Ciencia y fe Leonard
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Entrevista a Mons. André Léonard, Obispo de Namur (Bélgica), el 11 de diciembre en el Coloquio 2000 años de cristianismo, organizado por el Centro de Encuentros de Dongelberg, en Bélgica por Xavier L. Ruys
Entrevista a Mons. André Léonard, Obispo de Namur (Bélgica), el 11 de diciembre en el Coloquio 2000 años de cristianismo, organizado por el Centro de Encuentros de Dongelberg, en Bélgica por Xavier L. Ruys
CIENCIA Y FE
-Desde los albores del mundo moderno, la ciencia insiste en su radical separación de la fe e incluso en menospreciarla. ¿Considera que éste es un fenómeno generalizado e irreversible?
-La relación entre la ciencia y la fe hoy en día es bastante más positiva -me parece- que hace algunos decenios.
Me ha impresionado encontrar un buen número de científicos muy sensibles al llamado Principio de incompletitud, por el que ninguna ciencia es capaz de acabarse enteramente por sí misma.
Es la extensión a las diversas disciplinas científicas de la intuición del Teorema de Gödel, según el cual ningún sistema lógico es enteramente capaz de fundarse a sí mismo, sino que contendrá siempre un axioma que no puede estar fundado por el sistema mismo; no es posible una autofundación desde el interior de un sistema lógico.
Muchos científicos son sensibles a este principio. Por ejemplo, un físico de la Mecánica cuántica, Bernard d"Espagnat, explicaba cómo a partir del descubrimiento de la mecánica de las partículas elementales se llega a un principio de incompletitud: la realidad del conocimiento científico es sólo una realidad aparente, que deja entrever más allá una realidad velada, oculta. A la vez, cierto número de neurólogos se esfuerza por demostrar que jamás se podrá reducir el ser humano a un hombre neuronal, expresión que alude a un libro que trataba de cambiar el principio de incompletitud.
Es grande el número de físicos que se muestran abiertos al llamado Principio antrópico, que va más allá de todo mecanicismo y reintroduce una idea de finalidad: los parámetros del Universo parecen haber sido calculados para que pudiese aparecer la vida y también el mismo hombre. Si se variaran un poco las principales constantes del Universo físico, la vida no sería posible. El Universo parece calculado, pues, para ser la cuna de la vida y del hombre. Esto parece una refutación del mecanicismo puro del siglo pasado.
-Se están tendiendo puentes, entonces, entre la ciencia y la fe.
-Respecto a épocas pasadas, el contexto actual es mucho más favorable.
Brilla una nueva apologética, y no se trata de una apologética de recuperación, ni mucho menos de una apologética concordataria que busque establecer pasarelas prematuras entre la ciencia y la fe. Se trata más bien de una apologética iluminada que, paciente y respetuosamente, muestra cómo en la autonomía de cada registro del pensamiento humano hay cuestiones metafísicas, que se insinúan en el interior mismo de la práctica científica.
Me parece impresionante el número de físicos, cosmólogos y biólogos que hoy día se plantean preguntas de orden metafísico. Hay un vuelco hacia preguntas de orden metafísico y religioso. Y ésta es una oportunidad, otra "chance", para la fe cristiana.
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