Experiencia religiosa

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Entrevista de Bermejo a Nogués


Volviendo a las neurociencias. ¿Se puede hablar de un cerebro religioso y de un cerebro ateo ? 


Sí, yo creo que sí, dentro de unos límites. Hay personas que son muy religiosas y muy poco creyentes o crédulas; y, al revés, hay gente que es muy crédula y tiene convicciones religiosas muy poco profundas. Es decir, se dan todas las combinaciones. Precisamente Hammer, en su célebre libro sobre el Gen de Dios, lo que hace es estudiar la predisposición neural y mental para lo que consideraríamos las dimensiones religiosas tradicionales: el asombro ante la realidad, la sintonía con el todo, etc. 



En su libro Hammer viene a detectar que determinados polimorfismos, en ciertos receptores nerviosos, facilitan o no estas dimensiones. Por lo tanto, a mí me parece que de la misma forma que hay gente más sensible y menos sensible a los temas estéticos o a los retos éticos, hay gente más y menos sensible a lo religioso;  y esto puede ser, aunque no esté muy comprobado, que deje señales en la herencia, como sucede por ejemplo con el tema del individualismo y el comunitarismo en las formas de vivir. 



Ya hay autores que están bastante convencidos de que la existencia de lo que llaman la lógica del arroz y la lógica del trigo (formas de pensar sobre la relación entre el individuo y la comunidad que varían según la cultura) puede tener incluso raíces biológicas seleccionadas a lo largo de muchos milenios. Lo mismo podría pasar con lo religioso, y podría ser que formas de experiencia religiosa más laicas –digamos– en relación con las culturas modernas, se consoliden frente a formas religiosas más chamánicas o más primitivas o más animistas. 



Esto invita a pensar que, debido a la plasticidad cerebral, tampoco estamos predeterminados a desembocar necesariamente en la experiencia religiosa. 



Sí, y que puedan darse evoluciones al respecto. Estos temas se están estudiando, incluso en cuestiones que no son religiosas, pero que pueden suscitar analogía. Por ejemplo la cuestión de la autodomesticación de los humanos a través de la cultura, que es un tema que se analiza en animales a través de la domesticación  en el caso de perros y lobos. 



Estudiando la diferencia de la epigenética de las neuronas en perros y lobos (los perros provienen de la domesticación de los lobos), se han analizado los cerebros de ambos y se ha descubierto que el paso de lobos a perros se produce a través de un sistema de domesticación: el perro se convierte en un animal convivencial, frente al lobo que es un animal agresivo respecto del hombre y este cambio se registra en el cerebro. 



Entonces, puede ser que fenómenos de tipo global en cuanto al comportamiento, también a lo largo de la evolución humana hayan sido autodomesticados, más en unas culturas que en otras. Esto de momento son intuiciones y alguna comprobación, pero es posible que a través de las posibilidades que hoy nos da la epigenética se vayan concretando algunos aspectos de este tipo. 



En ese caso, parece lógico preguntarse si la experiencia religiosa se puede inducir bioquímicamente o eléctricamente, interviniendo en determinadas zonas cerebrales y en determinadas conexiones neurales. 



Sí. Yo diría que es fácil inducir expresiones neurales que frecuentemente van unidas a experiencias religiosas, aunque el poder inducir estas situaciones neurales no significa necesariamente una experiencia que pueda calificarse como religiosa. Por ejemplo, en el caso de ciertas alucinaciones.  Las alucinaciones son evidentemente susceptibles de ser promovidas con el LSD o cualquiera otra de las drogas que conocemos. 



A través de estas drogas se inducen estados mentales que frecuentemente se dan también en algunas situaciones religiosas. Pero no me parecería de recibo  identificar estos fenómenos inducidos con alucinógenos con experiencias religiosas, porque pueden ser fenómenos  relativamente concomitantes pero no susceptibles de identificarse entre ellos. 

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