Mistica según Ricardo González Hidalgo

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La mística para  la teología es el estudio de la unión del ser humano con Dios, los grados de unión con Él, pero por sobre todo es la experiencia íntima y personal de contemplación de Dios.

Gabino Uríbarri, en su libro La mística de Jesús define la mística como "una experiencia religiosa genuina de encuentro con el Misterio absoluto y trascendente", es, según este autor, "la experiencia personal de encuentro con Dios, con el Dios uno y trino, con el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo en el Espíritu", "una experiencia personal, familiar, íntima, de encuentro con este Dios vivo y verdadero"[1].  

Otro autor que trata el tema de la mística es William James, quien  en su libroThe Varieties of Religious Experience, afirma que una experiencia mística es inefable, porque es imposible expresar en palabras dicha experiencia; transitoria, porque el estado místico no puede durar en el tiempo; pasiva,  en el que el místico siente como si fuese abrazado por un poder superior,y  noética, es decir una "experiencia que permite alcanzar estados profundos de conocimiento de verdades que no pueden ser sondeadas por el intelecto[2]".

Juan Martín Velasco, siguiendo la línea de argumentación de James, considera característico de la experiencia mística la pasividad del sujeto frente a ésta, lo que hace necesario, una disposición corporal, afectiva, anímica y mental para dicha experiencia y el encuentro con el Misterio, que sería la realidad última con la que el místico tiene contacto experiencial. 

En la misma línea de los autores mencionados, Lina Cadavid[3], presenta la experiencia mística como la vivencia de la Presencia, para lo cuál el sujeto debe prepararse, dicha vivencia no se corresponde con un éxtasis sino más bien con un camino. "En la mística cristiana, afirma Cadavid, desde Dionisio Areopagita, ha sido común hablar de una triple división; según esta tradición las etapas de la vía mística son: la vía purgativa, la iluminativa y la unitiva. La primera de esas etapas se refiere a la purificación moral del sujeto, la segunda a la práctica de disciplinas y ejercicios concretos “tendientes a disponer la mente y la voluntad del sujeto”, y la tercera etapa corresponde al matrimonio espiritual[4].


[1]Uríbarri, G. La mística de Jesús. Desafío y propuesta. Sal Terrae, Maliaño, 2017, p.28.
[2]James, W. The Varieties of Religious Experience1961, pp. 299-300
[3]Cadavid, L. Experiencia mística: hacia una definición naturalizada. pp.142-143.
[4]Cf.Cadavid, L. Experiencia mística: hacia una definición naturalizada. 1999, pp.142-143


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