Espiritualidad en la Biblia
El término espiritualidad proviene del latín spiritu, pneuma en griego, ruajen hebreo, armanen sáncrito, espíritu en castellano, el cual se refiere a soplo, aliento, aire, derivado de la palabra soplar o respirar, perteneciente a la familia espirar.
La palabra espíritu aparece en la Biblia en Gn 1, 2: “el Espíritu de Dios aleteaba por encima de las aguas” y también en Gn, 7: “Entonces Yahveh Dios formó con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente”. Soplo, ruaj, identificado como aire, viento, fuerza aplicada a la persona, fuerza que da vida. Este texto se remonta al periodo del destierro en Babilonia (siglo VI antes de Cristo), cuando la fe de Israel había llegado a la concepción monoteísta de Dios.
Israel, al tomar conciencia, gracias a la luz de la revelación, del poder creador del único Dios, llegó a intuir que Dios creó el universo con la fuerza de su Palabra[1]. En sentido religioso es fuerza creadora a la vez que salvadora, porque ese espíritu acompaña a su pueblo y lo alienta, lo conserva, lo salva, es un espíritu poderoso que cambia las cosas de este mundo, que transforma al hombre entero[2].
Este ruaj, este espíritu, presenta ya un significado espiritual, un carácter divino; es en principio algo misterioso, espiritual y material al mismo tiempo, cósmico y divino; en ese sentido, puede presentarse como expresión de la unidad más honda que vincula a Dios y al mundo.
En el Antiguo Testamento ya el Espíritu Santo presenta dos rasgos significativos: su trascendenciay por eso se le llama santo y su fuerza dinámica,poderosa e irresistible presente en la historia del hombre. Viento y aliento aparecen por un lado como obra de un Dios trascendente y por otro como su presencia concreta en el mundo. San Pablo en la Carta a los Romanos en el capítulo octavo afirma categóricamente que la vida del cristiano es el Espíritu, que por Él los hace hijos de Dios, destinados a la gloria por su plan de salvación. El Espíritu aparece como una realidad íntima a Dios, que obra en la intimidad del hombre y como fuerza que santifica.
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