Peter Ludewing Berger
Peter Ludewing Berger
Nace en 1922 en Viena pero emigró a Estados Unidos, siendo profesor de
sociología y teología en la Universidad de Boston.
El cree que hay señales de trascendencia en nuestro mundo cotidiano,
aunque expone la idea generalizada
de la desaparición de lo sobrenatural,[1]
pero esta trascendencia ha
sido percibida de distintas formas, desde angustia, triunfalismo o indeferencia. El término ha
suscitado polémica porque sugiere la realidad dividida en dos zonas:
una que sería comprensible y la otra que aludiría al mundo misterioso.
Esta
idea ha sido contestada desde diversos frentes, y hoy se utiliza como la
existencia de otra realidad significativa para el hombre y que transciende de
la vida cotidiana, que debe desaparecer.
Sigue afirmado que la mayor parte de nuestras
acciones se desarrollan en el mundo natural, como autenticas realidades. Y en
todas las etapas de la historia el hombre se ha preocupado por este mundo, pero
sostenía la existencia de
otro que afectaba a éste, y desde nuestro punto de vista racional
debemos negar ese otro mundo, por lo que desaparece lo sobrenatural.
¿Cómo explica el autor esto? Por el proceso de
secularización, como
secularización de la conciencia. Berger,[2] durante mucho tiempo y, a veces como
verdad absoluta, se ha creído que la época moderna produjo un declive de la religión, tanto internamente como
externamente, creencia admitida incluso por muchos teólogos. Esta misma uniformidad se produjo al determinar
la causa, tanto de pensamiento
como de práctica, atribuyendo a la
ciencia moderna su autoría.
El mismo Berger[3]
sostuvo que la secularización no se podía reducir a una sola causa, sino que
era un proceso complejo y de largo recorrido, pero con raíces religiosas. En esta idea coincide con Weber.
El intento racionalizador en el judaísmo
antiguo, en el protestantismo con la eliminación de elementos rituales, así
como la Reforma, contribuyó a separarlo del ámbito profano. Y la separación y
contracción de las instituciones religiosas fueron, según Berger, los que ayudaron
al auge de la ciencia, al capitalismo y a la industria. La población empezó a
vivir a espalda de la religión, que perdió su papel integrador de la sociedad,
porque perdió su significación. El
hecho de la aparición del pluralismo religioso hizo que las autoridades
religiosas reaccionaran utilizando medios racionales y más centrados en lo
terrenal.
Esteban[4]
escribe, explicando las ideas de
Berger:
“…La situación de
pluralismo había devenido en una crisis de credibilidad. Así pues, la
secularización había sido primero fruto de una diferenciación estructural y,
finalmente, había llegado al ámbito de las conciencias y las prácticas
individuales. Esto último nos remite a otra capa del concepto de
secularización, mucho más cercana en el tiempo y, por tanto, más familiar”.
Pero los sociólogos actuales no se ocupan del
tema por considerar lo religioso caduco, y los que lo hacen, se han ocupado más de instituciones tradicionales,
sobre todo la sociología religiosa, principalmente la católica.
La religiosidad eclesial en Europa ha decaído y no así en America aunque por motivos diferentes. Esta
diferencia la ha estudiado Lukmann
hablando de dos tipos de secularización, desde fuera y desde dentro, pero en ambos casos la religión tradicional ha
quedado vacía de contenido en amplios sectores de población. Como los estudios
son recientes no hay datos comparativos,
aunque sólo es una minoría cognitiva la que
considera lo sobrenatural muy importante. Esta minoría para lo que lo sobrenatural
es importante, difiere en su cosmovisión de la sociedad a la que pertenece,
porque la sociedad la rechaza.
El hombre es un ser social y la mayor parte de los conocimientos
se toman de los demás. Si se piensa de manera diferente tiene una posición incómoda y una
actitud defensiva. Un ejemplo
claro es el de la persona que
procede de una cultura astrológica y se inserta en Estados Unidos y viceversa.
Es decir, lo sobrenatural ha desaparecido, bien por viabilidad empírica, bien
por las presiones exteriores. Esto proporciona gran dificultad a los teólogos.
Pero los cambios nunca se hacen de manera
radical y por este motivo perdura
lo sobrenatural en el mundo actual, de diferentes formas, en los grupos
religiosos, y así los
protestantes, que han estado más abiertos a la exterioridad, lo han asimilado
mejor que el catolicismo, aunque existen todavía protestantes neoconservadores.
También en el catolicismo y en el judaísmo se ha experimentado esta crisis aunque de forma diferente pero
todas las religiones han sido
tocadas por ella aunque el caso más prototípico es el protestantismo.
Afirma también que predecir el futuro es difícil
y es necesario analizar las causas, aunque es de gran dificultad porque éstas son múltiples Y hay que contar
con las sorpresas llamadas por
Kahn y Wiener como variaciones canónicas. Pero cabe presumir que seguirá la
tendencia secularizadora.
El mismo Berger, ante este hecho da varias opciones:
1º opción,
mantener el sobrenaturalismo frente al mundo (muy difícil de mantener,
mejor en comunidad solidaria y cerrada, vivir en guetos, con motivaciones muy
fuertes). Cuando el hombre quiere vivir así, se produce la secta. Pero la movilidad y la integración
social aumentaran en el futuro
desapareciendo la opción sectaria.
2º opción, la rendición, con la labor de
traducción, es decir, expresar afirmaciones religiosas con nuevas estructuras
de referencia, liquidando los elementos sobrenaturales, apareciendo la
institución religiosa como irrelevante.
En este momento, se da el
cristianismo secularizado
desapareciendo la teología y las instituciones religiosas.
Estas dos posturas raramente son asumibles, produciéndose en la mayoría de los
grupos religiosos el aggiornamento, es decir, un cierto compromiso con el
pensamiento moderno y el abandono
de algunos elementos tradicionales. Esta es la forma típica del liberalismo
teológico protestante.
Estas modificaciones que conlleva el
aggiornamento, producen modificaciones específicamente cognitivas
convirtiéndose en graves crisis internas. Se pueden considerar algunas posible
modificaciones a esta tendencia secularizadora como son la oportunidad y la
relevancia. El teólogo que sigue este sistema pronto será irrelevante. El que
no tiene en cuenta el tiempo en que vive
dejará de ser considerado teólogo.
Cuando la relevancia venga determinada por
tendencias sociales aparecerá la superstición. Esta pervivencia de lo
sobrenatural no se puede explicar como Jung, como necesidad, pero el hecho de enfrentarse a la
enfermedad, y sobre todo a la muerte, hace posible la necesidad de una
Teodicea, en ocasiones secular, que falla ante la muerte.
Felipe Marín Huete[5]
de la Universidad de Granada escribe un artículo cuya idea fundamental es:
“Si
algo permanece invariablemente constante en la vida diaria de las personas es,
afirma Berger, el temor a las situaciones marginales y a la anomia. Ni el
proceso de secularización con sus universos simbólicos (filosofía diurna y
teodiceas seculares), ni el resurgimiento religioso y global (desecularizacion
público-política) han podido dar una explicación plausible y convincente de
estos fenómenos que tanto afectan a la conciencia y a las identidades
subjetivas de los individuos. En este sentido, y tras el fracaso de las
anteriores cosmovisiones en su intento de dotar de sentido a la realidad y la
vida ordinaria de las personas, Berger recurre a una nueva instauración del
nomos religioso”.
Esto lleva al autor a sostener que en el futuro
seguirá este proceso de secularización pero quedará resto de este sobrenatural.
Berger[6]
afirma que la era moderna se caracteriza por ser una época pluralista en la que
se combinan diversas religiones, conocidas hoy por los medios de comunicación,
la constante inmigración, los viajes, etc. Con este pluralismo desaparecerán
las sociedades cerradas y la teoría de la sociedad moderna secular.
Cree que, a pesar de que la Iglesia Católica es
de las más antigua de las
instituciones, pronto serán los cristianos una minoría en el mundo, y sin embargo, otras religiones
crecerán de manera inusitada como
es el Islam, el Budismo u otras,
porque se han globalizado, incluso lo llega a aplicar al Judaísmo.
Para que la pluralidad de religiones puedan
vivir pacíficamente es necesario una interacción social. En contra de la teoría
clásica de la secularización, Berger afirma que la era moderna lo que ha traído
es un etapa expansiva de las religiones, excepto en los intelectuales y en
determinadas regiones, como
Australia. Pero ésto sólo es
parcialmente cierto y, sí de manera empírica en algunos lugares se ha observado
un descenso, señalando a la ciencia y a la tecnología como factores
secularizadores, se producen
hechos que hacen dudar de esta aseveración, porque en otros
lugares ha aparecido antes que la modernidad (China), o que en otros, se ha
afirmado más su religiosidad como en países mulsumanes. Otra dificultad para la
teoría de la secularización consiste en la estructura religiosa de Estados
Unidos, donde a pesar de ser la sociedad moderna por excelencia, se proclama
intensamente lo religioso, e
incluso hay indicadores de
revitalización, normalmente en las
iglesias más conservadoras.
El pluralismo, el contacto de las religiones,
lleva a decir a Berger que ninguna religión puede ser considerada definitiva,
porque el individuo puede elegir libremente la religión que quiera de su
entorno. Al hablar de coexistencia, habla de no poner vallas, sino de
romperlas, y cuando estos grupos empiezan a hablar se produce la contaminación
cognoscitiva, favorecida por
las ciudades, los medios de comunicación social, por la economía de los mercados y el sistema democrático.
De esta forma se produce la contaminación cognoscitiva al poner de manifiesto
que las formas tradicionales puede
no ser las únicas pausibles.
Este pluralismo exagerado tiene efectos secularizadores. El
cristianismo, por su raíz hebrea y griega, es especialmente vulnerable a este
proceso.
Frente a estos efectos corrosivos del pluralismo
se dan cuatro prosturas:[7]
1º negociación; 2º la rendición, ejemplo de ella
los teológos radicales, negando la trascendencia ; 3º el atrincheramiento
cognitivo defensivo de sectas o guetos y 4º el atrincheramiento cognitivo ofensivo de
las cruzadas.
Influirán
unas en las otras, por lo que se podría caer bien en un relativismo o
bien en un fundamentalismo. Este fundamentalismo puede ser de reconquista, es
decir, imponer a toda la sociedad una religión determinada o bien, el modelo micro totalitarismo, en lucha con el pluralismo
religioso. Tanto el relativismo como el fundamentalismo son destructivos.[8]
Este será el marco donde el pensamiento
religioso debe alojarse, según Berger.
[3] P. L. BERGER. The
Sacred Canopy:Elements of a Sociological Theory of Religion. Nueva York
1967, publicado en español El dosel
sagrado, Barcelona 1971.
[4] V. ESTEBAN
«Mas allá de la secularización», en www .proyectos.cchs.csic.es Consultado 13/05/2012.
[5] F. MARÍN HUETE,
«Antropología y teología inductiva de Peter L. Berger. La teologización de la
conciencia» en VERITAS 22 (Marzo 2010) 205-225.
[6] Conferencia de Berger, Diciembre de 2001 Pew Forum.
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