La revolución en las Ciencias Físicas
La revoluciones en las
Ciencias Físicas
Cuando se habla de Ciencias Físicas se refiere
sobre todo al estudio de la naturaleza. Esta revolución se planteó a partir del
Renacimiento, siendo su punto de
arranque, como se ha visto en el apartado anterior, Bacon y la introducción del
método experimental. Este método
se convirtió en práctica generalizada de los físicos como Kepler, Torricelli, etc., de forma que la
ciencia se considera una cosa diferente de la
filosofía, que se vuelve racionalista, cuyo máximo representante es Descartes y
los empiristas, y emprenden caminos separados, primero tímidamente, para
desembocar en enfrentamiento y rotura de relaciones.
Con la aplicación del nuevo método a la Física
se obtuvo como resultado el
descubrimiento de las leyes naturales que representan a una naturaleza regida
con exactitud matemática y en apariencia, sin necesidad de nada que la
gobierne.
Todos estas ideas fueron asumidas por la gran masa, y de manera paulatina
se produjo un cambio de visión del
mundo y del hombre. El puesto central lo ocupa la naturaleza, gobernada por
leyes exactas y el hombre forma parte de ella. La fe religiosa, así como todos
los ámbitos de la sociedad, se vio afectada por esta nueva concepción de la
naturaleza.
Con
la revolución de Newton y las circunstancias políticas en la primera mitad del
siglo XVII, la guerra de los 30
años, y la paz de Westfalia, se produjo la secularización de pensamiento.
Corresponde
a esta etapa un momento singular dentro de la actividad científica: la
fundación de las Sociedades que institucionalizan la profesionalización del
hombre de ciencia, posibilitan el intercambio y divulgación de los resultados,
e intentan hacer coherente y uniforme el lenguaje naciente de las ciencias. En
1662, se inicia la Sociedad Real (Royal Society), la Academia inglesa de
las Ciencias, que tendría como
presidente a partir de 1703, durante 24 años a Sir Isaac
Newton. La fijación en la memoria escrita de las prioridades en los
descubrimientos, los informes presentados en las recién inauguradas Academias,
el afán de alimentar el debate que ofreciera la necesaria luz en los temas
investigados, constituyeron fuerzas motrices para insertar en la matriz
del tiempo la publicación de las revistas científicas periódicas. El nacimiento
de tales revistas tuvo como escenario histórico el Londres de la Royal Society
y el París de la Academié, en fecha de 1665, con títulos “Journal des Scavans” y “Philosophical
Transactions”. La última llega hasta hoy como publicación de la Royal Society
en dos series.
En 1669 la construcción del cálculo
infinitesimal fue desarrollada casi simultáneamente por Leibniz y Newton, lo
que dio lugar a la alta Matemática. El principio de inercia tuvo consecuencias
relevantes en Teología, porque cuando
la Física llega a la conclusión de que el movimiento del universo se
conserva, la imagen de las relaciones entre Dios y el mundo cambia. Ya no hace
falta un Dios que actúe continuamente sobre el mundo. Basta con un Dios que,
tal como un relojero, construya el mecanismo del mundo y lo ponga en marcha.
Después, puede retirarse. El mundo continuará funcionando solo. Su
funcionamiento será determinista, prefijado, sin libertad humana ni divina, a
no ser que Dios quiera romper de vez en cuando las leyes con milagros; libertad
y milagros, otros dos grandes temas de discusión.[1]
El
desarrollo de la
Termodinámica, los avances
en Óptica en el siglo XVIII y en la actualidad, han mejorado la calidad de la vida
humana, y también han influido en una visión del mundo diferente.
Un modelo de la aplicación de la Física en la
Teología lo encontramos en Salas.[2]
El autor intenta explicar lo que actualmente la razón no puede, haciéndolo a través de la teoría holística. El holismo invita a
descubrir a Dios tanto en la energía frontal como en la energía cósmica. El
Espíritu Santo sería la fuerza cósmica que jamás cesa de actuar.
Presenta como tesis fundamentales:
1º
Las ideas fundamentales del cristianismo respecto al Pneuma
Si se analiza la Biblia, el ruah ha tenido en
todo momento un protagonismo en la forma de actuar de Yavhé. Ese Espíritu
divino es el creador, el que toma la iniciativa, el que inspiraba todas las actuaciones de los hombres, es de
procedencia divina, es santo. Jesús es concebido en el Espíritu y lo recibe en
el Bautismo para cumplir su misión. En la muerte entrega el Espíritu a la
iglesia. La reflexión teológica ha tratado de justificar con argumentos de
razón la personalidad divina del Pneuma. Ha tendido a concebirlo como el flujo divino que se adentra
en los creyentes, inundándolos de cuanta gracia y energía precisan para
afrontar y superar su propio desvalimiento, su desamparo. Ha sido la persona oculta del
Misterio. Se le ha asignado un misión
concreta, pero su figura queda desvanecida y hoy se siente la necesidad de vitalizarla.
2º
Presentación de la teoría holística
Los postulados de la nueva física invitan a entender
el cosmos como una unidad sin fisuras. Pero observa que el cosmos está
regido por unas leyes que no se ajustan a los parámetros conocidos. Partiendo
de la hipótesis del Big-Bang puede hablarse de un flujo de energía cósmica que
se expande a una velocidad cada vez más trepidante. Esto invalida las leyes que
suponían regular el proceso del universo. Hoy se ha llegado a la conclusión de
que el cosmos es pura energía, pero que no siempre circula a igual velocidad.
Por eso, al ralentizarse, llega a adquirir la forma de materia. Todos los
cuerpos celestes no son sino simple energía ralentizada. E incluso, si se
ralentiza aún más, puede generar los agujeros negros que ni siquiera la luz
puede penetrar.
3º
Trata de relacionar el origen del mundo con la idea de Dios
En el holismo no tiene cabida la visión
personalista de Dios. Si es un ser, ya no es un todo. Ninguna religión monoteísta puede renunciar al carácter
personal de la divinidad. El holismo invita a descubrir a Dios tanto en la
energía frontal como en la energía cósmica. Esta desconcertarte paradoja aflora
de continuo en el mundo cuántico. La
energía caótica que fluye del ego, no puede sintonizar con la energía amorosa
que fluye del todo. Y en ese todo es
donde la visión holística invita a descubrir la acción de Dios aun
cuando éste se identifique a su vez con la energía frontal que jamás se
manifiesta. Sería la fuerza
cósmica, el Espíritu Santo que jamás cesa de actuar. Y es que su impulso
vibracional impulsa y soporta todo el conjunto de la creación. Nuestro universo
es la simple resultante de un proceso expansivo.
Es evidente que la teoría holística explica
bien el origen del cosmos y del hombre,
habla de una energía fuente, de una energía cósmica, de la materia como pura energía,
de que todo tiende a la totalidad, de la energía caótica del
hombre…Todos estos datos si los aplicamos a la tradición bíblica, de ese Dios
inaccesible Dios Padre, de ese Espíritu, Pneuma o soplo divino, explicaría con
la razón que la energía fuente sería Yavhe y que la energía cósmica sería el
Espíritu Santo. Sería una explicación que podría admitirse pero hay un gran
problema y es que dentro de esta explicación Dios no podría ser persona, así
como tampoco el Espíritu.
Se ha afirmado que cada ciencia tiene su propio
método y parte de unos axiomas heredados
continuamente revisados. La fe católica parte de una revelación en el
que Dios se relaciona de tú a tú
con el hombre, es un Dios personal. Por tanto, la
visión holística no puede ser una
explicación total del ser de Dios, aunque ayuda en la compresión del Espíritu
Santo y su misión en la obra creadora. Este ejemplo para explicar desde la
ciencia la teología sería modelo
de una nueva visión de entender el diálogo establecido entre ambas ciencias y
la integración de la una en la otra.
La
Óptica también tuvo algunos contactos con la Teología. Para la tradición
teológica, la luz era una metáfora de Dios, ya que suponía intangibilidad,
sutileza y conocimiento. Jou, analizando los avances escribe:
“Como metáfora de Dios se suponía que la
luz blanca era pura, sin mezcla. Por ello, la interpretación usual de las
coloraciones de la luz al pasar por un prisma era que la materia impura teñía
de colores la luz blanca pura. Hizo falta la intuición sagaz de Newton para
pensar que la luz blanca era una mezcla de luz de todos los colores y que el
vidrio del prisma no teñía la luz sino tan sólo separaba los colores.
Finalmente, la teoría electromagnética de Maxwell puso de relieve que la luz es
un caso particular de onda electromagnética. Así, la visión, piedra de toque,
hasta entonces, de la certificación sensible de la realidad, pasó a ser una
pequeña ventana sobre la realidad. Y la realidad resultó estar llena de
radiaciones invisibles, que hemos tardado bastante en saber observar y
controlar, y cuya utilización –radio, televisión, telefonía móvil – forma
parte
esencial de la sociedad actual”.
Los avances en electromagnetismo,[3]
el descubrimiento de los rayos X,[4] o el
descubrimiento del electrón por Thomson, dio lugar al primer modelo del átomo.
El desarrollo de la relatividad de Albert Einstein y de la mecánica cuántica,
la materia condesada, dieron lugar a la física de las partículas. En el siglo
XXI se ha avanzado mucho en el
terreno de la meteorología, de la astrofísica y a nivel teórico se intenta unificar todas las fuerzas,
con la teoría del todo entre las que se encuentra la teoría de las
supercuerdas. Hoy, tras estos conocimientos sobre la materia, antimateria,
permite una abertura a la metafísica, es como si la materia se fuera acercando
al espíritu, la relatividad invita a rehuir del relativismo, en la física
cuántica la realidad no es objetiva, representa salir del mundo estrictamente
determinista de la física clásica.
El descubrimiento del bosón de Higgs es muy importante porque confirma el
modelo estándar de la teoría de las partículas; se le ha llamado la partícula
de Dios, pero en sí mismo el
descubrimiento no prueba nada, aunque
interpela a la filosofía y a la metafísica.
Hoy se sabe que el universo físico no está dirigido por leyes
siempre matemáticamente y enteramente predecibles. Esto no es determinado pero tampoco indeterminado; la realidad
física permanece como algo
verdaderamente abierto a la novedad de la historia.[5]
Todos los avances de la física han tenido
enormes consecuencias culturales, tecnológicas, económicas, y al modificar
conceptos como espacio, tiempo, materia, han tenido mucha trascendencia en la
teología. Pero hay que hacer una observación, basar toda la teología en la ciencia es improcedente
y peligroso, porque sus progresos no son definitivos; pero construir una
teología que ignore la ciencia de su tiempo es hacerla menos verosímil, en
algunos aspectos, de lo que podría serlo si compartiese con la cultura de su
tiempo el saber y las inquietudes por el mundo que la ciencia le ofrece.
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