Expectación mesiánica en tiempos de Cristo
EL MESÍAS PROMETIDO Y ESPERADO. El Jesús Histórico y el Cristo de la Fe
En tiempos de Cristo se había desarrollado a fondo la expectación del Mesías como rey político y nacional. Se trataba de un Mesías humano, de la estirpe de David, y cuyo reino sería tan glorioso que se extendería a los pueblos, y tan santo, que Yahvé reinaría en toda la tierra por medio de Israel. A este Mesías se le denomina también “hijo de David” y “Rey de Israel”. Esta era la expectación más común tanto en el pueblo y en los fariseos como en los discípulos de Jesús, que se disputan el primer puesto de este reino (Mc 9, 33-37). Esto es también lo que pretenden los hijos de Zebedeo (Mc 10, 35-41). Se esperaba un ideal de Mesías que asegurara la paz del pueblo, estableciera la justicia y la santidad, haciendo de Israel una comunidad religiosa. De todos modos, lo que es claro es que dominaba la expectación político-nacional.
En virtud de la promesa de Yahvé a Moisés (Dt 18, 15) se esperaba también un profeta escatológico, incluso un profeta que sería al mismo tiempo Mesías. En Jn 6, 14 se dice de Jesús que es el profeta que ha de venir al mundo y tratan de hacerlo rey. Pero esta figura del profeta era, normalmente, distinguida del Mesías. Lo que estaba fuera de la expectación del pueblo judío era la idea de un Mesías paciente y sujeto a la muerte. Lo atestigua la actitud de Pedro (Mc 8, 31-33) y la incomprensión de los apóstoles, cuando Jesús anuncia su pasión. La misma mentalidad presentan los discípulos de Emaús.
El ambiente de la época de Jesús era claramente la expectación mesiánica. Herodes, pregunta preocupado cuál es el lugar del nacimiento del Mesías (Mt, 2, 4). El mismo Simeón vivía con la esperanza de ver al Mesías (Lc 2, 26) cuando aparece el Bautista, el pueblo se pregunta si era él el Mesías. Los mismos discípulos de Jesús afirmaban haber encontrado al Mesías al que aludieron Moisés y los profetas. La samaritana estaba convencida de que pronto llegaría el Mesías (Jn 4, 25). El pueblo sabe que el Mesías vendrá, aunque no sabe de dónde. Otros en cambio señalan como lugar de origen la aldea donde naciera David (Jn 7, 42).
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