La mística en Heidegger
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Una figura importante para la mística es Heidegger, quien estudia a San Agustín y el neoplatonismo y la mística medieval. El punto de partida es demostrar la imperiosa necesidad de una fenomenología respecto a la vivencia religiosa, y aunque sus orígenes católicos están presentes en todo su pensamiento, el universo de sus palabras ya no es cristiano, porque a sus palabras le da valores diferentes.
En un momento dado, ya que su centro de interés esta enfocado hacia la experiencia, se interesa por los místicos. Al analizar a San Agustín establece el paralelismo entre Dasein y el conocimiento parcelado de sí mismo; los sentimiento de angustia, la carga de la existencia, las transforma en el cuidado de sí mismo. Uno de los místicos que más han influido es su pensamientos es el Maestro Eckhart, en su propuesta de mística especulativa: por un lado, la profunda unión de teología, filosofía y mística propiamente dicha en una sola reflexión y por otro, la casi total ausencia de confidencia o de indicaciones que hagan pensar directamente en una experiencia personal de unión con Dios .
Se encuentran en ella influencias del tomismo que recibió en Colonia, de su experiencia como director de religiosas dominicas y el neoplatonismo, que siempre estuvo presente en su pensamiento teológico.
Es interesante el análisis que Heidegger hace sobre la mística medieval, considerándola como experiencia religiosa elevada; y afirma que como componentes de la experiencia mística hay que tener en cuenta la vida emocional y la intuición de los Absoluto que ilumina . En su vocabulario se ve la presencia de los símbolos utilizados por los místicos, el reconocimiento de la gratuidad absoluta de Dios, no considerado como instrumento, y su posición: frente a Él el hombre no es nada.
La mística no tiene una presencia real en Heidegger, aunque parte de ella como modelo para establecer la relación entre la inteligencia y el ser, aunque cambia el binomio alma-Dios por inteligencia-Ser con lo que se aleja de la teología, aunque tiene la grandeza de trasladar el reino de los entes al reino del Ser. El no piensa contra Dios, ni a favor de Dios; el piensa sin Dios, sin lo que esa palabra ha sido y pesado en la historia del hombre.
Una figura importante para la mística es Heidegger, quien estudia a San Agustín y el neoplatonismo y la mística medieval. El punto de partida es demostrar la imperiosa necesidad de una fenomenología respecto a la vivencia religiosa, y aunque sus orígenes católicos están presentes en todo su pensamiento, el universo de sus palabras ya no es cristiano, porque a sus palabras le da valores diferentes.
En un momento dado, ya que su centro de interés esta enfocado hacia la experiencia, se interesa por los místicos. Al analizar a San Agustín establece el paralelismo entre Dasein y el conocimiento parcelado de sí mismo; los sentimiento de angustia, la carga de la existencia, las transforma en el cuidado de sí mismo. Uno de los místicos que más han influido es su pensamientos es el Maestro Eckhart, en su propuesta de mística especulativa: por un lado, la profunda unión de teología, filosofía y mística propiamente dicha en una sola reflexión y por otro, la casi total ausencia de confidencia o de indicaciones que hagan pensar directamente en una experiencia personal de unión con Dios .
Se encuentran en ella influencias del tomismo que recibió en Colonia, de su experiencia como director de religiosas dominicas y el neoplatonismo, que siempre estuvo presente en su pensamiento teológico.
Es interesante el análisis que Heidegger hace sobre la mística medieval, considerándola como experiencia religiosa elevada; y afirma que como componentes de la experiencia mística hay que tener en cuenta la vida emocional y la intuición de los Absoluto que ilumina . En su vocabulario se ve la presencia de los símbolos utilizados por los místicos, el reconocimiento de la gratuidad absoluta de Dios, no considerado como instrumento, y su posición: frente a Él el hombre no es nada.
La mística no tiene una presencia real en Heidegger, aunque parte de ella como modelo para establecer la relación entre la inteligencia y el ser, aunque cambia el binomio alma-Dios por inteligencia-Ser con lo que se aleja de la teología, aunque tiene la grandeza de trasladar el reino de los entes al reino del Ser. El no piensa contra Dios, ni a favor de Dios; el piensa sin Dios, sin lo que esa palabra ha sido y pesado en la historia del hombre.
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