Motivos para la reducción de fiestas religiosas

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PEDRO MIRANDA OJEDA,en el artículo La secularización del tiempo festivo. Cambios en el discurso social y disminución de fiestas religiosas en Yucatán durante el siglo XIX publicado en Ulúa 24, 2014: 63-85 afirma:

1º Se redujeron las fiesta porque eran excesivas, y porque querían darle importancia al trabajo
2º Estas reformas fueron conservadoras para no crear conflictos con la sociedad y con la iglesia
3º No se redujeron las fiestas en el s. XVIII y el XIX para contrarrestar a la iglesia, sino para aumentar la productividad

El autor escribe:
La política social de disminución de fiestas tuvo el objetivo de hacer una sociedad consciente de la importancia del trabajo. Desde el punto de vista económico y del mismo progreso, la intensa inclinación por las actividades religiosas del pueblo constituía un serio obstáculo para impulsar las medidas necesarias para estimular la actividad productiva. Esto no quiere decir que este problema haya sido propio del siglo XIX sino que incluso desde el siglo XVIII las autoridades políticas iniciaron una política que trató de disminuir el número de días festivos. Ciertamente, la importancia de las fiestas religiosas ocupaba un espacio importante del calendario anual que afectaba la productividad y, por este motivo, para evitar conflictos en la sociedad y con la misma Iglesia, estas modificaciones del calendario fueron muy conservadoras. A lo largo del siglo XIX hubo cambios graduales que pretendieron ir disminuyendo el número de días festivos. Esta política social y laboral, por supuesto, a veces sufrió cambios significativos y, por este motivo, para evitar el desconocimiento de parte de la población se generalizó el uso de los calendarios.
La política social que se generó en el siglo XIX respondió a las políticas sociales dominantes de las potencias europeas y Estados Unidos, donde la maximización laboral alimentaba el desarrollo y, en esta medida, los días festivos afectaban el trabajo y el ciclo productivo. De ahí que se pretendiera reducirlos con el propósito de hacer conciencia de que la productividad y la responsabilidad social del individuo radicaban en su con- tribución a la nación, esto es, el trabajo, como consecuencia natural de la moral social construida para el pueblo.
Asimismo, este proceso no nació con el propósito de contrarrestar la influencia moral de la Iglesia ni de abreviar la cantidad de festividades religiosas; la contracción de días feriados obedeció a una práctica iniciada desde finales del siglo XVIII. La reconfiguración de las fiestas sirvió para reducir la permanencia de la gente en las parroquias y organizar con eficacia la casi monopolización del tiempo social. De todas maneras, la fiesta reli- giosa no desapareció de la Iglesia sino que en adelante careció de la autoriza- ción legítima para suspender las actividades laborales.



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