Herejía: pelagianismo

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Tomado de infocatolica

Pelagianismo


Si hay una herejía afín a la mentalidad moderna, cuyas ideas se reflejan en el ambiente espiritual de nuestra época, esa sin lugar a duda es el Pelagianismo.


En efecto, el hombre moderno se ve a sí mismo como esencialmente bueno. Sus delitos y trasgresiones no son pecados, sino “errores” o “faltas de comunicación", que en nada afectan su autoestima y su bondad esencial. 

Tampoco puede haber santos, pues todos somos buenos, y no hay nadie mejor que los demás. Si alguien se mantiene en sus vicios, eso no lo convierte en alguien malo, solo está enfermo, y no necesita arrepentirse de nada. El hombre moderno cree que no necesita un salvador, a lo más podría requerir de un terapeuta.


Toda esta mentalidad haría las delicias de Pelagio, el monje británico que en el siglo V dio origen al pelagianismo, enseñando que no habría tal cosa como el pecado original. 

El hombre, sostenían los pelagianos, es radicalmente libre, y nada hay que le impida, por la fuerza de su libre voluntad, vivir conforme a los ideales de virtud cristiana

Conforme con ello, Cristo no vino a cambiar nada en la naturaleza humana ni en la gracia que Dios entrega al hombre, ni a remover ninguna mancha del pecado original. Al contrario, su misión era nada más que enseñar su doctrina y mostrarnos, a modo de ejemplo práctico, de lo que un ser humano realmente bueno es capaz de hacer e inspirar en los demás.


¿Cómo podemos hablar de Cristo, el salvador de la humanidad, ante una humanidad que cree que no necesita ser salvada de nada?

Probablemente terminemos presentado a Jesús como un maestro espiritual, un gurú del amor y la misericordia, un hombre más entre otros que se acercaron a Dios. Es casi inevitable hacerlo, cuando ignoramos el dato fundamental del pecado original. 

Sin la caída del hombre, no ha nada de qué salvarnos, Dios no necesita enviar a su hijo, basta con un simple hombre que dé ejemplo a los demás.

Al contrario, si Jesús es dios verdadero de dios verdadero, nacido de una virgen para la salvación de las almas, es indispensable conocer y afirmar con total seguridad la doctrina del Pecado Original.

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