El hombre como máquina
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Noticia muy interesante firmada por Diego Moreno en el diariodecuyo.com Me ha parecido que puede aportar conocimiento a las personas interesadas por la espiritualidad
El hombre como máquina
Diego Romero - Periodista, filósofo y escritor.
'El hombre sin espiritualidad se ha convertido en una máquina parlante'', escribió tiempo atrás el padre del existencialismo moderno Soren Kierkegaard. Desde siempre la ciencia se preocupó por comprobar la certeza de la existencia del espíritu (valga aclarar que no es lo mismo la espiritualidad a la religión, que se suele asociar casi inconscientemente, al concepto de espíritu). No obstante, tenemos la certeza actual de la existencia cierta de la inespiritualidad, cuando la verdad ya no aparece como lo real, sino como el 'runrún'' y el comadreo. El descargar toda la furia afuera y no mirar hacia uno mismo ya atestigua la existencia misma de la inespiritualidad. Por ejemplo: el genio de la pluma de Talleyrand reflexionaba sobre la vida ¿Hoy interesa la vida? Es que la espiritualidad es el gusto por la vida. La inespiritualidad es el gusto por la muerte. Y, el traer a Kierkegaard, en la simple idea del hombre como máquina, nos hace recordar en la actualidad que sin interioridad, no vamos a ningún lado.
¿Cuándo somos máquinas parlantes? Cuando utilizamos las palabras y las cosas para beneficio propio fuera del interés común. La furia y el runrún al encuentro y la verdad. A esta idea abstracta y general veámosla en un ejemplo concreto: Muchas veces se habla de inclusión educativa o inclusión social en varios proyectos, pero resulta un 'Cliché'', sino se ve ese interés de frenar la desocupación y marginación en las calles. La interioridad del bien y la verdad nos sacan del individualismo, miedo, prepotencia, revanchismo y mentiras. Al contrario, la exterioridad del mal y la mentira, se alimentan mutuamente llevando a los pueblos a la nada.
La clara imagen del hombre como 'máquina parlante'' la vemos en la última foto que espantó al mundo, la de aquél niño, muerto en la playa. El materialismo confisca a las personas de tal manera que el hombre cosa se termina insensibilizando. El viejo y el nuevo mundo cierran sus fronteras, porque la misma inespritualidad, hace crear su propio mecanismo de defensa, a través del control extremo. La falta de interioridad mecaniza al hombre cuando no lo hace actuar con seguridad, sino con inseguridad y temor. Y, así también el temor y el temblor se alimentan mutuamente, avivando más la incertidumbre del vaciamiento. Las pruebas concretas de insensibilidad por una gran carencia de espiritualidad son el crecimiento de la pobreza, la violencia, el runrún aparente, ficticio, y las muertes evitables en el universo global ¿A quien o a quienes les convienen la guerra de furia en el pueblo Sirio? Es que el mal y la mentira necesitan ridiculizar la espiritualidad para seguir expandiéndose con el tributo al ídolo dinero. Es que la interioridad está asociada a una sana antropología impregnada de un humanismo. Este nuevo humanismo es el que debería valorar las capacidades olvidadas del ser humano como lo son la libertad, responsabilidad, verdad y voluntad. El 'hombre máquina'', solo corre tras la apariencia, lo moderno, llamativo, en la suerte de los juegos de azar, celular, diversión, libertinaje, lejos de la voz interpelante de la conciencia y la responsabilidad. El hombre de la inespiritualidad está bien, porque no se siente interpelado por nada, en su espiritualidad muerta. Tan muerta, que cualquier cosa le da igual, y tan muerta al fin, que sólo la relación 'tecno'' le resucita en la conexión de internet, desde la misma desconexión humana. El rumor lo enceguece de runrún y la furia lo corroe por dentro. La máquina o lo tecno lo prostituyen hasta entregar toda su dignidad.
La clara imagen del hombre máquina la vemos además cuando el hombre al no relacionarse consigo mismo, ni con los demás, tampoco se relaciona bien con la madre naturaleza. Este hombre vacío de espiritualidad, ensimismando, resulta incapaz de relacionarse sabiamente con el planeta: 'No habrá relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano'', decía el papa Francisco. Este nuevo ser humano surgirá desde la espiritualidad. A la inespiritualidad la vemos destellada en la contaminación ambiental, en empresas y herramientas que con el afán de producir más exterioridad, descuidan cultivar más la cultura, educación y la interioridad ¿Hasta cuándo pues estaremos bajo el runrún de lo oculto y enmascarado? ¿Hasta cuando pues nos dañaremos a nosotros mismos y a las futuras generaciones?
En el hombre máquina, cuando runrunea boberías para tapar la angustia que lo enfurece por dentro. Pero, 'en la angustia reside la infinitud egoísta de su posibilidad''. La posibilidad de hallar una salida desde la propia interioridad.
Noticia muy interesante firmada por Diego Moreno en el diariodecuyo.com Me ha parecido que puede aportar conocimiento a las personas interesadas por la espiritualidad
El hombre como máquina
Diego Romero - Periodista, filósofo y escritor.
'El hombre sin espiritualidad se ha convertido en una máquina parlante'', escribió tiempo atrás el padre del existencialismo moderno Soren Kierkegaard. Desde siempre la ciencia se preocupó por comprobar la certeza de la existencia del espíritu (valga aclarar que no es lo mismo la espiritualidad a la religión, que se suele asociar casi inconscientemente, al concepto de espíritu). No obstante, tenemos la certeza actual de la existencia cierta de la inespiritualidad, cuando la verdad ya no aparece como lo real, sino como el 'runrún'' y el comadreo. El descargar toda la furia afuera y no mirar hacia uno mismo ya atestigua la existencia misma de la inespiritualidad. Por ejemplo: el genio de la pluma de Talleyrand reflexionaba sobre la vida ¿Hoy interesa la vida? Es que la espiritualidad es el gusto por la vida. La inespiritualidad es el gusto por la muerte. Y, el traer a Kierkegaard, en la simple idea del hombre como máquina, nos hace recordar en la actualidad que sin interioridad, no vamos a ningún lado.
¿Cuándo somos máquinas parlantes? Cuando utilizamos las palabras y las cosas para beneficio propio fuera del interés común. La furia y el runrún al encuentro y la verdad. A esta idea abstracta y general veámosla en un ejemplo concreto: Muchas veces se habla de inclusión educativa o inclusión social en varios proyectos, pero resulta un 'Cliché'', sino se ve ese interés de frenar la desocupación y marginación en las calles. La interioridad del bien y la verdad nos sacan del individualismo, miedo, prepotencia, revanchismo y mentiras. Al contrario, la exterioridad del mal y la mentira, se alimentan mutuamente llevando a los pueblos a la nada.
La clara imagen del hombre como 'máquina parlante'' la vemos en la última foto que espantó al mundo, la de aquél niño, muerto en la playa. El materialismo confisca a las personas de tal manera que el hombre cosa se termina insensibilizando. El viejo y el nuevo mundo cierran sus fronteras, porque la misma inespritualidad, hace crear su propio mecanismo de defensa, a través del control extremo. La falta de interioridad mecaniza al hombre cuando no lo hace actuar con seguridad, sino con inseguridad y temor. Y, así también el temor y el temblor se alimentan mutuamente, avivando más la incertidumbre del vaciamiento. Las pruebas concretas de insensibilidad por una gran carencia de espiritualidad son el crecimiento de la pobreza, la violencia, el runrún aparente, ficticio, y las muertes evitables en el universo global ¿A quien o a quienes les convienen la guerra de furia en el pueblo Sirio? Es que el mal y la mentira necesitan ridiculizar la espiritualidad para seguir expandiéndose con el tributo al ídolo dinero. Es que la interioridad está asociada a una sana antropología impregnada de un humanismo. Este nuevo humanismo es el que debería valorar las capacidades olvidadas del ser humano como lo son la libertad, responsabilidad, verdad y voluntad. El 'hombre máquina'', solo corre tras la apariencia, lo moderno, llamativo, en la suerte de los juegos de azar, celular, diversión, libertinaje, lejos de la voz interpelante de la conciencia y la responsabilidad. El hombre de la inespiritualidad está bien, porque no se siente interpelado por nada, en su espiritualidad muerta. Tan muerta, que cualquier cosa le da igual, y tan muerta al fin, que sólo la relación 'tecno'' le resucita en la conexión de internet, desde la misma desconexión humana. El rumor lo enceguece de runrún y la furia lo corroe por dentro. La máquina o lo tecno lo prostituyen hasta entregar toda su dignidad.
La clara imagen del hombre máquina la vemos además cuando el hombre al no relacionarse consigo mismo, ni con los demás, tampoco se relaciona bien con la madre naturaleza. Este hombre vacío de espiritualidad, ensimismando, resulta incapaz de relacionarse sabiamente con el planeta: 'No habrá relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano'', decía el papa Francisco. Este nuevo ser humano surgirá desde la espiritualidad. A la inespiritualidad la vemos destellada en la contaminación ambiental, en empresas y herramientas que con el afán de producir más exterioridad, descuidan cultivar más la cultura, educación y la interioridad ¿Hasta cuándo pues estaremos bajo el runrún de lo oculto y enmascarado? ¿Hasta cuando pues nos dañaremos a nosotros mismos y a las futuras generaciones?
En el hombre máquina, cuando runrunea boberías para tapar la angustia que lo enfurece por dentro. Pero, 'en la angustia reside la infinitud egoísta de su posibilidad''. La posibilidad de hallar una salida desde la propia interioridad.
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