Oficio de afilador






El afiladooooooor.....

"Cuando los pucheros, tarteras y sartenes de porcelana se agujereaban por el exceso de uso, ahí estaba el afilador para tapar el agujero y dejar el utensilio como nuevo”.

Como suele ocurrir con los oficios antiguos, que pasaban de padres a hijos, el de afilador no iba a ser menos. Considerado un arte por quienes lo practicaban y aún lo practican, afilar cuchillos y tijeras requiere gran destreza y precisión en el manejo del esmeril. Incluso en la ficción hallamos referencias a este antiguo oficio. Por ejemplo, en La Corte de Carlos IV, una novela de Benito Pérez Galdós, podemos encontrar un breve apunte sobre los afiladores: "Pacorro Chinitas, el amolador, personaje que tenía establecida su portátil industria en la esquina de nuestra calle. Me parece que aún estoy viendo la piedra de afilar que en sus rápidas evoluciones despedía por la tangente, al contacto del acero, una corriente de veloces chispas, semejantes a la cola de un pequeño cometa; y como era mi costumbre no apartar la vista de la máquina mientras hablaba con el Júpiter de aquellos rayos, el fenómeno ha quedado vivamente impreso en mi imaginación".

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