Revolución astronómica

La revolución astronómica

La gran revolución astronómica se produjo con el heliocentrismo descubierto por Copérnico, quien afirmó que no es el Sol quien gira en torno a la Tierra, sino ésta lo hace alrededor del Sol. La  confirmación de esta teoría fue por parte de Galileo;   era una nueva concepción del mundo contraria a las ideas y creencias tan arraigadas en épocas anteriores.
Hoy hay nuevos descubrimientos sobre la expansión del universo,[1] siendo la teoría del Big Bang, la gran explosión que habría originado el mundo, la concepción científica más seguida en la actualidad y que  pertenece a la cultura general de nuestra época. La hipótesis del Big Bang o teoría de la gran explosión es un modelo científico que trata de explicar el origen del Universo y su desarrollo posterior a partir de una singularidad espaciotemporal.[2] Originalmente fue formulada por el belga Georges Lemaitre, físico y sacerdote católico, y en nuestra época da lugar a todo tipo de especulaciones científicas y filosóficas.
  Está comprobado actualmente  la expansión del universo, Edwin Powel Hubble, pero para conocer su origen hay que remontarse al núcleo primordial, formado por la concentración de energía y materia a gran temperatura, que explosiona, se expande y se enfría para dar lugar a todo lo que existe, como afirman Alpher, Bethe, Gamow, Burbidge, Fowler,  o bien, Hoyle.  Los marcos teóricos para explicar la gran explosión o Big Bang, son termodinámicos, relacionados con la  relatividad o la  física cuántica. Posteriormente presentan las pruebas empíricas aportadas por diversos astrofísicos,  una cronología y otros modelos  menos aceptados que el de la gran explosión, Arno Penzias, o Alexander Friedmann.
Georges Henri Lemaitre, mantuvo una buena amistad con Einstein quien se resistió, aunque al final  admitió la teoría de la expansión del universo y la del átomo primitivo, por ideas religiosas, receloso de que como Lemaitre era  sacerdote, quisiera introducir la idea de la creación en la física. Pero Lemaitre tenía ideas claras sobre la compatibilidad entre la fe y la ciencia, en el   mutuo respeto entre ambas  para que no hubiese interferencias y a la vez, admitía la ventaja del científico creyente por el estímulo que le proporciona la fe.
 La teoría del átomo primitivo fue uno de los puntos no admitidos por muchos físicos que crearon la teoría del estado estacionario con idea de eliminar el origen en el tiempo y con la idea de  la creación continua de nueva materia. Pero el descubrimiento de la radiación de fondo, de microondas vino a confirmar la teoría de Lemaitre, confirmada también por el satélite COBE y el WMAP. Y aunque es admitida, no es la última palabra, porque las leyes físicas no funcionan en las condiciones que existían en el Bin Bang.[3]
Arthur Peacocke[4] escribe:

“Había Dios. Y Dios era Todo-lo-que- era. El amor de Dios desbordaba y Dios dijo: Que se de lo Otro. Que tenga capacidad para devenir lo que podría ser, haciéndose a sí mismo. Y que explore sus potencialidades”… Hace más o menos doce mil millones de años de nuestro tiempo, obedeciendo las leyes que le habían sido dadas y con una intensamente cálida oleada de energía, una gran explosión, (Big-Bang) caliente, este otro explotó en forma de universo a partir de un punto, creando así el espacio. Aparecieron vibrantes partículas fundamentales, que se expandieron y expandieron, a la vez que se enfriaban y condesaban en giratorios torbellinos de materia y luz: mil millones de galaxias”.

Esto que explica Peacocke se conoce como singularidad. No se puede identificar ni mezclar la física, con la metafísica y la religión. El Bin Bang no explica la creación, que se conoce por la revelación, pero se intenta explicar esa revelación como ya la explicó Santo Tomás. La teoría del Big Bang sugiere que el universo ha comenzado a existir en un instante dado, hace unos quince mil o doce mil  millones de años.  De esta afirmación  se deduce que el postulado ateo de la eternidad del mundo entra en crisis, volviéndolo casi inconciliable con la actual imagen de un universo evolutivo, dotado de un comienzo, un desarrollo y, quizás,  de un final.
En 1948 se postuló la teoría del “universo en estado estacionario”. Esa teoría postulaba la aparición continua y espontánea de nueva materia. Fred Hoyle, uno de sus proponentes, reconoció abiertamente  que carecía de todo apoyo experimental, y sin lugar a dudas,  estaba motivada por el deseo de evitar las implicaciones teológicas del Bin Bang.
También se ha propuesto la teoría del modelo oscilatorio por el astrónomo Carl Sagan,  quien  postula que  la expansión del universo, comenzada por la Gran Explosión, llegará en cierto momento a un máximo y luego se revertirá, produciéndose una contracción que terminará en una Gran Implosión o Big Crunch, que será seguida por otra Gran Explosión y otro ciclo de expansión y contracción, y así sucesivamente, “ad infinitum”. El modelo oscilatorio se  enfrenta  a gravísimos problemas. Por una parte, contradice las leyes conocidas de la física. Por otra parte, las mediciones más recientes indican que la probabilidad de que la expansión del universo continúe indefinidamente es del 95%. Es casi seguro que el universo no se contraerá. Además, los estudios muestran que la expansión del universo se está acelerando, lo cual entierra definitivamente al modelo oscilatorio.
 Otra postura es la  Hawking quien postula  que el universo puede ser autocontenido, y muchos físicos y filósofos hablan de autocreación del universo por fluctuaciones quánticas, e incluso se   afirma la existencia de muchos universos, y  de la posibilidad de crearlos. La pregunta sería que había antes del Big Bang ¿de dónde surgió la materia-energía producida en esta gran explosión? Desde la ciencia la idea de surgir de la nada no parece aceptable.
Otros descubrimientos como los de Arno Penzia y Robert Wilson, descubridores, aunque accidentalmente, de la radiación de fondo de microondas del Universo, lo que se considera una evidencia observacional del Big-Bang, o la el lanzamiento del telescopio espacial Hubble en 1990, o el descubrimiento del primer planeta exterior en 1995, o  en 2006 cuando John Mather y George Smoot descubren el eco del Bin Bang y el nacimiento del universo, están llevando el conocimiento del universo a límites insospechados.
 Pero la pregunta sigue vigente ¿de dónde sale este universo, de Dios, de la materia, de la nada?, ¿que postura tomar?,  ¿la de Bertrand Russell[5]  quien piensa la necesidad de que la ciencia  debe despojarse de cualquier creencia, porque la religión proviene sólo del miedo, que busca ayudas imaginarias, inventa aliados celestiales, y también las posiciones ateas de Richard Dawkins, Daniel Dennet, Sam Harris, o Cristopler Hitchens que incluso piensan, que la fe revelada no es una tontería inofensiva, sino que puede ser una tontería letalmente peligrosa, porque le da a la gente una confianza firme en su propia rectitud; o tomar la posición  de tantos científicos como Thomas Altizer, Paul van Buren, William Hamilton, Gabriel Vahanaian o Francisco José Ayala para los que la ciencia y la religión son dos maneras de mirar al mundo y que cada una permite ver cosas distintas?
 Ya Albert Einstein afirmó que la ciencia sin religión es inútil y la religión sin ciencia está ciega, y más recientemente George Smoot mencionó a Dios cuando presentaba los resultados de su proyecto, una serie de grumos en la radiación cósmica que había tomado como una especie de fósiles de la explosión primigenia, diciendo que para los espíritus religiosos es como contemplar el rostro de Dios.[6]
Francisco Ayala[7] expone que el conocido Diseño Inteligente de la evolución no es más que Diseño Imperfecto, porque es incompatible con la fe.
Si creemos que el universo tiene propiedades divinas, caeríamos en un panteísmo, o bien, sea cual sea la teoría física admitida, el universo ha sido creado por Dios.[8]  El  físico llega a un punto de su estudio en que tiene que especular, reflexionar, explicar los descubrimientos, y puede hablar de  la nada, cosa poco probable, de energía, de materia eterna, de dioses o ser personal. Depende de la creencia del científico, que cuando especula deja los hechos objetivos para hablar de metafísica.
El Big Bang como teoría científica no se encuentra asociada a ninguna religión pero tampoco contradice a muchas de ellas. Mientras algunas interpretaciones fundamentalistas de las religiones entran en conflicto con la historia del universo postulada por la teoría del Big Bang, la mayoría de las interpretaciones son favorables.  Así, la iglesia católica, algunos musulmanes modernos, ramas teístas del hinduismo, el budismo,  han aceptado esta descripción del origen del universo. ¿Sería el Big Bang el mito actual de la explicación del universo? El aceptar la revelación, no supone negar la ciencia, sino servirse de ella para la mejor compresión de las verdades reveladas.



[1]  Otros físicos también habían desarrollado los estudios del universo tom ando como base la relatividad general Fueron fundamentalmente los trabajos del holandés Willen de Sitter en 1917 y el ruso George Friedman en 1922 y 1924. Este último formuló la hipótesi de un universo en expansión, pero sus trabajos tuvieron escasa repercusión en aquellos momentos.
[2] Técnicamente, se trata del concepto de expansión del Universo desde una singularidad primigenia, donde la expansión de éste se deduce de una colección de soluciones de las ecuaciones de la relatividad general, llamados modelos de Friedmann- Lemaître - Robertson - Walke
[3] En el pasado, el Universo tenía una temperatura más alta y mayor densidad y, por tanto, las condiciones del Universo actual son muy diferentes de las condiciones del Universo pasado. A partir de este modelo, George Gamow en 1948 pudo predecir que debería de haber evidencias de un fenómeno que más tarde sería bautizado como radiación de fondo de microondas.
Para llegar al modelo del Big Bang, muchos científicos, con diversos estudios, han ido construyendo el camino que lleva a la génesis de esta explicación. Los trabajos de Alexander Friedman, del año 1922, y de Georges Lemaître, de 1927, utilizaron la teoría de la relatividad para demostrar que el universo estaba en movimiento constante.
[4] A. PEACOCKE, Los caminos de la ciencia hacia Dios. El final de toda nuestra exploración, Santander 2008.
[5] B. RUSSELL, Por qué no soy cristiano, Barcelona 2008.
[6] Ideas tomadas de la Revista de Filosofía Hoy 2 (2012) 51.
[7] F. AYALA, Darwin y  el diseño inteligente, Madrid 2008.
[8] M. ARTIGAS, «Ciencia y religión,  en   Universo y Creación», Pamplona 2007.

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