Hermana economía

Este prefacio está copiado íntegramante  del libro ( porque me ha parecido muy interesante):

Hermana economía: Desde Francisco de Asís hasta el Papa Francisco:¿ Es posible una economía diferente?


Título original: Sorella economia. Da Francesco di Assisi a papa Francesco: un’altra economia è possibile?

© Edizioni Porziuncola
Via Protomartiri Francescani, 2 - Assisi (PG) - Italy

ISBN 978-88-270-1177-5 1ra edición:

Universidad Politécnica Salesiana Av. Turuhuayco 3-69 y Calle Vieja Cuenca-Ecuador
Casilla: 2074

P.B.X. (+593 7) 2050000 Fax: (+593 7) 4 088958 e-mail: rpublicas@ups.edu.ec www.ups.edu.ec


Prefacio

La economía de Francisco: centro desafiante y profético de este ensayo. Los autores pretenden ofrecer una contribución a la Economy of Francesco, un evento juvenil que se celebrará en Asís en marzo de 2020. Un muy buen propósito, al que añado gustosamente mi peque- ña contribución personal en estas pocas líneas de prefacio, por lo que agradezco a mis colegas por asociarme a su trabajo.

En este trabajo se entrelazan ideas, pensamientos y aconte- cimientos de la vida de San Francisco de Asís con ideas, aconteci- mientos y pensamientos de Francisco Bergoglio, en armonía con la Economy of Francesco, que es la economía de los dos Franciscos, en diálogo con los jóvenes que vendrán. Y es en este diálogo entre estas dos visiones de la economía, en su mayoría convergentes, aunque se- paradas (y alimentadas) por ocho siglos de diferencia, que se mueve también esta breve nota introductoria mía.

Asís y Francisco consideran a la economía, en primer lugar, como una paradoja. De los franciscanos —también lo leeremos en las siguientes páginas— inicia la reflexión medieval sobre la econo- mía, el dinero, el comercio y la banca, pero Francisco comienza su revolución espiritual, social y económica renunciando radicalmente (en el mundo más radical posible) a la economía de los negociantes, al dinero, a las finanzas y al comercio. Es dentro de esta paradoja que cada Economía de Francisco vive y crece: una nueva economía que tiene que ver con la riqueza y los bienes y que inicia diciendo “los verdaderos bienes son otros”, y “nada poseer”. En el obispado, Francisco inicia una nueva vida dejando atrás su vida anterior. Una oikonomia no monetaria toma el lugar de la economía de Bernardone y de los señores ricos de Asís: “Citado ante el obispo ... se despoja de todos sus vestidos y los tira al suelo, devolviéndolos al padre” (Tomás de Celano). Francisco regresa desnudo. Un nuevo Adán, un nuevo Cristo crucificado y abandonado que se lanza a los brazos de otro Padre. Es una nueva creación, una resurrección, el primer día del mundo. Como Job, Francisco renace desnudo como cuando salió del vientre de su madre. Porque en los albores de toda vocación auténtica —religiosa, civil, artística, científica...— siempre surge la etapa del desprendimiento. Llega cuando la persona llamada entiende, con el invencible lenguaje de la carne y la sangre, que debe “reiniciar” su propia existencia. Debe empezar desde cero, como si hubiese naci- do en ese momento, porque realmente está renaciendo, y solo quien muere puede renacer (incluso las economías). Toda gran aventura es- piritual de la humanidad nace de una muerte y de una resurrección, por tanto, de un desprendimiento. Como en el día de la resurrección, todo cuerpo resucitado deja en el sepulcro el sudario envuelto en un lugar aparte. Quien ha vivido este momento lo recuerda como el día de la gran bendición, como la primera hora de un nuevo día infinito que puede ser alcanzado solo el último día, cuando dejemos nuestros vestidos para siempre en el último desprendimiento, el más verdadero y grande. Recomenzar, reiniciar, renacer. Y para planear este vuelo descabellado, cada vestido es sólo un lastre que está en el suelo, y en- tonces debe dejarse envuelto en un “lugar aparte”. Estos vuelos sólo son posibles para los desprendidos que se quitan los vestidos para ser suficientemente ligeros al punto de poder volar.

Francisco era hijo de comerciantes, por lo que era hijo de esa rica ciudad burguesa medieval de Asís, expresión de esos comercian- tes que aún hoy se reúnen en las calles de Asís (quizás menos ricos), para vender, paradójicamente, estatuas y recuerdos de ese Francisco que había dicho ‘no’ a esa economía.

El vuelo de Francisco marca el nacimiento de una oikos-nomos diferente, de nuevas reglas para una casa nueva, que no se maneja desde la búsqueda de beneficios y ganancias, de un reino donde la moneda no es el oro ni la plata sino la charis: la gracia. Vé Francisco y repara mi casa: repara mi oikos, repara mi oikos-nomos. Esa es la primera piedra del nuevo edificio.

En la economía de Francisco los únicos bienes de valor infini- to, porque son invaluables como el ágape, son las aves de Bevagna, el leproso de Rivotorto, el lobo de Gubbio, y sobretodo Cristo, el amor de su vida, de quien se enamoró hasta la locura.

Francisco, junto con el Papa Bergoglio, nos dice que todo gran giro económico inicia bajo un pensamiento: los verdaderos bienes no son el oro ni la plata, aunque como el oro y la plata, se pueden ver y tocar. Y los franciscanos fueron capaces de crear bancos —los Mon- tes de Piedad— porque sólo usando la riqueza, sin “nada poseer”, se pueden lograr las más grandes innovaciones económicas y bancarias.

De la pobreza libremente elegida por los franciscanos nacieron instituciones sine merito (como se decía) para liberar a los pobres de la miseria que no habían elegido. Sine merito: sin mérito. Para hacer hincapié en el significado de fraternidad, se negaba la presencia del mérito. Algunos siglos atrás, Bernardo de Claraval describía la pasión de Cristo como: “donum sine pretio, gratia sine merito, charitas sine modo”: don sin precio, gracia sin mérito, amor sin medida. Para de- cir don se excluía el precio, para decir amor se eliminaba la medida, para decir gracia se negaba el mérito. Mérito-precio-medida de un lado; regalo-gracia-caridad del otro. Nuestra economía, en cambio, ha juntado todas estas palabras. No entiende que ciertas palabras importantes, para ser amadas y entendidas, deben ser combinadas con otras pocas palabras importantes, no con todas.

Ese desprendimiento material dio origen a los bancos. Ese pri- mer regalo propició una economía y una civilización de gracia que ha liberado y sigue liberando a muchos pobres. Porque es la gracia la que da el valor correcto al dinero, a las ganancias, y a la vida. En nuestro mundo hay una infinita necesidad de gracia, de charis, de fraternidad.

Asís es también Giotto y su inmenso ciclo de frescos sobre la vida de San Francisco. No todos conocen un detalle: el único episo- dio que falta en esas 28 maravillosas escenas es “el beso de Francisco al leproso”. Y si ese beso fue un episodio central, decisivo en la vida de Francisco y el franciscanismo, como dice en el Testamentum, ¿por qué ese beso no formó parte del ciclo pictórico? Porque la burguesía de Asís, los que financiaban la basílica, no quería que la presencia del leproso se inmortalizara en Asís. Los ricos también pueden donar mucho dinero para los pobres, pero generalmente no quieren verlos (y mucho menos abrazarlos), ni en la vida real ni en la historia narrada en libros.

Leprosos descartados de la historia y de la “narrativa” de esa his- toria. Porque la primera pobreza de muchos necesitados es el no ser vis- tos ni narrados en la historia; es el capital narrativo uno de los primeros capitales esenciales del que los pobres se ven gravemente privados.

No hay que olvidar que Francisco compuso y cantó el Cántico de las criaturas en la Porciúncula en 1225, en su lecho de muerte, y lo cantó hasta el fin de sus días. Estaba muy enfermo, casi ciego, en una celda infestada de ratas, consumido por el dolor físico y moral a cau- sa de una orden franciscana fundada por él que ya estaba atravesada por divisiones y protestas frente a la radicalidad evangélica del pobre. Y allí, en una noche oscura, el cántico floreció como “flor del mal”. Sólo con los estigmas se puede sentir y llamar “verdaderamente” al sol, hermano, y hermana a la luna; también porque el sol, la luna y las estrellas (“et chiarite et belle”) eran los astros que los pueblos cananeo y babilónico veneraban como dioses, y que la Biblia combatía dura- mente en su lucha contra la idolatría. Como Job, que cuando Dios y la vida lo derribaron con la cara al suelo, también sintió a los gusanos como hermanos.

El cántico del Hermano Sol es una plegaria, pero también una síntesis teológica y sapiencial de toda una existencia vivida en el des- cabellado seguimiento a Cristo. Están presentes, mas invisibles, el saqueo frente al padre Bernardone, el sermón a las aves, el lobo de Gubbio, el sueño del Papa Bonifacio, el beso al leproso. Porque la ecología franciscana es capaz de llamar hermanas a las criaturas y sabe intuir una fraternidad cósmica porque el primer hermano que ama es el pobre rechazado, herido y humillado.

¿Cuál es la economía de Francisco? No basta una economía circular, tampoco una economía social, mucho menos una sostenible y civil

La economía, para ser de Francisco, debe partir de la escena faltante, debe incluir el beso al leproso. Y cuando el Papa Francisco decide titular Laudato Si’ a su Encíclica sobre la ecología y la economía, nos ha recordado que ese cántico de las criaturas inicia en Rivotorto, que ese cántico magnífico sigue teniendo el espíritu de Francisco si se canta junto a los pobres y leprosos de nuestro tiempo.

Luigino Bruni

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