EL VATICANO II: ¿UN FUTURO OLVIDADO?
312 SEPTIEMBRE • 2005
EL VATICANO II: ¿UN FUTURO OLVIDADO?
Alberto Melloni y Christoph Théobald (eds.)
R E L I G I Ó N Y R E L I G I O N E S
editorial verbo divino
Avda. Pamplona, 41
31200 Estalla (Navarra)
2005
CONTENIDO
EL VATICANO II: ¿UN FUTURO OLVIDADO?
Alberto Melloni y Christoph Théobafd: Editorial
1. Una perspectiva de 40 años sobre el Vaticano II:
aplicabilidad en movimiento
1.1. Giuseppe Alberigo: El Vaticano II y su historia
1.2. Andrés Torres Queiruga: El Vaticano II y la teología ...
2. El Vaticano II hoy: ¿dónde está su núcleo?, ¿cuál es?
2.1. Mauro Velati: Los otros: ecumenismo y religiones
2.2. Erik Borgman: Gaudium et Spes: el futuro olvidado
de un documento revolucionario
2.3. Hervé Legrand: Cuarenta años después,
¿dónde están las reformas eclesiológicas proyectadas
en el Vaticano II?
2.4. José Combfin: Signos de los tiempos
3. El futuro del Vaticano II
3.1. Cristoph Théobald: Las opciones teológicas del
concilio Vaticano II: en busca de un principio "interno"
de interpretación
3.2. Hans Küng: ¿El Concilio olvidado?
3.3. Peter Hünermann: El "texto" pasado por alto.
Sobre la hermenéutica del concilio Vaticano II
4. Debate sobre el Vaticano II hoy y mañana
4.1. Joseph Doré: El Vaticano ¡I hoy
4.2. Lukas Vischer: El ser humano, ¿centro y cima
de la tierra?
Alberto Melloni y Cristoph Théobald
EDITORIAL
Podría ser de otro modo? Tal vez no: ciertamente no fue de otro modo al día siguiente de los grandes concilios y, por tanto, al día siguiente de un gran concilio como el Vaticano II, la asamblea plenaria permanece allí, como una línea divisoria dentro de las generaciones y entre ellas.
El concilio, o mejor dicho "el Concilio", es la piedra de toque: para la experiencia de fe, para la reflexión teológica y para el ministerio pastoral, incluido el petrino. Después del Vaticano II, nadie puede ni quiere ser lo que es sin tener una posición clara respecto a lo que Juan Pablo II llamaba "el acontecimiento de gracia del siglo XX", acontecimiento que también aparece en su testamento como el horizonte de futuro de una generación nueva que no celebró el Concilio ni lo recuerda, pero que no puede sino leer sus nervaduras a la luz de una experiencia que es toda y sólo posconciliar.
También a ella, decían los apuntes testamentarios del papa Wojtyla, le ofrecerá el Concilio un futuro -aun cuando es un futuro que a menudo aparece olvidado: ya en 1965, el joven teólogo Ratzinger, miembro reciente de esta revista, elegido para el solio pontificio justamente en el 40 aniversario de aquel explicit conciliar, estigmatizaba las lecturas simplificadoras del Vaticano II, como si fuese prácticamente el umbral de un nuevo "habéis oído... pero yo os digo../'; o menos de diez años después Pablo VI reaccionaba rompiendo la comunión con la ruidosa minoría lefrebvriana, con la única voluntad de no aceptar una relativización de la obediencia debida al Vaticano
I I - . No son éstas las tendencias, las tensiones, las pulsiones vitales que mueven hoy el cuerpo planetario de la Iglesia: la fase tumultuosa de la recepción no conoce ya las puntas polémicas de las dos primeras décadas de posconcilio; y la obsesión fóbica que pretende a toda costa "capturar" el Vaticano II en una continuidad absoluta e irredimible (ironías de la historia: ésta era precisamente la acusación protestante al Tridentino...) asoma de nuevo allí donde las lógicas indescifrables del poder eclesiástico intentan inventar el casus belli para un improbable período de revisionismo histórico-teológico.
Y sin embargo la nueva generación - la que viene después de
Wojtyía, el último obispo de Roma que fue Padre del Concilio- corre el riesgo de verse despojada del futuro que le pertenece: y las muchas voces que centran en el Vaticano II y en el 40 aniversario de su clausura el objeto de la encíclica primera y programática de Benedicto XVI parecen corroborar esta preocupación, a la cual Concilium ofrece su respuesta coral y polifónica.
Nos ha parecido que, en efecto, era necesario entrar en el nudo de la valoración histórica del Vaticano II: el trabajo encaminado a construir una Historia del Concilio, a la cual dedicaron apasionantes reflexiones críticas el cardenal Tucci en La Civiltá Cattolica y el p. Vallin en Recherches de sciences religieuses, abrió de hecho una vía que sigue siendo esencial para evitar que la hermenéutica conciliar resbale hacia un virtuoso giro de fragmentos, centones, glosas y casos, al término de los cuales se puede hacer decir al Concilio cualquier cosa, hasta que, al haber "sólo" deplorado y no condenado el antisemitismo, sancionó su legitimación a favor de aquellos a los que, en algún rincón del conjunto eclesial, les gusta flirtear con su minimización
rehabilitadora.
En segundo lugar nos ha parecido esencial solicitar una reflexión
sobre los modos en que se han puesto en orden los equilibrios de la experiencia cristiana intuidos por el Vaticano II: es una reflexión que en los años pasados ha visto surgir muchas aportaciones a medida que los aniversarios de las constituciones y de las declaraciones conciliares han solicitado atención y análisis, reflexión que en estas páginas, lejos de cualquier
pretensión de exhaustividad, se señala sólo en algunos puntos importantes, delicados o ambiguos.
Finalmente está el problema de la discusión sobre las hermenéuticas y sobre las opciones teológicas fundamentales para la experiencia cristiana y la vida de fe: porque si el Concilio es de verdad acontecimiento, sería verdaderamente una arrogancia imperdonable suponer que lo que los católicos (y no sólo ellos) han vivido a la luz de dicho acontecimiento no constituye un elemento esencial para colocar el Vaticano II en el lugar oportuno dentro del desarrollo de las vicisitudes de la Iglesia.
Cierran el número dos voces profundas y diversas - la de una
obispo teólogo del posconcilio y la de un pastor que fue observen el Vaticano I I - , prácticamente como una invitación a que cada
cual formule y encuentre una posición propia ante el acontecimiento que como tal es historia y por tanto carne viva de! mundo en ei cualla Iglesia deviene ella misma.
(Traducido del italiano por José Pedro Tosaus Abadía)
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