Psicología en el siglo XXI


Psicología en el siglo XXI. Behavioral neuroscience. Ciencias del comportamiento 

Citación: Cárdenas P. F. Psicología en el siglo XXI. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio- septiembre de 2021.

El enorme avance en el desarrollo científico-tecnológico característico de las últimas décadas ha ocasionado grandes cambios en el pensamiento cotidiano y en la aproximación a los problemas teóricos. El que más ha afectado a la Psicología es la posibilidad de explicar los procesos psicológicos en términos neurobiológicos. Ya desde el nacimiento mismo de la disciplina en 1864, con los trabajos de Paul Broca, según algunos, o en 1879, con la creación del primer laboratorio de Psicología por Wilhelm Wundt, según otros, hubo una tímida tendencia a la adopción de posiciones materialistamonistas para el estudio de los fenómenos psicológicos. Pero solo hasta hace relativamente poco se comenzaron a dar pasos certeros en esta dirección, pues no existían las herramientas tecnológicas, matemáticas e informáticas necesarias para la integración teórica de los datos obtenidos en la experimentación. En este escrito se hace inicialmente una breve contextualización del origen de a Psicología, intentando definir sus problemas principales y las metodologías propuestas en un comienzo y a continuación se ofrecen algunos ejemplos de la forma en que los desarrollos tecnológicos en neurociencia se han venido integrando al campo de la Psicología. 


¿Qué le depara el siglo XXI a la psicología?

Como queda dicho, el tránsito de la explicación de los procesos psicológicos desde lo filosófico y lo religioso al ámbito de la ciencia natural tardó al menos un siglo en empezar a
tomar cuerpo. Desde el nacimiento de la Psicología se fue asomando (muy tímidamente) laidea de que lo psicológico no solo podría, sino que debía ser estudiado a la luz de la ciencia.

En ese paso de la Psicología protocientífica a la científica (Bunge & Ardila, 1987), innumerables líneas de investigación se fueron abriendo paso al interior de la disciplina. Todas
ellas fueron paulatinamente asimilando elementos de la neuroimagen, la electrofisiología, la neuropsiquiatría o la neuropsicología, y dando lugar a nuevas teorías e hipótesis de trabajo
que enmarcan explícitamente el mundo mental dentro del terreno de la neurociencia.

La evidencia alcanzada hasta este momento en el estudio del cerebro muestra claramente el error conceptual de las posiciones que rechazaron la reflexología y el carácter innato del comportamiento en pro de la dialéctica hombre-sociedad, desconociendo los factores biológicos determinantes del comportamiento (por ejemplo, aquellas fundamentadas en la propuesta de inicios del siglo XX por Lev Vigotsky, que alimentó gran parte de la Psicología social de finales del siglo XX y comienzos del XXI). Asimismo, se hace evidente que las posiciones que optaron por seguir el concepto de “caja negra” mencionadoatrás, hubieran podido tener una vida más larga y acorde con el devenir teórico si se hubiera buscado la construcción de una posición integradora de los conocimientos provenientes deotras disciplinas sobre esta “caja negra”.


Hoy en día es indiscutible que el diálogo permanente entre el hombre y su entorno social es en todo similar a la forma en que se da cualquier otro proceso, pues lo realiza el mismo cerebro mediante los mismos procesos fisiológicos.
 De hecho, la neurociencia social, de la cual John Cacioppo fue uno de los principales proponentes y desarrolladores, ofrece un amplio y preciso contexto neurocientífico a los fenómenos sociales (Cacioppo, et al., 2002).

Dado este panorama, es casi imposible que actualmente, o en el futuro, el estudio científico de cualquier proceso psicológico pueda pensarse desde un marco diferente al psicobiológico (neurocientífico), so pena de caer en la descripción en lugar de la explicaciónde los fenómenos.

Haciendo una analogía de la propuesta de Jean Piaget durante la XII Conferencia de la UNESCO, en la que abogó por borrar las distinciones entre lo psicológico y lo social, ya que, según su argumentación, los fenómenos sociales dependen claramente de los fenómenos humanos, podemos ahora abogar por borrar las distinciones entre lo psicológico ylo fisiológico, pues tal distinción es insostenible a la luz del conocimiento actual. Todos los fenómenos humanos son resultado de procesos cerebrales y, por tal motivo, pueden ser abordados explicativamente y de forma objetiva con las herramientas que le son propias a las ciencias naturales.

En las últimas tres décadas del siglo XX fue notoria la tendencia a construir y apoyar las hipótesis y afirmaciones sobre los procesos psicológicos en la evidencia obtenida con diversas técnicas como la tomografía axial computarizada, la electroencefalografía digital, los potenciales evocados o relacionados a eventos, la resonancia magnética, la resonancia magnética funcional, las tomografías por emisión de positrones o de fotones, la magnetoencefalografía, la espectroscopía por emisiones cercanas al infrarrojo, y otras.

La utilización de estas técnicas ha permitido acercarse más a la tan añorada objetividad en la medición de las funciones psicológicas y contribuye cada vez más a resolver preguntas centrales de la Psicología que, en realidad, reflejan la curiosidad del ser humano: ¿dónde queda la mente?; ¿puede la consciencia permanecer tras la muerte del cerebro?; ¿es posible la consciencia extrabiológica?; ¿por qué la consciencia del sueño es diferente de la consciencia durante la vigilia?, y muchas más.

El avance tecnológico continúa, por lo tanto, es apenas natural prever que, cada vez más, se dispondrá de mejores herramientas para analizar con mayor precisión espaciotemporal los procesos psicológicos, con lo cual se seguirá acumulando el conocimiento sobre la unicidad de mente y cerebro.

La normal tendencia de los eventos permite avizorar el desarrollo de la Psicología en lo que resta del siglo XXI y, claramente, en los siglos por venir. Incluso si en el futuro deja de llamarse Psicología, la disciplina descansará sobre la aplicación de nuevas técnicas que hoy se encuentran en su fase experimental, como el ultrasonido focalizado de alta intensidad, el ultrasonido funcional (cuya utilización en la creación de interfaces cerebromáquina será inconmensurable), el desarrollo de nanocomponentes (nanobots, nanopartículas de polímeros para la modificación neuroquímica precisa, nanofarmacología, etc.), la optogenética, la edición genética (por repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas o CRISPR), el implante o la supresión de recuerdos o constelaciones de conocimientos por estimulación cerebral profunda, la transformación de la actividad electroencefalográfica en información visual, el uso de la inteligencia artificial para el diagnóstico y la toma de decisiones terapéuticas, la potenciación de la memoria, tanto en pacientes aquejados de alteraciones como en personas normales que deseen aumentar sus capacidades mnémicas, mediante microestimulación eléctrica profunda dirigida, así como la transmisión a distancia de imágenes mentales, y otras muchas aplicaciones.

Cada una de estas técnicas abre infinidad de posibilidades de utilización práctica y deredefinición teórica, cuya discusión excede claramente el alcance del presente artículo, razón por la cual solo se enuncian.

El advenimiento de estas técnicas y de muchas más que aún están en la fase exploratoria hará que el papel del psicólogo sea cada vez más complejo y llegue a muchas esferas de la sociedad, sobre todo la educación para el desarrollo de una sociedad mejor preparada para el día a día. Posiblemente uno de los roles que habrá de cumplir el psicólogo del siglo XXI gire alrededor de la necesidad de equilibrar el conocimiento popular con la realidad científica y tecnológica, pues esta distancia es una de las mayores causas de atraso y desadaptación personal, y está en la base de la baja productividad de las sociedades y del mantenimiento de estructuras sociales que han probado su ineficacia sobradamente.

En este sentido, la característica más notoria es que la integración deberá darse no solo en el nivel de la construcción teórica sino, principalmente, en el de la formación interdisciplinaria del propio psicólogo y de sus grupos de trabajo. Con el desvanecimiento de los límites entre las disciplinas, se logrará un conocimiento científico mucho más real, preciso, amplio y fidedigno, sobre el cual será relativamente seguro construir las nuevas concepciones del hombre como entidad natural y de su lugar en el cosmos.

Quizá este cambio de perspectiva ya iniciado lleve a que el concepto actual de la humanidad acerca de sí misma se modifique y nos permita tomar consciencia de nuestro papel como otra más de las especies animales del ecosistema, para que así podamos superarel peligroso momento en que nos encontramos y escapemos a la extinción que nos amenaza.
 
Psicología en el siglo XXI. doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
Psicología en el siglo XXI. problemas, preguntas y metodologías en el marco de la neurociencia.

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