Cristo, respuesta a una creación kenótica
Las cookies de este sitio se usan para personalizar el contenido y los anuncios, para ofrecer funciones de medios sociales y para analizar el tráfico. Además, compartimos información sobre el uso que haga del sitio web con nuestros partners de medios sociales, de publicidad y de análisis web.
Pedro Leiva Béjar Creación y evolución: ¿Hizo Dios un universo abierto? en www. tendencias 21.net
Cristo, respuesta a una creación kenótica
La respuesta cristiana es Cristo. El cristiano puede pensar que si ha existido Cristo, la creación ha merecido la pena. Cristo es la plenitud de la creación, la realización plena de la vocación divina que late en la historia del mundo y del hombre. En él tiene la historia de la creación su redención porque en él Dios se ha hecho historia, en él conduce la historia a su plenitud y en él se ha hecho compañero de cada ser humano.
La creación es, pues, una creación kenótica, es decir, una creación en la que Dios no ejerce su poder como un monarca absoluto y dominador, ni como un ingeniero al mando de su obra. Dios hace participar en el ser, sostiene en el ser, infunde vida, infunde amor, potencia las posibilidades de la criatura sin forzarla, inspira nuestra capacidad de amar y sanar. Dios es más poder persuasivo que coercitivo. Dios es todopoderoso, pero ejerce su poder de manera muy diferente a como hacemos los seres humanos, lo hace desde el respeto absoluto, entrando en juego con otros poderes, no apartándolos.
Estas formas de ejercer su poder, son coherentes con la dignidad, la autonomía y la libertad que él ha concedido a su criatura, porque, como dice González-Carvajal, «Dios es Padre, pero no paternalista» [21].
Desde esta óptica, podemos tener la sensación de presentar un Dios débil, un Dios sin capacidad de conducir con éxito su creación. Pero esta forma de pensar se parece a la tentación de Pedro en Cesarea de Filipo, que no quería admitir que el Mesías pudiera sufrir.
Pedro Leiva Béjar Creación y evolución: ¿Hizo Dios un universo abierto? en www. tendencias 21.net
Cristo, respuesta a una creación kenótica
La respuesta cristiana es Cristo. El cristiano puede pensar que si ha existido Cristo, la creación ha merecido la pena. Cristo es la plenitud de la creación, la realización plena de la vocación divina que late en la historia del mundo y del hombre. En él tiene la historia de la creación su redención porque en él Dios se ha hecho historia, en él conduce la historia a su plenitud y en él se ha hecho compañero de cada ser humano.
La creación es, pues, una creación kenótica, es decir, una creación en la que Dios no ejerce su poder como un monarca absoluto y dominador, ni como un ingeniero al mando de su obra. Dios hace participar en el ser, sostiene en el ser, infunde vida, infunde amor, potencia las posibilidades de la criatura sin forzarla, inspira nuestra capacidad de amar y sanar. Dios es más poder persuasivo que coercitivo. Dios es todopoderoso, pero ejerce su poder de manera muy diferente a como hacemos los seres humanos, lo hace desde el respeto absoluto, entrando en juego con otros poderes, no apartándolos.
Estas formas de ejercer su poder, son coherentes con la dignidad, la autonomía y la libertad que él ha concedido a su criatura, porque, como dice González-Carvajal, «Dios es Padre, pero no paternalista» [21].
Desde esta óptica, podemos tener la sensación de presentar un Dios débil, un Dios sin capacidad de conducir con éxito su creación. Pero esta forma de pensar se parece a la tentación de Pedro en Cesarea de Filipo, que no quería admitir que el Mesías pudiera sufrir.
Comentarios
Publicar un comentario