NIETZSCHE EN ESPAÑA Y COLOMBIA

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 Damián Pachón Soto, NIETZSCHE EN ESPAÑA Y COLOMBIA (LOS CASOS DE MARÍA ZAMBRANO Y CARLOS ARTURO TORRES)* en Cuadernos de Filosofía Latinoamericana  Vol. 39 / N.º 118 / 2018 / pp. 59-76

Resumen
El artículo traza un paralelo en la recepción de Nietzsche en España y en Colombia a finales del siglo XIX y en las primeras tres décadas del siglo XX. Para el caso español se estudia a la filósofa María Zambrano, para el colombiano a Carlos Arturo Torres. Se argumenta que Nietzsche fue fundamental en ambos países como una herramienta de crítica al conservadurismo y como promesa de futuro. Al final, se trazan algunas similitudes en ambos procesos de recepción.
Palabras clave: Nietzsche, María Zambrano, España, Colombia, recepción, conservadurismo
Conclusiones
En una carta a Brandes decía Nietzsche: “una filosof.a como la mía se parece a un sepulcro. Ella arranca a un hombre de la sociedad de los vivos” (Brandes, 2008, p. 78).
Pues bien, lo que dice Nietzsche es que su filosofía es liberadora, cuestiona la autoridad, los dogmas existentes, el fanatismo religioso y político, la sumisión del individuo, la decadencia vital de los pueblos. La filosofía de Nietzsche implicaba en el contexto
español de finales del siglo XIX y comienzos del XX, arrancar a los individuos de su época, y lanzarlos a un tiempo histórico nuevo; invitaba a la creación y al ejercicio de la “fuerza plástica” del hombre (Nietzsche, 2011, p. 330) por encima del peso histórico. 
De ahí que para España, como para América, el pensamiento de Nietzsche
tuvo un significado similar, pues en ambos casos su pensamiento sirvió como arma de lucha contra el orden establecido y contra las estructuras caducas, especialmente, las culturales, intelectuales y artísticas imperantes en la sociedad pseudosecular como la española, y fuertemente confesional como la colombiana, sociedades en formación de la nacionalidad y atrasadas frente al desarrollo científico, económico, polótico y cultural europeo. No es raro, entonces, la euforia con que su obra fue recibida por pensadores como Ortega, Ramiro de Maetzu y María Zambrano en España, así como intelectuales librepensadores en Colombia, como José Asunción Silva, Sanón Cano, Torres y Fernando González. Ellos vieron en Nietzsche un pensador de la aurora, un heraldo de un nuevo tiempo por venir.
De ahí que el régimen conservador en Colombia viera en su pensamiento un verdadero peligro. Por eso, en 1910, en un libro titulado Novelistas malos y buenos, que fungía como un verdadero index criollo para la República por la inteligencia de
Caro, el clérigo Pablo Ladrón de Guevara decía sobre Nietzsche:
Este alemán, de la segunda mitad del siglo XIX se las echaba de filósofo, y no falta quienes por tal le tienen. A nuestro juicio, tanto se parece a un filósofo como el vinagre al vino. Sus doctrinas son inmorales, impías y blasfemas. […]
Su lenguaje es muchas veces zafio, grosero y siempre necio. (1998, p. 300)
(supresión fuera del texto original)
Finalmente, hay que decir que la recepción de Nietzsche tanto en España como en América Latina fue ambigua, producto de los sedimentos históricos del cristianismo presentes en las mentes de los pueblos. En muchos casos, los espíritus libres, provocadores, intrépidos, etc., que acogieron su obra, no la aceptaron en bloque,
en su totalidad, sacando todas las consecuencias que se desprendían de ella, de ahí que el tema de la muerte de Dios, por citar uno, no fue recibido con la virulencia y radicalidad con que Nietzsche la expuso, ni con la que intentó demoler la civilización occidental cristiana. Por ejemplo, si bien el filósofo de Envigado Fernando González pensaba que la religión cristiana era “la verdadera corruptora de los hombres” (2005,p. 88), no renegó de Dios, ni pudo vivir sin él, como aconsejaba Nietzsche. De ahí que quienes leyeron al filósofo alemán no necesariamente aceptaron este concepto como la misma Mar.a Zambrano; tampoco acogieron la crítica radical de Nietzsche a la democracia, como en el caso de José Enrique Rod. que pensó que sus debilidades podían corregirse con la educación de las masas (Pachón, 2015, p. 192). El filigranoso espíritu de Carlos Arturo captó estas sutilezas en el balance que hizo de la recepción de Nietzsche en Nuestra América en 1909 cuando expresó: No creemos que los espíritus distinguidos que en Colombia y en el resto de la América Latina se han llamado nietzscheanos hayan aceptado de los sermones líricos de Zaratustra otra cosa, aparte de las bellezas literarias, que aquellas
generalizaciones inofensivas del concepto apolíneo de la vida y la intensidad del vivir, sin llegar jamás seriamente a la condenación de la justicia y de la piedad, a las dos morales, o mejor, al inmoralismo, ni a pensar en el abatimiento y
sujeción de la inmensa mayor.a de sus conciudadanos convertidos en rebaño de esclavos. (Torres, 2001, p. 145)
Es decir, en el caso colombiano no renegaron de los valores y virtudes cristianas, ni fueron apostatas de su religión, más bien sus receptores descartaron “cuanto de excesivo, de antihumano y monstruoso contiene su exposición”, y acogiendo, como
decía San.n Cano, las “especulaciones de rebeldía”, las cuales, con el tiempo, y gracias a otras posiciones disidentes y críticas como las de González, Luis Tejada, Vargas Vila, López de Mesa, etc., fueron abriendo las condiciones de posibilidad que terminaron
con la hegemonía conservadora y alumbrando, de paso, el camino para un mejor futuro de la filosofía en Colombia.

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