CARACTERÍSITCAS QUE DEFINEN A LA PERSONA: DONACIÓN
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Patricia A. Vega Miranda (Sor María Reina)“Características
que definen la persona” Ensayo Académico, Universidad de los
Hemisferios, Facultad de Artes y Humanidades
Carrera: Estudios Humanísticos Quito, Mayo 2016
Algunas ideas de este artículo:
2.4. DONACIÓN
Dios toma la iniciativa en el amor y el que se adelanta es quien más ama.
La grandeza del amor se puede medir por el valor del don entregado, y Dios nos entrega constantemente lo que para Él vale más, lo que más quiere, su propio Hijo: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito” (Jn. 3, 16), aquél a quien más amaba, el objeto de todas sus complacencias (Cf. Mt. 3, 17). Este amor supremo culmina en el sacrificio de la cruz. Así exclama San Pablo, transido de esperanza: “El que no perdonó a su propio Hijo (…) ¿cómo no nos dará con Él todas las cosas?” (Rom. 8, 32).
La grandeza del amor se puede medir por el valor del don entregado, y Dios nos entrega constantemente lo que para Él vale más, lo que más quiere, su propio Hijo: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito” (Jn. 3, 16), aquél a quien más amaba, el objeto de todas sus complacencias (Cf. Mt. 3, 17). Este amor supremo culmina en el sacrificio de la cruz. Así exclama San Pablo, transido de esperanza: “El que no perdonó a su propio Hijo (…) ¿cómo no nos dará con Él todas las cosas?” (Rom. 8, 32).
“¿Qué cosa o quien, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella. Por amor la creaste, por amor le dite un ser capaz de gustar tu Bien eterno. (Sta. Catalina de Siena).” ( CIC 356)
Dios que es amor (1 Jn. 4,8), ha formado nuestro corazón para amar y cuanto más ama, se identifica más con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sólo cuando ama es feliz, por eso su Mandamiento es el del amor (Jn. 15, 9-15; 13, 34). “El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor (…), si no lo experimenta (…), si no participa en él vivamente.” (Pablo, La Encíclica Pragmática Redemptor Hominis, 1979, pág. 27)
El comportamiento de todo ser humano, y de manera especial quien ha experimentado este Amor eterno ha de seguir esta norma de vida, amar y compadecerse de las miserias del otro como si fueran propias y procurar remediarlas (Obras de misericordia); “(…) el hombre está llamado a existir para los demás, a convertirse en un don. Esto concierne a todo ser humano, los cuales lo llevan a cabo según su propia peculiaridad.” (II J. P., Carta Apostólica Mullieris dignitatem, 1988, pág. 26)
“Aunque la Iglesia posea una estructura jerárquica (…) está ordenada a la santidad de los miembros del Cuerpo místico de Cristo (…). La santidad se mide según el gran misterio, en el que la Esposa responde con el don del amor al don del Esposo y lo hace en el Espíritu Santo, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (…) (Rom. 5, 5).” (II J. P., Carta Apostólica Mullieris dignitatem, 1988, pág. 95)
“El hombre no puede darse a un proyecto solamente humano de la realidad (…) En cuanto persona puede darse a otra persona o a otras personas y, por último, a Dios, que es el autor de su ser y el único que puede acoger plenamente su donación. Se aliena el hombre que rechaza trascenderse a sí mismo y vivir la experiencia de la auto donación y la formación de una auténtica comunidad, orientada a su destino último que es Dios. Está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social, de producción y consumo hace más difícil la realización de esa donación y la formación de esa solidaridad interhumana.” (Lasanta P. J., Diccionario de Teología y Espiritualidad de Juan Pablo II, 1997, pág. 850)
Es tan vasta la necesidad de rescatar en cada persona el precio y la grandeza de su dignidad que sólo en la ciencia de Cristo hallamos la plenitud del ser que le capacita a tener una mirada amorosa para percibir en todos “el fulgor inusitado de su auténtico metal, para conquistar el fin radical al que ha sido llamado –la unión de amistad con Dios por toda la eternidad, fundamento de cardinal e inconcuso de mi nobleza más íntima.” (Mellendo, 1999, pág. 30)
“(…) para apreciar lo que sucede en la Cruz son necesarias holgadas entendederas: las que otorga una fe vivida. Sin ellas el resultado de la Pasión se transforma en frustración rotunda (…) el Drama pone de relieve, aislándolo, el fundamento radical –ultimísimo- de la nobleza de Dios hecho Hombre (…) para el cristiano convencido Cristo crucificado (…) constituye la más privilegiada expresión de dignidad humano-divina, la excelsitud interiorizada hasta la médula más íntima… es mi Amor, identificado con mi Ser auto subsistente.” (Mellendo, 1999, pág. 32)
La prueba más grande de éste Amor es la fidelidad, la lealtad inquebrantable, la adhesión sin condiciones a la Voluntad del Padre, su alimento (Cf. Jn. 4,34). Ese Amor supremo le lleva a la entrega de su vida como el Buen Pastor (Cf. Jn. 10, 11), llegando hasta el extremo (Cf.Jn. 15, 13; 13, 1; Is. 53).
En San Juan, el discípulo amado de Jesús, estamos toda la humanidad, a quien Jesús encomendó en la cruz a su Madre Santísima (Cf. Jn. 19, 26-27); su vida limpísima se une a la virginal Madre, humilde y fiel, al pie de la cruz.
“El Papa Juan Pablo II explica que la fidelidad de la Virgen se manifestó en la (…) búsqueda generosa de lo que Dios quería de Ella (Cf. Lc. 1, 34) (…) aceptación rendida de la Voluntad divina (Cf. Lc. 1, 38) (…) coherencia de los actos de vida con la decisión de la fe tomada (…) la prueba de la perseverancia. El ¨fiat¨ de María en la Anunciación encuentra su plenitud en el ¨fiat¨ silencioso que repite al pie de la Cruz. (Homilía Catedral México).” (José Casciaro, 1986, pág. 1420)
Entre uno de los mensajes de Vaticano II dirigido a la humanidad en este sentido, es precisamente a
Todos los estados de vida aunados con una sola misión: El amor en la verdad y la justicia. Y para quienes hemos sido convocados a configurarnos con Cristo en una consagración religiosa es importante considerar lo siguiente:
“Sois testigos del Absoluto los que hemos abandonado todo por el Reino de los Cielo. Sabéis bien que vuestro primer don A LA COMUNIDAD ECLESIAL ES EL TESTIMONIO DE LA CONSAGRACIÓN QUE NOS UNE AL SEÑOR a través de la profesión pública y coherente de los votos de pobreza, castidad y obediencia. La comunidad cristiana y la sociedad civil os considera como profesionales de la santidad, y esperan de vosotros ejemplos concretos de fidelidad a Cristo y de acogida a los hermanos. (Discurso a los religiosos en Latina, Italia, 29-9-1991).” (Lasanta P. J., Diccionario de Teología y Espiritualidad de Juan Pablo II, 1997, pág. 919)
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