La revelación encarnativa en Cristo es la afirmación absoluta del hombre,
O. González de Cardedal, Fundamentos de Cristología II. Meta y misterio, Madrid 2006, 888 y 899..
"La creación es misión para la vida desde un amor creador
para un amor concreador. La creación presupone una existencia personal que, desde su plenitud se da en generosidad y gratuidad absoluta. El cristianismo ha afirmado la comprensión trinitaria de Dios y desde ella ha comprendido la creación como un acto de reflexión personal y no de azar natural, como una decisión de amor y no de necesidad; el Padre ha creado en su Verbo y en el Espíritu, en lógos y en amor […] La revelación encarnativa en Cristo es la afirmación absoluta del hombre, ordenado a instaurar comunión con aquel. Esa comunión de Dios con el hombre en Cristo y por el Espíritu Santo funda la comunión universal con toda la realidad creada y la esperanza de toda la humanidad".
En esta misma línea de lectura comprensiva de la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento podemos leer la afirmación de Gesché:
«Dentro de la lógica del prólogo de san Juan unido al relato del Génesis, se puede asegurar que el hombre ha sido llamado a comprenderse como imagen de aquel que
es la Imagen de Dios por excelencia. Cristo se convierte así en espejo de la relación entre Dios y el hombre, espejo en el cual el hombre se interpreta a sí mismo. Podemos afirmar, pues, que la cristología constituye una antropología profética en el sentido de que ésta, la cristología, ha introducido un texto teológico (el Génesis y el Prólogo) en el marco filosófico de la antropología occidental: Platón, Aristóteles»:
A. Gesché, Jesucristo. Dios para pensar, vol. VI, Salamanca 2002, 12-13.
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