La educación emocional y la educación en las virtudes no se identifican y se requieren mutuamente.

María Lilián Mujica Rivas, Educación en las virtudes y educación emocional en tiempos de la posverdad, Comunicación presentada en el congreso internacional ‘Educación del carácter en Latinoamérica: retos y oportunidades’, organizado por la Escuela de Psicología y Educación y el Instituto para la Cultura y la Sociedad de la Universidad de Navarra (España). Universidad Austral. Campus Pilar (Argentina). 14 de junio de 2018.


La educación emocional y la educación en las virtudes no se identifican y se requieren mutuamente.

Desde esta perspectiva, no sería adecuada a la complejidad humana una educación para las virtudes escindida de una educación emocional, no como condicionamiento conductual sino como formación de la razón, la voluntad y las emociones para la virtud. Es claro que la virtud de la justicia exige el manejo de la ira y que la fortaleza requiere el manejo ‘prudente’ (no sólo como técnica o habilidad) del miedo.

Por otra parte, la educación emocional sin una correcta orientación hacia la educación de las virtudes se vuelve una herramienta peligrosa. En ese sentido se expresan Grewal y Salovey (Peter Salovey, junto con John Mayer definieron y dieron sustento teórico al concepto de Inteligencia Emocional (Mayer y Salovey, 1997, Mayer, Salovey, & Caruso, Models of Emotional Intelligence, 2000). 2006) cuando afirman que “ser emocionalmente inteligente no necesariamente le hace a uno ser más ético” (p. 20). Así por ejemplo, la capacidad de percibir con precisión las emociones puede usarse para ayudar al otro o para manipularlo más eficazmente. Por ello no se puede pretender resolver los problemas de relaciones interpersonales y sociales mediante el sólo desarrollo de las habilidades de la inteligencia emocional.

En los tiempos de la posverdad, la educación debe preparar a los alumnos para enfrentar y rechazar las manipulaciones malintencionadas, y para no recurrir a ellas en sus relaciones con los demás. Para ello, la educación emocional es necesaria, particularmente el aprendizaje de las habilidades para el manejo del temor y de la ira. Si el alumno logra vencer el temor a la verdad (por las consecuencias que pueda acarrearle), el temor al rechazo, el temor a la confrontación, el temor a la perdida, entre otros, estará en mejor posición para enfrentar y rechazar los intentos de manipularlo. A ello debe sumarse el desarrollo de emociones positivas en la búsqueda de la verdad (alegría, entusiasmo, optimismo) que ya han sido resaltadas en los estudios sobre motivación.

Pero todo ello no es suficiente. Es imprescindible enseñar a las nuevas generaciones las técnicas de manipulación a las que pueden estar expuestas. Y para evitar que usen de ellas para beneficio propio, será protector el desarrollo de emociones como la empatía y la compasión, y de virtudes como la veracidad, la sinceridad, la honestidad, la lealtad.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Clasificación de valores en Ortega y Gasset

¿Qué es hierognosis?

diferencia entre Sinodo y Concilio