La necesidad del dialogo
Las cookies de este sitio se usan para personalizar el contenido y los anuncios, para ofrecer funciones de medios sociales y para analizar el tráfico. Además, compartimos información sobre el uso que haga del sitio web con nuestros partners de medios sociales, de publicidad y de análisis web.
orcid.org/0000-0003-1152-1672
Francisco Conesa LA IGLESIA ANTE EL PLURALISMO RELIGIOSO Conferencia pronunciada en las Jornadas de Teología organizadas por la Facultad de teología de la Universidad Pontificia de Salamanca el día 16 de octubre de 2019.
La necesidad del dialogo
Para el cristiano, el diálogo con el judaísmo es fundamental y se distingue de cualquier otro diálogo
Francisco Conesa LA IGLESIA ANTE EL PLURALISMO RELIGIOSO Conferencia pronunciada en las Jornadas de Teología organizadas por la Facultad de teología de la Universidad Pontificia de Salamanca el día 16 de octubre de 2019.
La necesidad del dialogo
Este tema ya está recogido en el proemio de la Declaración “Nostra aetate”, donde se recuerda que “todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra”.
Toda la humanidad forma una sola familia pues tiene un origen común, ya que todos los hombres y mujeres han sido creados por Dios a su imagen y todos tienen un mismo destino, ya que están llamados a la plenitud de vida en Dios.
Todos somos hijos de un mismo Padre y, por ello, todos somos hermanos. Si la primera razón fue desarrollada por el Papa Pablo VI, sin duda ha sido el Papa Francisco quien ha incidido especialmente en esta segunda.
En el documento sobre la fraternidad humana, firmado en Abu Dhabi se dice que todos los seres humanos somos una sola familia, y los que formamos parte de ella tenemos una misma naturaleza y dignidad. Las religiones deben ayudar a la familia humana a crecer en esta experiencia de fraternidad y reconciliación
Todos somos hijos de un mismo Padre y, por ello, todos somos hermanos. Si la primera razón fue desarrollada por el Papa Pablo VI, sin duda ha sido el Papa Francisco quien ha incidido especialmente en esta segunda.
En el documento sobre la fraternidad humana, firmado en Abu Dhabi se dice que todos los seres humanos somos una sola familia, y los que formamos parte de ella tenemos una misma naturaleza y dignidad. Las religiones deben ayudar a la familia humana a crecer en esta experiencia de fraternidad y reconciliación
.Cada uno con su cultura, su lengua, sus tradiciones, tiene mucho que aportar a la comunidad. La humanidad está llamada a construir unida el futuro.
Frente al conflicto, debemos promover una cultura del encuentro, del diálogo y la colaboración al servicio de la familia humana. Frente a una cultura de la disgregación y del fragmento, hemos de propiciar la integración, superando exclusiones e incomprensiones y abriendo camino al diálogo. La fraternidad humana es condición necesaria para la paz que todo el mundo anhela (cf. EG 250). La Iglesia tiene precisamente la misión de ser “sacramento”, es decir, “signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad del todo el género humano”(LG 1).
Frente al conflicto, debemos promover una cultura del encuentro, del diálogo y la colaboración al servicio de la familia humana. Frente a una cultura de la disgregación y del fragmento, hemos de propiciar la integración, superando exclusiones e incomprensiones y abriendo camino al diálogo. La fraternidad humana es condición necesaria para la paz que todo el mundo anhela (cf. EG 250). La Iglesia tiene precisamente la misión de ser “sacramento”, es decir, “signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad del todo el género humano”(LG 1).
Por ello forma parte de su misión estimular y alentar el diálogo interreligioso. -
Somos buscadores de la verdad junto a otros hombres y mujeres La Iglesia camina a lo largo de la historia junto con otros hombres y mujeres y está llamada, junto con ellos, a alcanzar la plenitud de la verdad.
El Concilio Vaticano II, después de explicar que la revelación divina resplandece en Cristo, “mediador y plenitud de toda la revelación” (DV 2), subrayó que la Iglesia “camina a través de los siglos hacia la plenitud de la verdad, hasta que se cumplan en ella plenamente las palabras de Dios” (DV 8).
Se presenta aquí una concepción dinámica de la verdad, que está siempre en crecimiento. Para alcanzar plenamente la verdad que nos ha sido dada en Jesucristo, la Iglesia necesita dialogar con los hombres, sus culturas y religiones
. Hemos de estar abiertos a lo que nos dicen otras tradiciones religiosas y reconocer sus valores positivos. -
La acción universal del Espíritu En el diálogo, el cristiano es invitado a descubrir todo lo que el Espíritu obra en el hombre: las “semillas del Verbo” (AG 11, 15), el “destello de aquella verdad que ilumina a todos los hombres” (NA 2), semillas y destellos que se encuentran en las personas y en las tradiciones religiosas de la humanidad.
Hemos de reconocer con la Escritura y la tradición de la Iglesia- que el Espíritu de Dios “sopla donde quiere” (Jn 3, 8) y su acción sobrepasa los límites del cristianismo, alcanzando las culturas y
religiones de los pueblos.
El Espíritu “obraba ya en el mundo antes de que Cristo fuera glorificado” (AG 4). Esta doctrina fue claramente expuesta y desarrollada por San Juan Pablo II
. El cristiano debe estar atento a los frutos del Espíritu siguiendo la máxima paulina:
“todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable,
todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cu
enta” (Flp 4, 8).
En las religiones se expresa la búsqueda de Dios que millones de personas viven y la vida espiritual sincera de muchos hombres.
Ellas les han enseñado a rezar y a unirse con Dios. El cristiano puede y debe reconocer y respetar esta acción del Espíritu, que permanece ignota para los demás. Todos podemos aprender de los otros y reconocer “lo que el Espíritu ha sembrado en ellos también como un don para nosotros” (EG
246).
Somos exploradores de lo que Dios ha obrado en las culturas de los hombres y en sus religiones. Para el cristiano, el diálogo es una manera de descubrir y respetar la acción de Dios en
los hombres de otras religiones, las “formas de sabiduría práctica” que ha suscitado el
Espíritu de Dios en el mundo para ayudar a los hombres a vivir (EG 254).
Los cristianos podemos encontrar en las religiones valores que pueden “ayudarnos a vivir mejor nuestras propias convicciones” (EG 254).
.
Estas razones nos tienen que hacer pensar que el diálogo no es una estrategia ni una moda del momento, sino que surge de las entrañas mismas de la fe. Si no dialogo, no puedo llamarme “cristiano”.
Como he señalado al comienzo, conviene anotar que el diálogo no se realiza del modo homogéneo con todas las religiones. Resulta oportuno subrayar de modo especial que las relaciones de la Iglesia con el pueblo judío no se pueden situar en un genérico diálogo interreligioso, sino que deben ser consideradas de modo singular. El diálogo tiene en este caso una motivación especial. Como se reconoce en la declaración “Nostra Aetate” (nn. 4 -5), el judaísmo no es una religión ajena a nosotros.
“
Creemos junto con ellos en el único Dios que actúa en la historia, y acogemos con ellos la común
Palabra revelada” (EG 247).
Para el cristiano, el diálogo con el judaísmo es fundamental y se distingue de cualquier otro diálogo
Comentarios
Publicar un comentario