas no menos ilustra la Capilla Mayor que con sus dádivas y buenas asistencias al Convento” (Floranes 1781, 102)− es posible reconstruir algunos aspectos de la dilatada relación topográfica de origen medieval que posee el convento para con la villa de Toro, antes de que la poética de la ruina llegara al cenobio y de que una plaza con el mismo nombre constituyera el único rastro material de su presencia (fig. 6).


Del estudio de estas fuentes, junto con las investigaciones especializadas que han venido trabajando las noticias documentales del cenobio, se ha podido constatar que lo reflejado en las crónicas franciscanas se asemeja en gran manera al exhaustivo testimonio realizado por Wyngaerde en su vista de la ciudad, en la que se identifica, como hito monumental, al convento de San Francisco de Toro en su razón topográfica de conformador de espacios y creador de paisajes devocionales dentro del ámbito urbano. El estudio de la imagen medieval de la fundación franciscana hace posible sugerir la permeabilidad de contextos urbanos entre la capilla mayor del convento franciscano y la topografía de la villa a través de la advocación a santa Catalina. El análisis también ha permitido plantear una voluntad arcaizante en las sucesivas obras que se realizan en El Grande durante la Edad Moderna, con una intencionalidad ligada a la imagen de poder y la consolidación de las jerarquías de esta línea dinástica de origen portugués.




Se hace patente, por último, la artificiosa distancia entre Edad Media y primera Modernidad en muchas de las estructuras de presencia y presentación, también en lo que respecta a las prácticas medievales de enterramiento, la continuación de la memoria, la legitimación de nuevas ramas familiares y títulos a través del poso de antigüedad que significa a San Francisco El Grande como espacio singularizado al servicio del linaje. Las dinámicasfunerarias y devocionales de uno de los más principales claustros de la orden en la meseta crearon y significaron espacios y acontecimientos durante siglos, de tal modo que sus ecos sobreviven, aun cuando las ruinas historiográficas del franciscano continúan incluyendo su presencia en el silencio de la Historia.

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