Daños emocionales de las personas introducidas en las sectas

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Luis Santamaría en Infocatólica

Los niños y los jóvenes están en pleno periodo de construcción personal. Es muy peligroso que caigan en estas redes. 

Cuando un adulto entra en una secta tiene un grado de madurez. Si sale, posee un pasado de vida adulta y madura a la que acudir. Pero los que entran en su infancia, adolescencia o juventud están moldeando su personalidad y les es muy difícil reconstruirse porque siempre han estado relacionados con lo sectario.

¿Cuáles son los principales daños emocionales que sufren las víctimas? 

Cuando salen necesitan un acompañamiento profesional. Se han sentido engañados en algo tan fundamental como el sentido de la vida. Sus ilusiones, su tiempo, sus cualidades. Han puesto su corazón en una cosa que es un engaño. Un trauma y un duelo. Era su nueva familia, sus mejores amigos y resulta que se estaban aprovechando de ellos. Les avergüenza reconocerlo. Piensan que son tontos por haberse dejado engañar. También está, por supuesto, la estafa económica.

La lucha contra las sectas es titánica. 

A nivel legal es muy complicado porque entras en el terreno de la libertad de educación o creencias. Lo que hay que hacer es demostrar faltas y delitos. Son grupos en los que existe la manipulación y la persuasión coercitiva. Las víctimas son llevadas a pensar, hacer y decir cosas que en su sano juicio no harían.

¿Usted recibe amenazas? 

A veces nos miran como inquisidores. Nos dicen que estamos obsesionados y que sobredimiensionamos el problema para salir en la prensa. La verdad es que el goteo de peticiones de ayuda por parte de las víctimas y sus familias es constante.

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