González de Cardedal


Diario de Cordoba

comentario a un libro en Diario de Cordoba 25/05/2008

Hace unos días, saludaba en la biblioteca del Instituto Superior de Pastoral, de Madrid, al catedrático emérito de Teología Olegario González de Cardedal , a quien profeso una gran admiración, que se vio refrendada, tras nuestro encuentro, por los destellos de una hermosa amistad. Hablar con Olegario siempre resulta apasionante, porque es un hombre, verdadero constructor de puentes, es decir, de diálogos abiertos, de enriquecimientos gratuitos, de saber y de ciencia, pero, sobre todo, porque es un hombre de comunicación vital, sencilla, fluida, inteligible. Tiene el arte de que, salidos de sus labios o de su pluma, podamos comprender los pensamientos más profundos o las ideas más sublimes. Hablamos de libros, de sus libros, de sus últimas publicaciones e, inmediatamente, --le ocurre sólo a las personas de gran valía, que tienen en su lema la generosidad-- prometió enviarme un texto breve, muy breve, titulado "Tres palabras, tres claves de la humanidad: bondad, piedad, amistad". A los pocos días, lo tenía entre mis manos, me lo bebía literalmente, me inundaba de luz y de sabiduría, porque este gran teólogo sabe enseñar, no sólo a base de conceptos o de conocimientos, sino transmitiendo sabiduría, sabor por esa ciencia que lleva dentro, gozo por su sentir y latir sacerdotal, que convierte en fraternidad viva y en amistad verdadera. Ya pueden ustedes imaginar la glosa que Olegario hace de cada una de esas tres palabras, cómo se sumerge en lo que significa "ser bueno", cómo bucea en la "piedad" y cómo glosa lo que significa "la amistad""¿Quién es una persona religiosa, piadosa, devota en el nobilísimo sentido del término?", se pregunta. Y ofrece un precioso abanico de respuestas, todas espléndidas. Escogeré algunas, solamente: "Alguien para quien Dios es ´real´, cuenta y pesa en su vida como una presencia luminosa, que alumbra y sostiene; alguien que consiente a su existencia con amor en una actitud agradecida; alguien que por saberse fruto de amor, sentirse amado y ordenado a prolongar ese amor en el mundo, no teme el Futuro; alguien con entrañas de paz y de misericordia". Y luego, al hablar de la amistad, proclama que es "una realidad misteriosa; es lo más necesario para la vida, y a la vez, es lo más gratuito de la vida. No podemos vivir sin ella ni podemos conquistarla como se conquista un territorio. La amistad por un lado es una evidencia y por otro lado es un milagro". Tambien tiene algo de milagro leer a Olegario, sobre todo, en sus ensayos, en sus artículos de prensa, cuando hace descender "la luz que viene de lo alto", hasta las orillas, tantas veces inmundas, de la tierra.

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